LAS PATENTES Y LA LITERATURA: LES SOUFFRANCES DE L’INVENTEUR (Honoré de Balzac)
Como viene siendo habitual en este blog, celebramos el día del libro con una entrada dedicada a la relación entre la literatura y las patentes. La entrada del año pasado recogía obras de Pío Baroja, Charles Dickens y Arturo Barea entre otros. Posteriormente y también dentro de este blog, hemos dedicado sendas entradas a obras literarias españolas donde la patente se mencionaba de forma marginal, el caso de “Congreso en Estocolmo” de José Luis Sampedro y otra como “El agua prometida” donde la patente y la invención de Vázquez Figueroa eran los protagonistas absolutos del libro.
En esta ocasión, hemos seleccionado una novela donde la invención y la patente ocupan un lugar muy relevante en la trama. Se trata de la tercera parte de la obra “Les illusions perdues” de Balzac, denominada “Les souffrances de l’inventeur”. Esta novela de Honoré de Balzac se publicó en tres partes entre 1837 y 1843. Estaba dedicada a Víctor Hugo y es parte del conjunto denominado “escenas de la vida provinciana”. Balzac, una de las grandes figuras de la literatura francesa del siglo XIX, conocía bien el mundo de la impresión. En 1825 había fundado una imprenta junto con otros socios para la impresión y venta de libros. A lo largo de “Les souffrances de l’inventor” o “los sufrimientos del inventor” da buenas muestras de sus conocimientos sobre la materia.
El protagonista es David Séchard, impresor e hijo de impresor, residente en Angulema (Angoulême) que continúa el oficio y el negocio de un padre con el que las relaciones son complicadas. En aquellos años, primera mitad del siglo XIX, el papel se obtenía a partir de una pasta en la que se mezclaban fibras procedentes de ropa usada. Como todo buen inventor, David era consciente del problema al que se enfrentaba en esos momentos la impresión en Francia y en toda Europa:
“Des chiffonniers ramassent dans l’Europe entière les chiffons, les vieux linges et achètent les débris de toute espèce de tissus. Ce débris, triés para sortes, s’emmagasinent chez les marchands des chiffons en gros, qui fournissent les papeteries”
Por toda Europa había recogedores de ropa usada, de trapos y de todo tipo de tejidos para a su vez abastecer a los fabricantes de papel. De la lucha por obtener estos tejidos viene la expresión francesa “se battre comme des chiffonniers” para referirse a “pelearse violentamente”.
Balzac muestra sus conocimientos sobre la fabricación del papel, describiendo el procedimiento con todo detalle:
“Le fabricant lave ses chiffons et les réduit en une bouillie claire qui se passe, absolument comme une cuisinière passe une sauce a son tamis, sûr un châssis en fer appelé ferme, et dont l’intérieur est rempli par une étoffe métallique au milieu de laquelle se trouve le filigrane qui donne son nom au papier. De la grandeur de la forme dépend alors la grandeur du papier”.”
Balzac nos cuenta que el fabricante de papel lava los trapos y los reduce a una papilla clara que se pasa a través de un tamiz sobre un chasis de hierro dentro del cual se encuentra la filigrana que da nombre al papel.
Foto de antiguo “chiffonnier” o trapero parisino. Fuente: Passion Provence
La fabricación de papel a partir de la pulpa de celulosa obtenida de la madera no se inventó hasta la segunda mitad del siglo XIX. Hasta ese momento, la fabricación de papel era muy cara, pero el papel obtenido era de gran calidad. A diferencia de lo que ocurre con el papel que se obtiene actualmente, que se desintegra rápidamente en el agua y se deteriora con la humedad, el papel de aquellos tiempos aún se conserva sin problemas cientos de años después. Sobre la calidad del papel de antaño, aquí se encuentra un artículo donde se comenta que el parlamento británico ha venido conservando hasta recientemente todas las leyes aprobadas en papel de vitela (encontrándose en perfecto estado leyes del siglo XIII), obtenido de la piel de carnero y equivalente al “papier vélin” que se menciona en esta novela.
Sin embargo, en aquella época, tras el fin de las guerras Napoleónicas, se estaba viviendo una explosión en la publicación de todo tipo de textos y cada vez era más complicado satisfacer la demanda de ropa usada necesaria para fabricar papel. Ya, en Inglaterra, en 1660, se había prohibido que los sudarios empleados en los enterramientos se fabricaran en lino o algodón, sino que debían elaborarse de lana, que no se podía emplear para la fabricación de papel. Como se recoge en la novela, todos los profesionales de la impresión eran conscientes de que era preciso modificar la forma en que se obtenía el papel.
“La papeterie s’en tiendrait au chiffon. Le chiffon est le résultat d’usage du linge et la population d’un pays n’en donne qu’une quantité déterminée. Il fallait, pour maintenir le papier à bas prix, introduire dans la fabrication du papier un élément autre que le chiffon.”
Figura de la patente CA21053 de 1885 sobre el procesamiento de ropas para la fabricación de papel
Numerosos inventores trabajaban en esos momentos para lograr esa sustitución de la ropa usada como principal fuente de fibra en la fabricación de papel. En un momento dado, se menciona en la novela, que la Oficina de Patentes había recibido durante los quince últimos años más de 100 solicitudes relativas a la introducción de nuevas sustancias que reemplazarían a la ropa.
“Pendant ces quinze dernières années, le bureau chargé des demandes d’invention a reçu plus de cent requêtes de prétendues découvertes de substances à introduire dans la fabrication du papier.”
“Une foule de grands esprits a tourné autour de l’idée que je veux réaliser”.
En la propia novela se mencionan algunos de esos intentos; reciclaje de papel usado, empleo de algodón y de paja, pero o bien eran extremadamente caros o la calidad del papel obtenido no era la deseada. El reciclaje de papel usado era ya posible, pero a un coste prohibitivo:
“Madame Masson, dès 1794, essayait de convertir les papiers imprimés en papier blanc; elle a réussi, mais à quel Prix!”
En el caso del algodón, la calidad no era la que se acostumbraba en aquella época, sobre todo por su rápida disolución en agua:
“Salisbury tentait, en même temps que Séguin en 1801, en France, d’employer la paille à la fabrication du papier……. Le linge de fil est, à cause de sa cherté, remplacé par le linge de coton. En Angleterre on a commencé à fabriquer le papier du coton. Ce papier, se dissout dans l’eau si facilement qu’un livre en papier de coton, s’y mettrait en bouillie en y restant un quart d’heure.”
El inventor y protagonista de la obra, David Séchard, afirma conocer que en China ya se fabricaba papel a partir de las fibras obtenidas mediante la trituración de bambú. A semejanza, el pretende emplear malas hierbas, ortigas y cardos, que son baratas y crecen en cualquier terreno.
“Il va employer les orties, les chardons car pour maintenir le bon marché de la matière première, il faut s’adresser à des substances végétales qui puissent venir dans les marécages et dans les mauvais terrains.”
Pero ya en aquellos tiempos, parece que la mano de obra china era mucho más barata que la europea y David Séchard era consciente de la necesidad de automatizar la trituración de las fibras mediante algún tipo de máquina.
“Le main d’œuvre n’est rien en Chine. Il faut remplacer les procédés du chinois par quelque machine”.
Como resultado de su invención también esperaba reducir considerablemente el peso y el espesor de los libros, hasta en un 75% respecto al papel de vitela.
“Si nous parvenions à fabriquer à bas prix du papier d’une qualité semblable à celui de la Chine, nous diminuerions de plus de moitié le poids et l’épaisseur des livres. Un Voltaire relié, qui, sur nos papiers vélins, pèse deux cents cinquante libres, n’en pèserait pas cinquante sur papier de Chine”.
Era consciente del aumento de demanda de papel que se produciría en los años siguientes, debido al auge del periodismo que se estaba experimentando.
“Une grande fortune, mon ami, car il faudra, dans dix ans d’ici, dix fois plus de papier qu’il ne s’en consomme aujourd’hui. Le journalisme sera la folie de notre temps.”
Por supuesto, David poseía los rasgos característicos de todo inventor: obsesión, desconfianza, trabajo incansable e ilusión por lograr resultados económicos:
“Il était né pour devenir inventeur. Il ne pouvait pas faire autre chose”.
“Dans trois mois je serai riche, répondit l’inventeur avec une assurance d’inventeur”
En ocasiones, sucumbe a las dificultades y a la incertidumbre:
“Vous économiserez ainsi les privations, les angoisses du combat de l’inventeur contre l’avidité du capitalisme et l’indifférence de la société”
“Quelques doutes lui vinrent sur ses procédés. Ce fut une de ces angoisses qui ne peut être comprise que par les inventeurs eux-mêmes”
Pero también se ve favorecido por la suerte, que ha sido el origen de tantos descubrimientos e invenciones. En una ocasión, mastica distraídamente unos de los tallos que le proporcionaban las fibras y comprueba que es necesario triturar dichos tallos a semejanza de como se hace durante la masticación para obtener la calidad deseada en el papel.
Il avait mâché par distraction une tige d’ortie qu’il avait mise dans de l’eau pour arriver à un rouissage quelconque des tiges employées comme matière de sa pâte………. Il se trouva dans les dents une boule de pâte. Il la prit sur sa main, l’étendit et vit une bouillie supérieure a toutes les compositions qu’il avait obtenues car le principal inconvénient des pâtes obtenues des végétaux est un défaut de liant. Ainsi la paille donne un papier cassant, quasi métallique et sonore. Ces hasards-là ne sont rencontrés que par les audacieux chercheurs des causes naturelles.
Remarca que la suerte sólo la encuentran los inventores audaces. Una vez identificada cómo debe ser la trituración de los tallos para lograr una buena calidad de pasta de papel, su objetivo será obtener el mismo resultado mediante una máquina y un agente químico.
“Je vais, se disait-il, remplacer par l’effet d’une machine et d’un agent chimique l’opération que je viens de faire machinalement”.
Ya, en aquellos años, poco tiempo después de la aprobación de la primera Ley de Patentes francesa en mayo de 1791, los inventores eran conscientes de la necesidad de patentar la invención si se deseaba obtener un retorno económico. Asimismo, en aquellos tiempos, en los que el concepto de actividad inventiva aún no se había desarrollado, existía la conciencia de que la novedad no era suficiente como requisito de patentabilidad y de que existía el peligro de que se lograra evitar la infracción de la patente mediante pequeñas modificaciones (se hace referencia a un simple tornillo), que además se podían proteger mediante la denominada “brevet de perfectionnement” o “patente de perfeccionamiento”.
“J’aurai tout à la fois un brevet d’invention et un brevet de perfectionnement.
La plaie des inventeurs en France, est le brevet de perfectionnement. Un homme passe dix ans de sa vie à chercher un secret d’industrie, une machine, une découverte quelconque, il prend un brevet, il se croit maître de sa chose; il est suivi par un concurrent qui s’il n’a pas tout prévu, lui perfectionne son invention par une vis et la lui ôte ainsi des mains.”
Es por ello, que el inventor debe preocuparse no sólo de proteger la invención principal sino también posibles perfeccionamientos. David Séchard creía haber encontrado un posible perfeccionamiento que también debía patentar. Al papel se le aplicaba una capa de cola para disminuir la permeabilidad y así permitir la escritura con tinta, pero su aplicación se realizaba hoja por hoja y suponía un gran coste en mano de obra. David pretende proteger también el perfeccionamiento consistente en la aplicación de la cola en la misma cuba donde se encuentra la pasta y no hoja por hoja.
“En inventant, pour fabriquer le papier, une pâte à bon marché, tout n’était pas dit! D’autres pouvaient perfectionner le procédé. David Séchard voulait tout prévoir, afin de ne pas se voir arracher une fortune cherchée au milieu de tant de contrariétés. Le papier de Hollande (ce nom reste au papier fabriqué tout en chiffon de fil de lin, quoique le Hollande n’en fabrique plus) est légèrement collé, mais il se colle feuille à feuille par une main d’œuvre qui renchérit le papier. S’il devenait possible de coller la pâte dans la cuve, et par une colle peu dispendieuse (ce qui se fait d’ailleurs aujourd’hui; mais imparfaitement encore), il ne resterait aucun perfectionnement à trouver. Depuis un mois, David cherchait donc à coller en cuve la pâte de son papier. Il visait à la fois deux secrets.”
En la novela tampoco faltan los competidores, en este caso los poderosos hermanos Cointet, dueños de una gran imprenta, a cuyos oídos han llegado los trabajos de David Séchart. Intentarán por todos los medios obtener sus secretos antes de que se llegue a presentar la patente y lo logran parcialmente a partir de la información que les transmite uno de los trabajadores de la imprenta de David al que sobornan.
“Les Cointet entendirent de lui les premières mots relativement à l’espionnage et à l’exploitation du secret que cherchait David”.
Un problema habitual de todo emprendedor en general e inventor en particular, es la obtención de la financiación. David trata de conseguirla a través de su padre, pero los competidores, los hermanos Cointet, le hacen ver lo arriesgada que sería dicha inversión, del propio coste de la obtención de la patente (unos 2000 francos), los viajes a París que serían precisos, los ensayos que se necesitarían para poner en marcha la invención antes de comercializar el papel.
Est-ce que vous croyez, mon bonhomme, que quand vous aurez donné dix mille francs à votre fils, tout sera dit? Un brevet d’invention coûte deux mille francs, il faudra faire des voyages à Paris; puis, avant de se lancer dans des avances, il est prudent de fabriquer, comme dit mon frère, mille rames, risquer des cuvées entières afin de se rendre compte.”
Y concluye uno de los hermanos diciéndole al posible financiador de la invención, que no hay nadie del que deba desconfiarse más que de un inventor:
“Voyez-vous, il n’y a rien dont il faille plus se défier que des inventeurs”.
David se ve envuelto en un asunto de una deuda no pagada por su cuñado, Lucien, a los hermanos Cointet, la cual le envía a prisión. Aprovechándose de la delicada situación de David, los Cointet logran ser incluidos como titulares de la patente en un contrato, gracias al cual David ve perdonada su deuda y puede abandonar la cárcel. A continuación, se reproduce el texto del contrato de constitución de la sociedad entre David y los hermanos Cointet:
“Monsieur David Séchard fils, imprimeur à Angoulême, affirmant avoir trouvé le moyen de coller également le papier en cuve, et le moyen de réduire le prix de fabrication de toute espèce de papier le plus de cinquante pour cent par l’introduction de matières végétales dans la pâte, soit en les mêlant aux chiffons employés jusqu’à présent, soit en les employant sans adjonction de chiffon une société pour l’exploitation du brevet d’invention à prendre en raison de ces procédés, est formée entre Monsieur David Séchard fils et messieurs Cointet frères aux clauses et conditions suivantes….”
Finalmente, los hermanos Cointet se apoderan de la patente y David renuncia, marchándose al campo a vivir tranquilamente disfrutando de la herencia paterna recibida. La novela concluye afirmando la importancia que la invención ha tenido para la industria papelera francesa.
“La découverte de David Séchard a passé dans la fabrication française comme la nourriture dans un grand corps. Grâce à l’introduction de matières autres que le chiffon, la France peut fabriquer le papier à meilleur marché qu’en aucun pays de l’Europe.”
Como curiosidad, en la novela aparece un personaje español; Carlos Herrera, canónigo de Toledo que viaja a Paris como representante diplomático del rey Fernando VII y que convence a Lucien, cuñado de David, para que no se suicide, pagándole una importante suma, a cambio de que se transforme en su secretario personal. Carlos Herrera es en realidad el ex-presidiario Vautrin, que aparece en otras novelas de la serie « La Comedia Humana ».
Por lo que se refiere al mundo de la invención y de la patente, se puede concluir que la novela de Balzac es una de las primeras que describen en detalle las vicisitudes de un inventor para proteger su invención mediante esa modalidad legal recientemente aparecida y llamada patente de invención. También resulta sorprendente observar cómo casi 200 años después, muchas de las experiencias vividas por un inventor particular, David Séchard, que buscaba la explotación económica de su invención se siguen repitiendo.
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