Antoine de Saint-Exupéry: Escritor e Inventor

En este blog hemos dedicado numerosas entradas a la relación entre el mundo de las patentes y la literatura. Si está interesado en conocer más sobre esta relación, le recomendamos que visite dichas entradas; la dedicada a la novela de Balzac “Les souffrances de l’inventeur”, la entrada dedicada al día del libro en 2015, al “Congreso en Estocolmo” de José Luis Sampedro, “El agua prometida” de Vázquez Figueroa o las dedicadas a la literatura de ciencia ficción como “the Venetian Court” de Charles L. Harness y “Patent Pending” de Arthur C. Clarke.

Este año, para celebrar el día del libro, hemos escogido como elemento de vínculo entre las patentes y la literatura al escritor francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) mundialmente conocido por su obra “El principito”. En realidad, su profesión fue la de piloto, a la que accedió durante la realización de su servicio militar en 1921. Sus biógrafos comentan que desde muy temprana edad dio pruebas de gran ingenio. Entre 1934 y 1940 presentó una serie de solicitudes de patentes de invención relacionadas con el mundo de la aviación. Aunque carecía de formación científica, siempre se sintió atraído por las ciencias físicas y las matemáticas. Se encontró varias veces con el físico Fernand Holweck en su laboratorio de Montrouge, ya que estaba interesado en la utilización de las ondas electromagnéticas para medir distancias. Asimismo, durante su estancia en Los Ángeles se entrevistó en varias ocasiones con el teórico de la aerodinámica Théodore von Karman con el que compartió las experiencias adquiridas en sus numerosas horas de vuelo.

En 1939 y ante la inminencia de la guerra contra Alemania, se unió a un grupo de reconocimiento de la fuerza aérea francesa. Tras la derrota y la ocupación alemana de Francia, se incorporó a las fuerzas aéreas estadounidenses. Falleció en 1944 en plena guerra mundial al caer su avión, un Lockheed P-38 lightning, sobre el Mediterráneo frente a Marsella cuando se dirigía a una misión sobre Lyon tras despegar en Córcega.

En la base de datos de Espacenet es posible encontrar 16 familias de patentes en las que figura como inventor. Las invenciones trataban de solucionar algunos problemas técnicos que se encontraba en sus misiones aeronáuticas, ya sea de tipo civil o militar. A continuación, analizamos algunas de las mismas, las cuales es preciso aclarar que no llegaron a ser explotadas comercialmente.

FR795308: Se trata de un método para el aterrizaje de aviones sin visibilidad, así como unos dispositivos para su realización.  La parte delantera del avión proyecta una figura oval o circular sobre el suelo, En la parte posterior del avión una célula fotoeléctrica mide el diámetro de la figura. El tamaño de la figura que se mide determinará la altura a la que se encuentra el avión.

FR837676: El objeto de esta invención es un goniógrafo o medidor de ángulos. Tenía como objetivo ayudar a trazar la ruta a seguir sobre un mapa.

FR838687: Se trata de un sistema repetidor de lecturas de los diversos indicadores disponibles en la cabina del avión. Agrupa las indicaciones de todos los instrumentos y los sitúa a la vista del piloto. Utiliza espejos y células fotoeléctricas.

FR850093: En esta patente, el objeto es un sistema de propulsión y sustentación para aviones basado en la utilización de cohetes:

FR861386 Esta patente tiene por objeto un dispositivo de arranque para aviones, más concretamente un arrancador de motores que emplea agua. Se trata de un sistema de volantes de inercia que se van llenando o vaciando de agua para que sean más o menos pesados.

En 1926, Antoine trabajó para la compañía aérea Latécoère, que realizaba viajes comerciales entre Toulouse, el Marruecos francés y Dakar, siguiendo la costa mediterránea española. Este período de su vida quedó reflejado en su libro “Terre des hommes”. En el comienzo del libro se refiere al temor que le inspiraban las montañas españolas:

“Nous vivions dans la crainte des montagnes d’Espagne, que nous ne connaissions pas encore, et dans le respect des anciens”.

También este libro incluye numerosas reflexiones sobre los aviones, que en aquellos años aún no habían alcanzado la madurez, como cuando señala que la invención se torna perfecta cuando el piloto logra olvidarse de que vuela dentro de una máquina:

“La perfection de l’invention confine ainsi à l’absence d’invention. Et, de même que, dans l’instrument, toute mécanique apparente s’est peu à peu effacée, et qu’il nous est livré un objet aussi naturel qu’un galet poli par la mer, il est également admirable que, dans son usage même, la machine peu à peu se fasse oublier ».

Durante sus años como piloto en el ejército francés siempre se quejó de los problemas que planteaba el sistema de propulsión mediante hélices y trató de convencer a sus mandos de la necesidad de investigar en la obtención de una propulsión a reacción, en la que ya estaban trabajando tanto los británicos como los alemanes. Sin embargo, no logró convencer a sus superiores. Como se ha comentado anteriormente, una de sus patentes, la FR850093, se refería a la propulsión a reacción.

Además de las invenciones patentadas, se dice que también tuvo, durante el invierno de 1939, la idea de añadir una solución de metilo-glicol al aceite de las metralletas de los aviones para evitar su bloqueo, al congelarse el agua generada durante el disparo. Esta solución aún se emplea hoy en día para evitar la congelación de la superficie exterior de los aviones militares y comerciales, durante el invierno. También en aquella época barajó la idea del llamado “camuflaje luminoso”, ya que recordaba de sus años en Argentina que un piloto se encuentra más cegado por una explosión luminosa brusca y violenta que por la oscuridad y por tanto sugirió extender una alfombra luminosa para esconder los lugares estratégicos.

En fin, un personaje que ha pasado a la historia por su aportación a la literatura, pero que también fue interesante desde el punto de vista de la tecnología aeronáutica. Antoine de Saint-Exupéry es asimismo conocido por sus célebres frases, reproducidas frecuentemente. Terminemos con una de ellas, relacionada con el mundo de la invención:

“La perfection est atteinte, non pas lorsqu’il n’y a plus rien à ajouter, mais lorsqu’il n’y a plus rien à retrancher.” / La perfección no se obtiene cuando ya no hay nada más que añadir, sino cuando ya no hay nada más que retirar. (Antoine de Saint Exupery, «Terre des hommes »)

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