La Ley de la Ciencia: ¿Otra oportunidad perdida o las sensaciones de un viejo investigador?

Desde hace unos días está circulando el borrador del anteproyecto de Ley de la Ciencia que, aparentemente, será debatido en el Consejo de Ministros del  viernes 12 de marzo. Aunque algunos teníamos depositadas muchas esperanzas en esta ley, el análisis de la misma arroja ciertas dudas de si va a resolver los problemas estructurales de la Ciencia española. Debido a que este post es muy largo, lo he dividido en dos partes. En este primer artículo haré unas reflexiones generales y en la segunda analizaré en detalle la Ley de la Ciencia.

El Ministerio de Ciencia e Innovación (MICINN) anunció que el próximo 12 de marzo, el proyecto de “Ley de la Ciencia” será discutido en el Consejo de Ministros para su posterior tramitación parlamentaria. Se ha publicado el borrador de la ley, precedido por una sección amplia que es la “exposición de motivos”. El borrador fue, en general, comentado favorablemente durante los primeros días por diversos medios de comunicación, pero sin entrar demasiado detalles de su contenido y basado probablemente en el análisis de la “exposición de motivos”. Cuando llegó a mis manos el borrador, el primer sentimiento fue el de alegría, pues ya era hora que hubiese una nueva “Ley de la Ciencia”; la “exposición de motivos” me pareció interesante, convincente y estructurada y pensé “¡por fin tenemos una buena Ley de la Ciencia!”.

Sin embargo, como ocurre con las películas malas (el “trailer” es mejor que la película), la “exposición de motivos” es más esperanzadora que la ley. Cuando he leído la larga ley (45 artículos, 26 disposiciones adicionales, otras 9 disposiciones, 5 títulos y 11 capítulos) la sensación ha sido de decepción profunda y de que una vez mas, la Ciencia no es una de las prioridades de nuestros políticos y que su elaboración (y mas que probable aprobación en el Parlamento) va a suponer otra oportunidad perdida para que la Ciencia Española empiece a recortar distancias con los países de nuestro entorno.

Consideraciones personales sobre la Ciencia Española y sus perspectivas

Antes de analizar el texto de la Ley de la Ciencia, quisiera hacer unas consideraciones personales que, sin duda, influyen en mi valoración.

Como se resume en mi CV en el lateral de esta página o en mis páginas web, soy un científico con mucha experiencia investigadora en prácticamente todos los aspectos en los que puede aportar un científico del ámbito académico (publicaciones, patentes, supervisión del trabajo de investigadores jóvenes, conferencias, ponencias en congresos) con cierta experiencia docente universitaria (cursos de licenciatura y de doctorado), bastante labor gestora y experiencia en evaluación de investigaciones de colegas (proyectos, tesis, artículos, oposiciones y concursos). Además, en los últimos años he realizado una intensa labor divulgativa y educativa, a las que estoy dedicando mucho tiempo y esfuerzo.

Mi dedicación a estos dos últimos aspectos se debe a que estoy plenamente convencido de que la inmensa mayoría de los científicos españoles (los que hacen Ciencia en España, independientemente de su nacionalidad) de mi generación ya hemos hecho las aportaciones científicas que nos corresponde y que parte de nuestro esfuerzo se debería dedicar a formar a los futuros científicos. No digo que todo nuestro tiempo lo dediquemos a esto, sino que merece la pena publicar algún artículo menos pero dedicar tiempo a tareas como las que comentaré a continuación.

Cuando me han preguntado sobre cuales deben ser las características de un buen científico, la respuesta que doy es humildad y generosidad.  Cuando doy esta respuesta, mis interlocutores se quedan sorprendidos, pues esperaban que la respuesta fuese: trabajador, entusiasta, conocedor de su especialidad, ….

¿Por qué humildad y generosidad?  La “Humildad”: Tenemos que ser humildes cuando nos comparamos y enfrentamos con nuestro objeto de estudio (la naturaleza y sus leyes), lo cual fue reconocido incluso por los más grandes (Newton: “»Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano»).

La “Generosidad”: Tenemos que ser generosos con las generaciones futuras de científicos. Tenemos que dedicar tiempo y esfuerzo a la formación de los mejores doctores, enseñar a los futuros licenciados a amar la Ciencia, animar a los estudiantes de secundaria y bachillerato a estudiar una carrera científica, apoyar a sus profesores en sus tareas docentes, contribuir a aumentar la Cultura Científica de los ciudadanos. Para todo esto hace falta la Generosidad de los científicos de mi generación.

Las autoridades científicas española anuncian continuamente que España es la 9ª potencia científica mundial a nivel de número de publicaciones. No he dedicado tiempo a comprobar este dato y asumo que es cierto. Sin embargo, ¿tenemos los profesionales de la Ciencia española la sensación de que “realmente” somos la novena potencia mundial? Creo que la respuesta es “no” y principalmente por que nos falta el componente de la calidad extrema, esa que se reconoce con el “Premio Nobel” (aunque no todos los Premios Nobel lo hayan merecido) o que se dice que “esa investigación merece el Nobel” (ya sabemos que muchos científicos que lo merecen no han sido galardonados). Por otro lado, aunque fuésemos realmente la novena potencia, la sensación es que la diferencia entre los primeros y nosotros es sideral (estimo que unos 25-30 años con Alemania y 40 años con Estados Unidos).

Sin embargo, el hecho de que seamos el noveno país productor de Ciencia en el mundo tiene mucho mérito teniendo en cuenta la poca tradición científica de España (¡somos un país de letras!) y el bajo porcentaje de PIB dedicado a investigación (mucho más bajo que el de los países con los que nos queremos comparar).

Estos hechos (alta producción científica en número de publicaciones, pero escaso liderazgo mundial) reflejan la situación de la Ciencia española: Nivel medio aceptable pero escasa “excelencia”. He usado el término excelencia entrecomillado pues es una palabra que se usa alegremente, tanto por científicos como por gestores de la Ciencia. Su uso esconde la mayoría de las veces intereses particulares y sirve para justificar la financiación preferente de ciertos grupos enormes con muchos profesores e investigadores (se olvidan de la premisa: “una persona, una idea, un proyecto”, que ha sido el motor de la Ciencia desde Galileo hasta hace pocos años). Por supuesto, estos grupos publican mucho (pero no tanto si lo dividimos entre el número de investigadores), aunque a un coste muy elevado y con escasa relevancia mundial.

¿Qué es la “excelencia científica”? Considero que este calificativo sólo debería aplicarse a científicos geniales que han provocado un cambio sustancial en la Ciencia y no creo que haya habido 500 en toda la historia de la humanidad.

Por lo tanto, ¿existe la excelencia en la Ciencia española? Creo que no tanto como se usa el término, y lo que debe dar valor a una Comunidad Científica es tener un nivel medio bueno y un colectivo investigador de tamaño adecuado, pues de la cantidad surge la calidad; y el caso de Ramón y Cajal (¡la generación espontánea de un gigante de la Ciencia!) es una excepción difícil de repetir no sólo a nivel español, sino mundial.

Por supuesto, mi autovaloración es que soy un científico “medio” que soy consciente de esto y que intento hacer mi trabajo con la mayor profesionalidad posible y teniendo en cuenta las características del científico que he indicado anteriormente.

Lo que espero de una Ley de la Ciencia

En base a las premisas indicadas anteriormente se debería haber elaborado una Ley de la Ciencia con el objetivo de aumentar la cantidad y la calidad de la Ciencia española y, a partir de aquí, poder tener las transferencias de conocimiento y tecnología adecuadas para cambiar nuestro modelo productivo. Esto no se consigue en 4 días, sino que llevará muchos años ponernos a la altura de los países con los que nos queremos comparar y  la nueva Ley de la Ciencia debería haber contemplado esta perspectiva temporal.

Dada la situación científica española, la Ley de la Ciencia debería haber abordado los siguientes aspectos:

1) Compromiso de financiación durante un largo periodo de años.

2) Infraestructuras e instalaciones adecuadas.

3) Carrera investigadora atractiva para los jóvenes.

4) Aligerar la burocracia y tareas administrativas relacionadas con la Ciencia.

5) Desarrollo de carreras profesionales para el personal de apoyo a la investigación (técnicos de laboratorio y técnicos de gestión).

6) Apuesta decidida por aumentar la Cultura Científica y valorar estas actividades.

Aunque en el próximo artículo analizaré el articulado de la Ley de la Ciencia, especialmente en el contexto de estos aspectos, haré unos comentarios a continuación.

Es indudable que en el periodo 2005-2008 hubo un aumento considerable de la financiación para la Ciencia. Sin embargo, ahora nos damos cuenta de que cuando hay crisis económica, una de las áreas damnificadas es la financiación de la Ciencia; que tiene efectos prácticos (por la reducción de presupuesto) pero también anímicos (por la poca consideración que tiene la Ciencia). La nueva Ley de la Ciencia no aborda la financiación y cuando lo trata dice que lo hará sin coste, como la creación de la Agencia Estatal de Investigación, que, aparentemente, va a ser un órgano esencial en la gestión de la Ciencia española y que se me antoja difícil que pueda nacer sin coste adicional.

La Ciencia hay que hacerla en las mejores condiciones de trabajo. Mucha Ciencia española aún se hace en instalaciones deplorables: edificios viejísimos que no reúnen las mínimas medidas de seguridad, edificios nuevos que ya se construyen pequeños, o edificios de edad mediana para los que no llegan los presupuestos de mantenimiento. ¡Ojala parte de los fondos del Plan E se hubiesen usado para centros científicos en vez de para romper aceras y volver a construirlas! También se hubiesen creado puestos de trabajo en la construcción y los beneficios hubieran servido para cambiar nuestro modelo económico. La Ley de la Ciencia no aborda este asunto.

Una de las novedades más publicitadas de la Ley de la Ciencia es que desaparecen las becas predoctorales y se convierten en contratos. Ésta es una buena noticia y satisface las demandas del colectivo de becarios. Espero que esta situación no entre en conflicto  con otras leyes a las que se supedita la Ley de la Ciencia (que comentaré en el próximo artículo). Por otro lado, se crea un nuevo contrato, con un sistema similar al tenure track americano, que es una novedad importante y valiosa.  Me preocupa que entre estos dos tipos de contratos (predoctoral y postdoctoral con experiencia)  no mencionen  otros tipos de contratos para postdoctorales menos experimentados (similares a los FPU, JAE-Doc o Juan de la Cierva).

La Ley de la Ciencia  aparentemente no va a aligerar nuestra  dedicación a tareas administrativas y burocráticas  ni nos va a facilitar las gestiones; en parte porque seguirá dependiendo de otras leyes (lo comentaré en el próximo artículo).

No se contempla las carreras profesionales de técnicos de apoyo a la investigación, sólo se mencionan en algún artículo de la ley. Para que la ciencia funcione, es necesario este colectivo de trabajadores y que además estén motivados.

Aunque en  algún artículo de la Ley de la Ciencia se menciona la importancia de la Cultura Científica, no es  suficiente concluyente y con la letra de la ley no se va a convencer a científicos a dedicar su tiempo a esta tarea.

Bernardo Herradón

IQOG-CSIC

herradon@iqog.csic.es

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7 comentarios

  1. Mi sincera enhiorabuena por el artículo

    Haces un análisi muy bueno de la ciencia y la investigación.

    Se premian los SCI – como tu dices – grupos publican mucho (pero no tanto si lo dividimos entre el número de investigadores), aunque a un coste muy elevado y con escasa relevancia mundial.

    No se valora el tiempo que dedicamos a fomentar difundir la ciencia, como indicas «dedicar tiempo y esfuerzo a la formación de los mejores doctores, enseñar a los futuros licenciados a amar la Ciencia»

    Hay quien tiene personas en formación que son auténticos laborantes y que pasado un tiempo desaparecen cual material fungible, y en esto no creo ni espero que nos lleve a conseguir esa excelencia tan usada y poco creible.

    Mi sincera enhorabuena y ahora te dejo que debo hacer de nuevo,una ficha para el Plan Estratégico, donde se nos pide de nuevo que hagamos nuestro CV,pero con otro medelo «ad hoc»

    Un saludo

    Por supuesto, estos

  2. Mis felicitaciones.

    Todo el mundo habla de excelencia y hasta los RyC Se creen excelentes por decreto ley. Parece que muchos colegas identifican un buen Sistema i+d con la «pasta», etc. Como antiguo miembro de comité científico asesor del CSIC te garantizo que la mayoría piensa así. Materia para la reflexión. NO es un tema que afecta tan sol a los políticos, sino a la propia clase científica. ¿Divulgar?. Como dijo una becaria en un foro sobre e asunto: ¿Eso deben hacerlo los periodistas, a los demás nos roba tiempo para a investigación de vanguardia.¡Humildad!. ¿Preocupación por a divulgación?. Nos sobre arrogancia, egoísmo y estupidez».

    Saludos

    Juanjo Ibáñez
    Blog Universo Invisible

  3. Estimado Juanjo,

    Bien en tu blog o comentando en otros, siempre «das en el clavo».
    Ojala hubiese más científicos como tu (http://www.madrimasd.org/blogs/universo/) o JAL (http://www.madrimasd.org/blogs/biocienciatecnologia/2010/03/12/131435) que tienen muy claro por dónde ir la ciencia, haciendo una labor desinteresada.
    Me parece que existe una burbuja inflacionista en ciencia, dónde se confunde el valor (lo que hay dentro de una actividad científica, por ejemplo publicación) con el precio (por ejemplo el índice de impacto). Ya abordé este tema en un post anterior (http://www.madrimasd.org/blogs/quimicaysociedad/2010/01/16/131373).

  4. Muchas gracias por tus comentarios. Simplemente creo que pensamos lo mismo. Lamentablemente no es el caso de JAL, sin desmerecer los contenidos de su bitácora.

    Saludos cordiales

    Juanjo Ibáñez

  5. Hola Bernardo,
    enhorabuena por tu siempre agudo y certero ojo crítico. Huelga decir que comparto punto por punto tu post. Acabo de hacer un paréntesis en un artículo que estoy escribiendo para la Real Academia de Farmacia donde, precisamente describo las penurias de la cultura científica en España y he decidido, con la inercia, entrar a saludarte y animarte.

    Por otra parte, resulta que, según me han dicho, estoy en tierra de nadie y no puedo, ya directamente, pedir proyectos de investigación. Aunque mi grupo no tiene ni un año, por diferntes circunstancias que conoces, resulta que, por mi edad, ya no puedo pedir proyectos como emergente. Tampoco tengo nada que hacer en el bloque general, donde participan grupos de excelencia, redes y otros consolidados. En fin, que me estoy planteando vender, a buen precio, un laboratorio casi nuevo a medio montar…

    En cuanto a la Cultura Científica, debo reconocer que la FECYT, este año, ha estructurado mejor la oferta. Luego ya se verá cómo se reparte el dinero. Y lo digo sin ninguna acritud pues, personalmente, este año no voy a pedir ningún proyecto (iba a pedir uno de UCC pero, al ser el CBMSO mixto, no puedo hacerlo pues solo dan un proyecto por institución y, o bien lo ha pedido la UAM, o el CSIC)… Pues eso.
    Un saludo.
    JAL

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