La cumbre del Cambio climático se acabó. Siempre las mismas preguntas, ¿hay cambio climático? Y la más difícil, ¿podemos hacer algo para pararlo? Y otra, ¿qué están haciendo los gobiernos para paliar sus efectos. En el fin de fiesta de la Cumbre del Cambio climático podemos reflexionar una vez más sobre este asunto. En este blog hemos hablado mucho sobre este asunto, con polémica incluida.

En un interesante artículo en el diario Público se recogen algunos datos. «En 1998, el mosquito portador de los virus del dengue y de la fiebre amarilla escaló los Andes colombianos a causa de la subida de las temperaturas y apareció, por primera vez, por encima de los 2.190 metros. Hasta entonces, el frío había confinado al temible insecto por debajo de los 1.000 metros.»

«Desde mediados del siglo XX, la primavera en Europa se ha adelantado tres días de media cada década, provocando un desorden en el crecimiento de las plantas, en los patrones migratorios de las aves y en los ciclos reproductivos de algunos animales. En Reino Unido, varias especies de aves crían de media nueve días antes que en 1950. Y algunas ranas se aparean, incluso, con siete semanas de adelanto a las fechas habituales.»

«Según algunos climatólogos, la intensa lluvia que castigó a Somalia, Etiopía, Kenia y Ruanda en 2006 es uno de los efectos del cambio climático y estas inundaciones provocaron centenares de muertos y cientos de miles de desplazados. Desde 1970, la temperatura en la cordillera del Himalaya ha aumentado un grado y el consiguiente deshielo de los glaciares amenaza con inundar las aldeas vecinas y, a largo plazo, cerrar el grifo de agua para los países de la región.»

Investigadores del Instituto de Hidráulica Ambiental (IH Cantabria) han realizado un estudio sobre el oleaje extremo en las costas norteamericanas del Pacífico norte, en el que se pone de relieve que la olas de los temporales más grandes han subido de tamaño un mínimo de 1,5 metros en los últimos 23 años, en parte debido al cambio climático. El análisis de las tendencias a largo plazo indica que existe una zona bien definida de incremento en la altura de la ola extrema. Se trata del área costera del oeste de Estados Unidos, es decir, la de los estados de Washington, Oregón y California, donde se han registrado unos incrementos de entre el 5% y el 21%. En la boya situada frente a la costa de San Francisco, la ola extrema ha aumentado de 7,5 metros a más de nueve metros en los últimos 23 años. El incremento de las olas y de su fuerza al chocar contra el litoral influye directamente en las obras situadas junto a la costa. El diseño de las obras marítimas, el riesgo de inundaciones y la propia erosión en la costa obligarán a replantear cualquier proyecto. Además del incremento del tamaño de las olas extremas, también hay un incremento en la intensidad y frecuencia de los grandes temporales. También en este caso no se descarta la implicación en parte del cambio climático.

Hasta el vino podría verse afectado. «Baja la acidez, porque el calor disminuye la cantidad de ácido tartárico, sube el PH y aumenta el potasio en vino y uvas, con lo que el vino tiene menos frescor, es más empalagoso, se puede guardar menos y tienen más riesgo de contaminación microbiana.»

Curiosamente, según leo en otra noticia, “los consumidores españoles reconocen estar preocupados por el cambio climático, e incluso consideran que es un problema grave. La causa de este fenómeno es la actividad humana, según reconocen, pero cuando se les pregunta por la responsabilidad individual, los consumidores esquivan la respuesta. Son las principales conclusiones del estudio Hábitos de consumo y cambio climático, realizado por la Federación de Usuarios Consumidores Independientes (FUCI).”

“Más de la mitad de las 2.534 personas entrevistadas achaca a las empresas y a las industrias la responsabilidad del calentamiento. El 44% cree que es culpa del Ministerio de Medio Ambiente; el 28%, de las comunidades autónomas, y el 21%, de los ayuntamientos. La paradoja es que el 34% de los encuestados dice que los culpables son los ciudadanos, pero cuando se les pregunta por sus acciones concretas, esa culpabilidad se reduce al 25%.”

“Al realizar una compra antes de valorar su impacto ambiental, el 80% de los clientes elige por el precio, y sólo el 40% se fija en el envase o en que sea ecológico. La opción del ahorro energético sí se contempla, sin embargo, en la compra de un electrodoméstico: más del 50% elige uno de bajo consumo.  Sólo un 19% tiene en cuenta las emisiones de su coche al decidir adquirirlo; y aún peor, en el futuro, el 42% confiesa que no va a utilizar el transporte público, y el 47% dice que no va a limitar el uso de su vehículo privado.”

“La calefacción es el equipamiento doméstico que más contribuye al calentamiento, según esta encuesta, pero una buena parte de los consumidores reconoce que no sella puertas y ventanas para evitar la pérdida de calor o no se pone una chaqueta en casa para bajar el termostato. Y en el futuro, el 47% asegura que no va a reducir el consumo de calefacción.”

¿Llegaremos a tiempo? Según el Atlas de especies amenazadas: «El cambio está ocurriendo tan rápidamente en todo el mundo que muchas especies no tendrán suficiente tiempo para adaptarse».

¿Quieren más datos? Les recomiendo este artículo: Cambio climático, ¿por qué debería importarnos?

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3 comentarios

  1. NUEVAS TECNOLOGÍAS MAS EFICIÉNTES LAS HAY, PERO EL INMOVILISMO DE LAS EMPRESAS PARA UTILIZAR DICHAS TECNOLOGÍAS, ES SORPRENDENTE.

    OCHO AÑOS LLEVAMOS OFERTANDO NUESTRA MÁQUINA, EL MOTOR ROTATIVO "TURBINA 2000", (http://redtt.apte.org/rib/view_od?od_id=9960), Y A PESAR DEL EVIDÉNTE INTERÉS POR SU ALTO RENDIMIENTO DEMOSTRADO EN SU PROTOTÍPO, AÚN NO HEMOS ENCONTRADO LA EMPRESA DISPUESTA PARA SU UTILIZACIÓN, COMO MOTOR O COMO TURBINA.

    SALUDOS.

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