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Declaración de Donostia
Los Ministros de Innovación reunidos en el Consejo informal de San Sebastián el 8 y 9 de febrero han adoptado la Declaración de Donostia en la que sitúan el I+D+i como elemento central de la estrategia europea para 2020 y como elemento clave en la recuperación económica de la UE.
Concretamente:
La ciudadanía europea valora el papel que ha jugado la ciencia en su historia común, y reconoce su importancia para el futuro de Europa, algo que la Estrategia EU 2020 destacará convenientemente.
Pero la ciencia europea también vive el presente. Europa debe recuperarse de la peor crisis económica de las últimas décadas y la ciencia va a ser parte de la solución. Las instituciones y las personas que trabajan en el Espacio Europeo de Investigación son conscientes de la coyuntura económica europea y quieren jugar un papel activo en la recuperación y en el crecimiento. Desde la investigación básica o fundamental, a la investigación aplicada y el desarrollo tecnológico, toda la ciencia tiene algo que aportar: Aquí y Ahora
La investigación fundamental, tanto en las humanidades y ciencias sociales como en las ciencias naturales, nos ayuda a entender mejor el universo y a nosotros mismos. La búsqueda del conocimiento es un pilar fundamental de la cultura europea y forma parte de los valores que compartimos y, al mismo tiempo, es esencial para abordar los grandes desafíos a los que se enfrenta nuestra civilización. La mayoría de estos desafíos —como la energía y el cambio climático, la salud o el envejecimiento— tienen una dimensión global y un notable impacto socioeconómico.
Además, la investigación básica ha generado directamente algunas de las innovaciones más revolucionarias y demanda materiales, equipos e infraestructuras tecnológicamente avanzadas, que son suministrados por empresas europeas.
Por su parte, los hombres y mujeres dedicados a la investigación aplicada y al desarrollo tecnológico, tanto en el sector público como en el privado, están trabajando para hacer a nuestras empresas más competitivas en el medio plazo, mediante la puesta a punto de nuevos productos y servicios de uso industrial o doméstico. Disponen además de soluciones tecnológicas de uso inmediato que pueden ayudar a las empresas más castigadas por la crisis y especialmente a las PYMEs de los sectores más tradicionales y de menor intensidad innovadora.
En definitiva, la ciencia europea quiere avanzar de la mano de la sociedad que la financia, y que es la beneficiaria última de sus descubrimientos, y lo hace consciente de los tiempos difíciles que atraviesa la economía europea y comprometida con el impulso a un nuevo modelo económico más sostenible y más basado en el conocimiento”

En los Consejos Informales no se pueden adoptar resoluciones vinculantes, se utilizan simplemente para mostrar compromisos políticos por parte de los Estados.
La Declaración de Donostia es eso, una declaración de intenciones que aunque relevante y significativa no conlleva una obligación legal para la UE.
Lo mismo sucede con los debates sobre el vehículo eléctrico que han tenido lugar en San Sebastián. Sin duda ha sido el elemento estrella del debate e importantes países productores como España, Francia o Alemania han transmitido su interés en que la UE apueste por este tipo de automóvil dentro de su plan de recuperación económica.
Ahora bien, habrá que esperar hasta el Consejo formal de mayo (en Bruselas) para comprobar las implicaciones legales y presupuestarias de estas buenas intenciones.

