El verano calienta la sangre. Es el tiempo de repasar los diarios, de hacer balance del curso, de soñar con lo que jamás haremos.
Escribo sobre el verano como todos los veranos, y seguramente escribiré lo mismo.
Escribo sobre el verano como si todo fuera a cambiar y como de costumbre nada cambiará.
El verano me aturde los sentidos, me hace perder la consciencia a primera hora de la tarde
y me hace visible antes los demás durante mas horas del día.
El verano es la transición, la espera del aire fresco del otoño para huir del tiempo perdido.
Mis veranos son conmo los domingos por la tarde, desilusiones grises que terminan
con un programa de radio de lamentos.
El verano es tan falso como una fotografía de tajeta postal, azulones en el cielo que fue blanco
y  brillos por todas partes.
Si fuera verdad que las bicicletas son para el verano, veríamos a los paseantes en corte
pedaleando hacia cualquier parte…
El verano es incluso el tiempo que dedico a este blog que permite  intercambiar miradas,
solo miradas.
Ya llegó el verano y como siempre haremos mil planes que jamás se cumplirán
y antes de que nos demos cuenta la historia nos habrá engullido
y estaremos en otro verano diciéndonos las mismas cosas.
Voy a mirar hacia otra parte por si puedo despistarlo… aunque no lo creo.

Juan Miguel Sánchez Vigil

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