Texto: Patricia Hernández Medrán

 

Cuando aún resuenan en la sala Juan de Villanueva las reformas educativas de Manuel García Morente y los bombardeos del frente republicano ubicado en la Ciudad Universitaria, el Centro Cultural Conde Duque redirige nuestros pasos hasta adentrarnos en las despiadadas y frías cárceles para mujeres de la primera década de la dictadura franquista. Una exposición fotográfica documentada con fondos procedentes de archivos públicos, entidades privadas, el patrimonio personal de las propias represaliadas y sus familias, e instantáneas de fotógrafos como Alfonso Sánchez Portela, Santos Yubero o Hermes Pato; complementada con grabaciones sonoras de entrevistas a presas de la época y un documental, «Del olvido a la memoria. Presas de Franco», basado en los testimonios recogidos, desde el año 1974, por Tomasa Cuevas Gutiérrez, encarcelada por militar en el partido comunista y que cumplió condena por ello, durante 30 años, en diferentes presidios del país, lo que le incitó a salvaguardar esa memoria histórica, tan presente e incómoda para algunos en la actualidad, y que publicó en 1982 bajo el título Testimonios de mujeres en las cárceles franquistas.

 

El recorrido está plagado de miradas maquilladas por la oficialidad de los retratos pero cargadas de desconfianza, de miedo, mucho miedo, de ira, resignación, de ojos infantiles que apenas habían vislumbrado la luz, y otros, el de las ancianas, cuyos párpados pesaban, premonitoriamente, como losas de sepultura. De nada sirvieron los planes de rehabilitación de presos y creación del Cuerpo de Prisiones profesional que inició, durante la Segunda República, la abogada y Directora de Prisiones Victoria Kent Siano, inmediatamente sustituidos por sotanas, hábitos, yugos y flechas, torturas, vejaciones, trabajos forzados, y sobreexplotación de mano de obra gratuita para el enriquecimiento de los empresarios afines al régimen. El pecado de todas ellas: dos, ser «rojas» y mujeres. Tampoco ha quedado en el olvido de los organizadores de la exposición, la exacerbada misoginia que impregnaba el régimen en todos sus ámbitos, y especialmente en las prisiones, auspiciada  por las autoridades científicas, como ilustran con los informes de Antonio Vallejo Nájera y su Gabinete de Investigaciones Psicológicas, y artículos periodísticos como el de José Vicente Puente, publicado el 16 de mayo de 1939 en el diario Arriba y titulado «Madrid recobrado. El rencor de la mujeres feas», en el que las tacha, entre otras cosas, de fauna pestilente. Buena cuenta del feroz aislamiento y censura que sufrieron recayó en la prohibición de la circulación, en los penales, de libros, prensa, o cualquier tipo de fuente de información y formación; la cultura y la educación, como es sabido, como el enemigo más peligroso y difícil de combatir. Las «tareas de su sexo» y la práctica de un anquilosado catolicismo se convertirían, a partir de 1939, para aquellas mujeres, en su «redentora penitencia», un purgatorio en vida que, estas jóvenes luchadoras nonagenarias, se empeñan en que no quede en el olvido.

 

Más información en el Centro Cultural Conde Duque.

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7 comentarios

  1. Hoy he ido a visitar la exposición , recuerdas cuando me la recomendaste mi problema de homonimia, pues según llegamos aparece un señor mayor y algo sordo gritando ¡vamonos, vamonos de aquí que esto no es lo que yo creía, que yo pensaba que eran presas de Franco, pero presas de pantanos!, ¡no me lo podía creer!, tu si pues Quique dice que él da fe.

    Estábamos aún riéndonos del incidente cuando se me acerca una señora por detrás y me dice:

    -Yo también he estado presa, aparezco en esa foto, y me señala una fotografía de la cárcel de mujeres de Alcalá de Henares. Mi nombre es Amada Martinez, (y no Amanda como pone en el cartel). Remedios Montero ( que también aparece) fue compañera mía de cárcel.

    Como puedes comprender se me encogió el alma y medio en broma, medio en serio le pregunté que ¿qué había hecho para ir a la cárcel?, se me queda mirando y me dice con chulería y orgullo:

    – Por Roja, a la cárcel yo fui por Roja, desde los 17 años estuve con las guerrillas, en la cárcel estuve 8 años, 2 meses y 15 días, salí de allí con 28 años, a mi padre le habían matado al igual que a una hermana, pero sabe que le digo, que no me arrepiento de nada y que lo volvería a hacer de nuevo.

    Miro a estas mujeres las de la exposición de la facultad de filosofía en concreto a Carmen y a Amada presa de Franco, tan orgullosas cada una de su destino que siento envidia y no puedo menos que acordarme de mi abuela Felisa tan guerrillera a su modo.

  2. Soy uno de los comisarios de la expo Presas de Franco y acabo de reírme con la confusión de "los pantanos" de la que ha dado fe María… y de emocionarme con lo de Amada Martínez. Ciertamente eso es lo más bonito que tiene esta expo: la de suscitar la posibilidad de que sus protagonistas -presas, familiares- puedan verse reconocidas. Pasó cuando estuvo en Barcelona y Valencia, la gente que se quedaba viendo una foto, recordaba y se lo contaba a quien tuviera al lado…

    Gracias a Patricia por el texto de la entrada. Un abrazo.

  3. Gracias Fernando por darnos la oportunidad por medio de exposiciones como estas de conocer la realidad de la realidad, de ver como era la historia y de que la historia se nos aparezca a nuestro lado mirando una fotografía, Amada sin ir más lejos lo valía, me encantó conocerla y que todavía siguiera pensando que su vida había sido la que ella había elegido.

    Un saludo

  4. Gracias a todos los que habeis colaborado con los distintos homenajes, pues soy hija y sobrina de dos mujeres que aparecen en las fotos de la exposición. Y me siento orgullosa de luchadoras que fueron, mi madre permanecio 11 años en distintas carceles(Saturrarán, Amorebieta y Segovia), mi tia 20 años esta además estuvo en Madrid.

    Me da mucha pena que ellas no puedan ver estas exposiciones.

    un saludo

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