El tributo de la movilidad

Las imágenes del accidente sufrido ayer en Asturias por un autobús son dantescas.

Las imágenes de niños fallecidos desangrándose en el asfalto, de los guardias civiles llorando, de las familias descompuestas, no pueden ser un tributo a pagar. Algo se esta haciendo mal, muy mal.

Como toda sociedad, desde el principio de los tiempos, debemos pagar nuestro tributo a nuestros dioses paganos. Todavía no los sabemos con certeza pero si que ya sobrepasan el número de 100 las víctimas de la última semana. Lo escuchamos en la radio, lo vemos en la televisión y nos mostramos impasibles. Es el tributo que hay que pagar por la movilidad, y lo asumimos obedientemente.

Pero no es solo esta semana, (¿Santa?); todos los lunes, mientras nos terminamos de duchar, escuchamos en la radio: 40, 50, 60 muertos el pasado fin de semana. Seguimos con nuestra rutina mañanera sin que se nos remueva la conciencia los más mínimo. No nos damos cuenta de que no son solo cifras, si no que son familias destrozadas para siempre, vidas que se van sin remisión.

Si cualquier otro hecho de los acaecen en nuestras vidas diarias nos costase un precio similar, alguien ya se habría rasgado las vestiduras hace mucho tiempo y eso que es la principal causa de muerte en las personas entre 5 y 29 años. No, no es el tabaco, ni el botellón.

 

La UE, hasta la fecha nunca ha entrado de lleno en estos temas, bien es que se financian proyectos de investigación, o que en el nuevo programa marco hay un capítulo especifico dedicado al Transporte, y que incluso se ha hecho una recomendación de la Comisión, de 6 de abril de 2004, sobre la aplicación de las normas de seguridad vial, con muy buenas intenciones, o una pomposa carta europea sobre la seguridad vial.

Pero 50.000 personas fallecidas al año en los estados miembros son unas cifras escandalosas. Cada año una ciudad de tamaño pequeño desaparece aniquilada.

Pero todavía no hemos visto a la Comisión Europea amenazar con abrir un procedimiento contra el estado Español por las sangrías que cada fin de semana se producen (O a otros, que el problema no es solo nuestro). Si que lo hemos visto por otros asuntos, como poco, mucho más nimios. (Como siempre el que manda es el dinero, y la pela lo que mueve a este tipo de actuaciones).

Y airear dramas familiares cada fin de semana, de decenas de familias, miles en Europa, no interesa. No es rentable electoralmente. Es el precio que hay que pagar, y que nadie proteste.

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