La industria de los combustibles fósiles está destruyendo nuestro futuro. Informe IPCC. Cambio climático

El sexto informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático no es una publicación cualquiera. Los autores de las 4.000 páginas son cientos de científicos independientes de 66 países. Lo encargaron 195 gobiernos y todos aprobaron las conclusiones después de revisarlas línea por línea y palabra por palabra. Estos gobiernos, cualquiera que sea su actitud: de apoyo, ambivalentes u hostiles a la acción climática, ahora son dueños del informe. ¿Harán algo?


España importa el 98% de los combustibles fósiles que consume, un porcentaje que es muy superior al de la media de la Unión Europea, del 73%, y que sitúa al país entre los diez Estados miembros con una mayor dependencia de las importaciones de petróleo, carbón y gas.

El informe concluye que hay evidencia “inequívoca” de que la acción del ser humano están cambiando nuestro clima. La quema de combustibles fósiles y la deforestación ha generado niveles de dióxido de carbono en la atmósfera que son más altos hoy que en cualquier otro momento en los últimos 2 millones de años. Junto con el metano y otros gases de efecto invernadero, esto está consiguiendo que la Tierra sea más cálida que en cualquier otro momento de los últimos 125.000 años. Los impactos de esto se pueden ver en la pérdida del hielo marino del Ártico, el aumento acelerado del nivel del mar, olas de calor más fuertes y frecuentes, lluvias extremas cada vez más frecuentes y, en algunas regiones, sequías e incendios más intensos.

El objetivo final del Acuerdo de París es que la temperatura media del planeta no suba más de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, intentando limitar ese aumento a 1,5 °C. El trabajo científico del IPCC asegura que en todos los escenarios analizados se supera la barrera de 1,5 grados en los próximos 20 años, pero sigue habiendo un caso en la que la temperatura vuelva a bajar y se quede a este nivel para final del siglo. Esta es la alternativa más optimista, si se llevan ya a cabo reducciones rápidas y a gran escala de las emisiones.

El escenario más pesimista es que se siga emitiendo estos gases al mismo ritmo que ahora, lo que subiría la temperatura 4,4 grados, y multiplicaría la intensidad y frecuencia de los fenómenos extremos. La realidad, es que con los compromisos actuales de reducción de los países sobre la mesa, el planeta va a un aumento de cerca de 2,5 °C

Como científicos, podemos unir todos los puntos de manera clara e inequívoca, vinculando estos «impulsores del impacto climático» con el calentamiento global y las emisiones de dióxido de carbono por el uso de combustibles fósiles. Nuestra gasolina, nuestros plásticos, nuestra ansia desmedida por producir productos de un solo uso o con obsolescencia programada. El aumento de la temperatura global actual de 1,1 ° C por encima de los niveles preindustriales confirma las predicciones que los científicos del clima hicieron hace más de 30 años. Los aumentos de las olas de calor y los episodios de precipitaciones extremas también estaban previstos desde hace mucho tiempo. Aquellos en el poder deberían haber escuchado las advertencias en todos los informes anteriores, pero no lo hicieron.

La actual ola de devastación causada por olas de calor, incendios e inundaciones está causando miseria en todo el mundo. Incluso los países más ricos del mundo, como Canadá y Alemania, están lamentablemente muy mal preparados para los efectos cada vez mayores de la crisis climática. Los eventos destructivos son las consecuencias de no actuar sobre las advertencias pasadas. Como resultado, la emergencia climática ya no es una hipótesis de futuro: la estamos viviendo.

Los procesos como las pandemias son fenómenos repentinos, como una picadura de mosquito. Dolorosos pero acaban más o menos rápido. el cambio climático es una enfermedad crónica que primero se tolera pero a medida que va avanzando la edad del paciente se torna molesta y al final intolerable llegando a causar su muerte.

Las emisiones globales de dióxido de carbono están aumentando nuevamente después de su caída temporal durante los confinamientos impuestos por la crisis de la enfermedad Covid 19. Según la Autoridad Internacional de Energía, a menos que se apliquen nuevas políticas, las emisiones de CO2 probablemente alcanzarán niveles récord en 2023. Y, por si esto no fuera suficiente, las olas de calor extremas,la tormentas, gotas frías, ciclogénesis explosivas y las sequías empeorarán hasta que el dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero las emisiones de gases se reduzcan a cero.

Es difícil entender todo esto. ¿Cómo podemos siquiera pensar que estamos en una época tan calurosa como la que sucedió hace 125.000 años? En ese momento, los humanos coexistían con los neandertales. ¿Tanto dióxido de carbono como hace dos millones de años? Nuestra especie ni siquiera había evolucionado para entonces. Debemos encontrarles sentido urgentemente y actuar con rapidez.

El problema es, en última instancia, que el uso de combustibles fósiles es una «trampa del progreso». Hace décadas, los combustibles fósiles mejoraban nuestras vidas en comparación con las fuentes de energía alternativas, pero ahora su uso hace lo contrario, destruyendo activamente vidas y medios de subsistencia. Los combustibles fósiles han pasado de ser parte esencial del progreso humano a una trampa que lo socava. La crisis climática no es causada por “acciones humanas indefinidas”; tampoco es el resultado de algún aspecto innato de la naturaleza humana. La causa son inversiones concretas de personas concretas en cosas concretas. Si los cambiamos podemos cambiar el futuro.

Puede resultar incómodo decir que las empresas de combustibles fósiles, sus inversores y los políticos que las habilitan son enemigos del progreso. Pero si nos preocupamos por nuestro futuro colectivo, debemos decirlo, una y otra vez, sin inmutarse: usar combustibles fósiles hoy está destruyendo nuestro futuro.

La industria de los combustibles fósiles es un enemigo poderoso y complejo. Históricamente, es donde han trabajado los conspiradores, chanchulleros, liantes, correveidiles, enredadores más influyentes del mundo. Las grandes compañías invirtieron más de 250 millones de euros haciendo lobby en la Unión Europea para conseguir sus fines. Sus esfuerzos han conseguido subsidios, campañas militares y licencia gratis para contaminar, todo justificado para acceder a energía fósil barata y abundante. El petróleo, el carbón y el gas también están íntimamente enraizados en nuestras vidas, desde calentar nuestros hogares hasta mantener el transporte. No existe una única política, avance tecnológico o campaña activista que pueda ayudarnos por sí sola a escapar de esta trampa.

En su lugar, necesitamos un ataque en tres frentes contra los combustibles fósiles: apuntar directamente a la industria, unirnos a amplios movimientos sociales para asegurar los cambios políticos necesarios para poner fin a la era de los combustibles fósiles y realizar cambios para reducir nuestra demanda de combustibles fósiles.

Es urgente hablar de la emergencia climática y la necesidad de poner fin a la era de los combustibles fósiles. Deberíamos hablar de esto en casa, en el trabajo, en la escuela y con nuestros amigos. Si bien los cambios radicales necesarios deben provenir en última instancia de la regulación gubernamental, somos nosotros quienes debemos demostrar que existe el deseo de cambio.

Este sexto informe de evaluación no solo contienen mensajes negativos. Podemos cambiar las cosas. Si el mundo recorta las emisiones ahora y las reduce a un balance neto de cero en 2050, mantendríamos el incremento global de la temperatura cerca de 1,5 ° C y evitaríamos los peores efectos del cambio climático.

Para lograr esto, los políticos necesitarán escuchar que el clamor de las voces de millones de personas es mayor que el poder del lobby de los combustibles fósiles. Los gobiernos aceptan la ciencia del cambio climático. Ahora tenemos que obligarlos a actuar sobre la base de lo que saben que es cierto y escapar de la trampa del progreso de los combustibles fósiles.

¿Hemos pecado de optimistas ante el cambio climático? Antonio Figueras. The Conversation 2019.

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2 comentarios

  1. Muy muy interesante este artículo; tan interesante como poco optimista. Aunque tenemos poca relación con el campo de la industria y los combustibles, hace ya varios años que venimos observando que las medidas de muchos organismos públicos por fomentar una obra pública limpia, respetuosa y sostenible se mueven entre lo inútil y lo insultante. Los criterios que se exigen en las licitaciones de obra pública o no existen o son mera burocracia. Éste también podría ser un campo que vigilar y en el que ser exigentes, con una repercusión pequeña al principio pero importante pasado un tiempo.

  2. Gran post, sinceramente la tecnología y los avances en cada rama va sustituyendo a otros elementos, en pocos años estaremos con la tecnología de sustitución de calderas, termos y otros elementos por calefacción y frio mediante aerotermia, un sistema innovador que permite ahorrar bastante energía (aunque sus instalaciones son elevadas).
    Espero se tomen las mejores elecciones en cada ambito.

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