Una historia Común (III). Una constitución en la nevera

El tratado de Niza fue consecuencia del Consejo Europeo de diciembre de 2000, donde se acordó iniciar una nueva revisión de los textos fundacionales para así poder dar cobertura legal a la ampliación de la Unión hacia sus vecinos del este. Pero, quizás más importante, la reunión celebrada en Niza dió lugar a que en el seno de la Unión aparecieran otras cuestiones subyacentes que preocupaban a sus miembros y que quedaron recogidas en la “Declaración de Niza”.

Las mismas hacían referencia a las relaciones entre la Unión y los estados miembros, a la necesaria asunción de los derechos humanos reconocidos en el propio Tratado de Niza, a como modificar los tratados constitutivos de manera que sean fácilmente entendibles sin que pierdan su significado, y por último el papel de los parlamentos nacionales en la construcción europea.

 

En este sentido, y tras el Consejo de Laeken en diciembre de 2001, se aprobó la Declaración por el futuro de la Unión donde se comprometía una Europa más democrática y transparente, y para ello mostraba la necesidad de una Constitución Europea para dar respuesta a las anteriores cuestiones. Para ello se acordó la realización de una convención que estudiara esta posibilidad.

 

La misma se realizó entre febrero de 2002 y Julio de 2003, presidida por el ex presidente francés Valery Giscard d’Estaing, y dio lugar al primer borrador de Constitución Europea. Este borrador fue el principal documento de trabajo de la Conferencia Intergubernamental, compuesta por los Jefes de Estado y Primeros Ministros de los países miembros, que auspiciada por la presidencia Italiana en octubre de 2003, trabajó en conseguir un consenso unánime sobre la misma, lo cual no se consiguió hasta el pasado 18 de junio de 2004, en el Consejo Europeo de Bruselas.

Es necesario remarcar que, una vez aprobado el texto constitucional, deberá ser ratificado por los distintos estados miembros, en las modalidades que estos escojan, (referéndum, ratificación parlamentaria…etc). Mientras esta última fase no llegue a su fin hay que resaltar que el Tratado de Niza sigue completamente en vigor, y parece que por mucho tiempo.

No obstante todo en esta vida tiene fecha de caducidad, aunque esté guardado en la nevera…

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