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Asocian el sesgo de “saltar a conclusiones” con menor flexibilidad cognitiva

Un trabajo de la Universidad Autónoma de Madrid revela que la flexibilidad cognitiva, y no la personalidad, explica por qué algunas personas se precipitan en sus decisiones sin reunir suficiente información

¿Por qué algunas personas toman decisiones apresuradas sin reunir suficiente información? ¿Qué mecanismos cognitivos intervienen en esos juicios prematuros? Un estudio reciente, liderado por un equipo multidisciplinar de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), ha abordado estas preguntas para explorar el sesgo conocido como jumping to conclusions (JTC), o “saltar a conclusiones”, en contextos de incertidumbre.

El trabajo, publicado en la revista Behavioral Sciences, combina tareas experimentales con análisis de personalidad para identificar distintos perfiles de toma de decisiones. En total, participaron 200 estudiantes universitarios que completaron pruebas diseñadas para evaluar su estilo decisional, su capacidad de control cognitivo y rasgos de personalidad relacionados con la aversión al riesgo o la búsqueda de recompensa.

Tres perfiles con una diferencia clave

Los investigadores identificaron tres perfiles distintos de comportamiento en la toma de decisiones bajo incertidumbre, en función de la cantidad de información que los participantes reunían antes de decidir:

  • Recolectores mínimos de evidencia (11,4 %): tomaban decisiones rápidas con muy poca información, evidenciando el sesgo JTC.
  • Recolectores moderados (11,9 %): equilibraban entre velocidad y cautela.
  • Recolectores extensivos (71,5 %): recopilaban la mayor cantidad posible de información antes de decidir, mostrando un estilo más reflexivo.

La variable que mejor explicó estas diferencias fue la flexibilidad cognitiva, es decir, la capacidad para adaptarse a nueva información en escenarios cambiantes. Este rasgo, medido mediante tareas específicas, permitió predecir con mayor precisión a qué grupo pertenecía cada participante. En cambio, la estabilidad cognitiva —la habilidad para mantener el foco en los objetivos— no mostró sensibilidad al nivel de incertidumbre de las tareas.

“Los individuos con mayor flexibilidad cognitiva se ajustan mejor a contextos inciertos y tienden menos a tomar decisiones impulsivas. Esto sugiere que la capacidad de adaptación, más que la rigidez o la impulsividad, determina cómo enfrentamos la falta de certezas”, explican los autores.

No es cuestión de personalidad

A diferencia de lo que proponen algunas teorías clásicas, los rasgos de personalidad evaluados mediante el modelo BIS/BAS (aversión al castigo y búsqueda de recompensa) no mostraron una relación significativa con el sesgo JTC. Esto indica que, al menos en contextos neutrales —sin recompensas ni consecuencias claras—, los procesos cognitivos tienen un mayor peso que las disposiciones motivacionales.

En suma, el estudio destaca que comprender los mecanismos que subyacen al sesgo JTC tiene importantes implicaciones para el desarrollo de intervenciones personalizadas. Estas podrían beneficiar a personas con estilos de toma de decisiones más impulsivos —como quienes padecen trastornos de ansiedad, adicciones o conductas de riesgo— mediante programas de entrenamiento en funciones ejecutivas, en particular la flexibilidad cognitiva.

Por último, los autores sugieren seguir investigando cómo influyen factores afectivos como las emociones y las recompensas en la toma de decisiones cotidianas. “Las decisiones reales no se toman en laboratorios neutros, sino en contextos cargados de afecto e intereses. Entender cómo interactúan la cognición y la emoción será clave para diseñar estrategias más eficaces de intervención”, concluyen.


Referencia bibliográfica: Shih, P.-C., Pérez-Santiago, A., Peña, D., Wazne, D., & Román, S. (2025). “Jumping to Conclusions: Mechanisms of Cognitive Control in Decision-Making Under Uncertainty”. Behavioral Sciences, 15(2), 226. https://doi.org/10.3390/bs15020226

Comentarios

Creo que el análisis debería considerar el nivel de inteligencia, conocimiento y experiencia de los individuos. El estudio está bien, pero sin tener en cuenta estos rasgos de los individuos estaría haciendo un sesgo hacia la normalidad de la población y anulando su capacidad para toma rápida de decisiones. Por ejemplo, un maestro de ajedrez posiblemente tome decisiones más rápidamente que un empleado de la construcción. Igual que un interiorista sabrá mucho más rápidamente tomar decisiones sobre tonalidades que otra persona. O una persona con un doctorado dedicará más tiempo a analizar los datos que otra persona sin dicho nivel de estudios. Además debería incluirse el sesgo positivo de acertar o fallar, de forma que cuando una persona acierta varias veces posiblemente no necesite tanto análisis o tantos datos para tomar decisiones que otra persona que se haya equivocado varias veces.

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