Virus Schmallenberg (SBV): sorpresas, las justas

Ya dijimos hace un par de posts que cuando «emerge» un nuevo virus, especialmente cuando lo hace en los medios de comunicación, hay una «eclosión» de noticias que se acumulan en una determinada fase de la emergencia, en particular en aquella en que la incertidumbre es máxima. No tiene mucha lógica. Lo ideal sería que las noticias fueran surgiendo a medida que el conocimiento se va ampliando, pero es lo que hay. En este blog nos gustaría separar «el grano de la paja», la información relevante de lo fútil, redundante o superfluo, y para ello continuaremos resumiendo la actualidad en torno a los virus emergentes, y en este caso en torno al virus Schmallenberg (SBV), sobre el cual ya hemos ido publicando algunos posts (Schmallenberg (Alemania)¿otro nuevo virus?; Virus Schmallenberg: más cerca; Virus Schmallenberg: alta seroprevalencia en bovino en Holanda, y Schmallenberg, 3 en 1: 1) Posibles vectores; 2) Primera imagen, y 3) Primer caso en España).

Lo último sobre SBV es que, gracias a los ensayos serológicos disponibles (desarrollados en tiempo récord, algunos ya en el mercado), científicos del Instituto Robert Koch de Berlín han examinado muestras de suero de personas expuestas al virus. En general se trata de ganaderos y personas en contacto con casos de enfermedad en ovejas (el virus afecta principalmente a ovinos). El resultado del estudio subraya la ausencia de anticuerpos específicos para SBV en personas en contacto con cantidades significativamente altas del virus, lo que parece indicar que entre los hospedadores del virus no se encuentra la especie humana. Esto era de esperar, puesto que ninguno de los virus conocidos similares a Schmallenberg (Shamonda, Simbu y Akabane) infectan a humanos.

Visto en perspectiva, podemos resumir el estado actual de conocimiento sobre el SBV del modo siguiente: el virus es muy similar a otros orthobunyavirus conocidos del serogrupo Simbu, en particular guarda una estrecha relación con el virus Shamonda, identificado en África subsahariana y en Japón. Éstá pendiente un estudio genético que confirme si se trata o no del mismo virus, pero estudios preliminares así lo sugerían. Su rango de hospedador (ovejas, cabras, vacas), su patogenicidad (abortos, malformaciones congénitas), su forma de transmisión (picadura de artrópodos, en particular Culicoides o jejenes), su epidemiología, etc, son similares a los de estos otros virus ya conocidos. Recordemos (como ya se señaló en un post anterior) que los virus emergentes son aquellos en que concurren alguna de las 3 situaciones siguientes:

1. Los que son conocidos pero se diseminan a una nueva área geográfica o población

2. Los que, como consecuencia de un cambio o evolución de un virus previamente existente, causan una nuevo tipo de infección.

3. Los que nunca ants habían sido descritos, y son diagnosticados por primera vez.

Por lo tanto, dentro de los virus emergentes, y salvo sorpresas que puedan venir de un análisis genético más exhaustivo (que se está haciendo esperar) el SBV se encuadraría probablemente en el primer tipo, es decir, aquellos patógenos conocidos que se diseminan a una nueva área geográfica o población, en este caso al territorio europeo. Con esta perspectiva, el curso de la epidemia no es muy distinto del previsto, con los casos en ovejas ya declinando, como pronto ocurrirá en bovinos, debido a su período de gestación más largo que el de ovejas. La morbilidad y mortalidad estimadas son bajas, y el impacto económico de la enfermedad por el momento está siendo igualmente bajo, como ha señalado la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) en un reciente informe.

Desde luego, la mayor incertidumbre que queda en torno al SBV tiene que ver con su origen y forma de introducción en Europa. Sin embargo es poco probable que este punto pueda esclarecerse del todo, teniendo en cuenta los antecedentes de otros virus que han emergido recientemente en territorios fuera de su rango geográfico habitual. Por ejemplo, el modo en que se introdujo en Holanda el serotipo 8 del virus de la lengua azul que asoló la cabaña ganadera europea desde 2006 sigue siendo un misterio, como lo es la introducción del virus West Nile en Norteamérica detectado por primera vez en Nueva York en 1999 y que se extendió de costa a costa en un período de unos pocos años. Establecer la via de entrada de estos virus sería un paso muy útil para prevenir posbiles entradas futuras de patógenos similares, pero desgraciadamente no es tarea fácil.

 

 

 

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