¿Qué pasó con…el virus Schmallenberg?

Hoy estrenamos sección: «¿Qué pasó con…?» dedicada a recordar a aquéllos virus que protagonizaron episodios de emergencia «sonados» hace relativamente poco tiempo, pero que actualmente poca gente se acuerda de ellos. Ese es el destino final de todos los virus emergentes (o casi todos, unos pocos vienen para quedarse). Por mucha que sea la relevancia que adquieran en determinado momento de su «emergencia», al final ésta pasa, y la mayoría quedan relegados al ostracismo de los virus: las publicaciones especializadas. Para inaugurar esta sección hemos elegido al virus Schmallenberg.

Anamnesis: ¿Recuerdan cómo hace dos años se detectó un brote de una extraña enfermedad en unas pocas explotaciones de vacas lecheras del land alemán de Renania-Westfalia, cerca de la ciudad de Schmallenberg, y a partir de un sofisticado análisis metagenómico, se descubrió un nuevo virus, que fue denominado «Virus Schmallenberg«? Este descubrimiento mereció uno de los primeros posts de este blog, allá por febrero de 2012  (Schmallenberg (Alemania: ¿otro nuevo virus?). La rapidez con la que se desarrolló una prueba específica que lo detectaba en muestras de animales bajo sospecha de padecer la enfermedad, y la agilidad con la que se distribuyó esa prueba entre los laboratorios de diagnóstico de la sanidad animal en cada país, hicieron que en muy poco tiempo se detectaran miles de brotes en diversos países de Europa (ver post del 21 de febrero de 2012). Fruto de las enormes expectativas despertadas por los primeros estudios, y de la incertidumbre asociada a una emergencia vírica, que no se sabe por dónde va a salir, se dedicaron cuantiosos recursos a la investigación sobre este virus en Europa. Así, el virus Schmallenberg alcanzó el estrellato en un plazo muy breve. El virus fue objeto de intensos estudios que hoy día siguen en marcha (la duración habitual de un proyecto de investigación en la UE es de entre 3 y 5 años). Se investigó su origen genético y su relación con otros orthobunyavirus del mismo tipo (ver post del 26 de agosto de 2012), pero también se desarrollaron más pruebas de diagnóstico, se llevaron a cabo encuestas seroepidemiológicas, se desarrollaron vacunas, etc, etc. Al inicio de la epizootía, ante la incertidumbre propia de una situación de emergencia de un agente infeccioso desconocido, las instituciones implicadas en el control sanitario animal (principalmente la Organización Internacional para la Sanidad Animal, OIE, y en este caso en particular, la Comisión Europea, por medio de su Departamento competente, DG-SANCO) tomaron medidas de control (como por ejemplo, exigir a los países afectados cierta vigilancia y obligar a declarar los brotes). El caso es que pronto se pudo comprobar que el virus Schmallenberg ni era tan grave para la sanidad animal ni representaba ningún riesgo para la salud pública, así que esos organismos relajaron un poco las exigentes medidas de control en principio implementadas, sustituyéndolas por otras menos restrictivas.

Y bien ¿qué pasó con el virus Schmallenberg desde entonces? Pues que aparentemente se ha ido extendiendo, quizá siguiendo  los movimientos de los vectores (Culicoides) que lo transmiten (hay quien sostiene que lo que se ha expandido no es el virus sino la tecnología para detectarlo), y aunque su declaración hoy no es obligatoria (salvo su primera detección en un nuevo territorio, como enfermedad emergente), muchos países optan por declararlo en sus informes anuales a la OIE. Hasta el momento lo han declarado 23 países, 9 de ellos en ocasión de los primeros brotes en 2011-2012 (Bélgica, Holanda, Alemania, Francia, Reino Unido, Luxemburgo, España, Italia y Suiza), y después el resto (Rep. Checa, Irlanda, Noruega, Eslovenia, Dinamarca, Suecia, Estonia, Austria, Hungría, Polonia, Rusia, Serbia, Kazajstán y Azerbaiján). Hay que hacer notar aquí que nunca hubiéramos conocido la existencia de este virus si no llega a ser por la moderna y potente tecnología metagenómica que fue aplicada a este caso, gracias a la cual se pudo identificar el agente implicado en la, por otro lado, leve enfermedad. Ello indica que  a lo largo de la Historia probablemente han tenido lugar expansiones de virus poco o nada patógenos como este, y que éstas seguirían ocurriendo en la actualidad con cierta frecuencia sin que el ser humano se haya apercibido hasta ahora de ello.

¿Y qué consecuencias tiene para estos países haber tenido y/o tener al virus Schmallenberg circulando en su territorio? Pues no demasiadas: el virus afecta a rumiantes, tanto domésticos como silvestres, pero la incidencia de la enfermedad en las poblaciones  afectadas es muy baja. Tan solo un pequeño porcentaje de los animales infectados presenta algún signo clínico, y en general éstos son leves, aunque en unos pocos animales (es to pasa singularmente en la especie ovina), se producen trastornos graves de la reproducción, dando lugar a abortos y malformaciones por infección perinatal. Además, tras una primera temporada de transmisión, la población que supera la infección queda inmunizada, lo que la protege de nuevas infecciones en sucesivas temporadas de transmisión del virus, razón por la cual la incidencia de la enfermedad en un determinado territorio suele ir disminuyendo con el tiempo desde su primera introducción. Esto hace que la aplicación de vacunas frente a esta enfermedad no tenga demasiado interés, salvo proteger ovejas reproductoras de cierto valor. Finalmente, el virus tiende a hacerse endémico si se dan las circunstancias apropiadas. Virus similares al Schmallenberg (por ejemplo, los virus Akabane, o Douglas) son endémicos en Japón y en Australia desde hace décadas y los ganaderos conviven con ellos sin mayores consecuencias. Ese quizá sea el destino del virus Schmallenberg en Europa y parte de Asia Occidental. Y en el plano científico, su destino irremediable es pasar del estrellato al ostracismo, una vez se ha comprobado que tras su primera aparición realmente ha habido mucho ruido y pocas nueces.

 

Noticias

Situación de la ciencia en España: El pasado día 16 de octubre el prestigioso físico Profesor José Bernabéu pronunció una conferencia en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid.  Durante su charla se refirió a lo que representa la ciencia para cualquier sociedad moderna y en su última diapositiva mostró la siguiente frase:
«Una sociedad que alega que en tiempos de crisis no se ha de invertir en ciencia, especialmente en personal científico altamente cualificado, incumpliendo compromisos de BOE, es no fiable, ciega, enferma y suicida porque no tiene futuro».

Quede ahí la frase del Profesor Bernabéu.

 

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