Juan C. Marcos Recio

Ya no está. ¿Por qué se fue? Él mismo decidió. Quizás haya muerto para siempre.

Teníamos cada día la actualidad informativa. Era la competencia directa de los medios y hasta de las redes sociales, porque cada quien las utilizaba en su beneficio. Era la información al instante. Contada con un estilo muy personal, diverso, singular. La información en estado puro. ¿Nostalgia? Pues claro. Era un momento diferente de la clase. Todos se esforzaban por que su información trascendiera aquellas paredes de cemento armado.

-Mis piernas, ya no tiemblan, dice una alumna.
– Las mias tiemblan cada día en clase , responde otra.
– En mi caso, es pura experiencia, añade un tercer alumno.

-¿Quién lo inventó? ¿A quién se le ocurrió? se escucha entre murmullo al fondo del aula.

Y de ese murmullo sale una frase positiva para el grupo: Fue excitante dicen desde los laterales de la clase; al menos, fue excitante mientras duró. Te veías obligado a seguir la actualidad por unos días para ofrecer tu mejor versión.

De los primeros lugares del aula se escucha entre dientes, bajito como hablando para uno mismo: «Yo sigo soñando con él cada mañana. Es mi amor consentido».

Estar informados en la actualidad, en un grupo de más de cien personas, es un reto que asumimos al comenzar a estudiar periodismo. Hoy, desde la distancia del deber cumplido, contamos, narramos, ofrecemos nuestras experiencias vividas, de tipo personal, periodístico, humano, tecnológico, etc.

Pero no, no nos engañemos. No si queremos seguir en esta profesión que la mayoría de ustedes decidieron por vocación. Este minuto informativo nos acompañará para toda la vida. Informar es un reto, nuestro reto, que ya superamos en la primera ocasión en la que nos enfrentamos. Periodismo en estado puro.

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159 comentarios

  1. La fugacidad de ese eterno minuto que se hace correr conforme en el mundo ocurren tragedias o noticias que lo sacuden y abruman a toda la humanidad. Esos sesenta segundos en los que se sienten los dinámicos movimientos que tiene nuestro planeta. Los placeres de la rapidez que se combinan con la curiosidad y la capacidad de asombro. El elixir que queda luego de ese tiempo es eterno.
    La emoción que se sintió cada vez que una persona se ponía de pie para comenzar a enunciar sus noticias, nos pudo sacudir a todos los presentes. Esa capacidad de alcance y de empatía con los demás hace que los mensajes lleguen más claramente. Se pueden disimular los nervios y el susto típico de quienes comienzan a hablar ante una audiencia desconocida. La noticia puede con eso y más. Somos el presente, somos el futuro capaz de llegar a grandes públicos.
    Las oportunidades que transcurren son únicas. Lograr demostrar los talentos dentro del aula es un gran privilegio que pocos tenemos durante nuestra carrera. El simple hecho de podernos expresar ante un grupo de más de cien personas nos da ese soporte necesario. Con él podremos comenzar a despertar ese “gusanillo” del periodista.
    Reportan desde un tanatorio de Madrid que el minuto informativo no volverá, ya se encuentra dentro de su ataúd. La información que recibieron para su lápida dice lo siguiente:

    “Serás siempre recordado por todos aquellos que te tuvimos miedo, por los que te escuchamos en voces de otros, pero por sobre todas las cosas, por aquellos que perdimos el miedo a expresarnos en público gracias a ti.

  2. Parecía sencillo…
    Lo sentimos como un reto personal.
    Cada uno desplegaba sus mejores artes, para sorprender a todos los oyentes, los mas destacados se sentaban envueltos en aplausos.

    Solo es la ultima actualidad informativa comentábamos.
    ¿Cómo lo enfocamos?
    Pon esta noticia es de ultima hora!
    ¡Cronometradme!
    60 segundos de nervios, de dudas e inseguridades pero sobretodo emociones que nos acercaron y motivaron para seguir con nuestro objetivo final: ¡EL PERIODISMO!

  3. Cae la noche y empiezan las noticias de las 21.00, no se habla de otra cosa, Donald Trump ha ganado las elecciones de EEUU, un bombazo , pero yo necesitaba más, no podía quedarme con una sola noticia. Mi minuto informativo debía mencionar la noticia del día, pero también informar, dar a conocer otras noticias que mis compañeros no supieran, así apagué la televisión que no me daba nada mas allá de Donald Trump y empecé a investigar en periódicos, y al fin encontré noticias diferentes, pero otro problema se venia a mi mente, ¿Qué noticia era mas importante? ¿Cuál merecía ser mencionada en mi minuto? No lo supe averiguar.
    Llegó la mañana siguiente, a las 10.00 comenzó el minuto, tenía que clavarlo, debía decir todas mis noticias (que eran muchas) lo más rápido que pudiera. Me levanté y comencé a soltar todas mis noticias, quedándome casi sin aliento, fue un minuto si, pero el más largo de mi vida. Sin embargo, al terminar me sentí satisfecha de lo que había hecho, y aliviada de haberlo superado.

  4. El minuto informativo es sin duda una de las cosas que más deseaba desde el principio de curso, me moría de ganas de saber cómo me iba a desenvolver, si la gente me iba aplaudir, si iba a conseguir las mejores noticias…
    Sin embargo, la realidad una vez más se puso enfrente mía, pues esa misma semana me puse malísima, muy afónica por lo cual no pude ensayarlo ni una vez porque mi voz se iba debilitando cada día más y más, hasta casi desaparecer…,a la misma vez que estaba súper agobiada por ser de las últimas de la lista, luego no me podía permitir ningún fallo.
    El día por fin llego, de camino a clase en el tren recuerdo como estuve tomando mil caramelos y pastillas para que mi voz pudiera ser decente, la suerte estaba echada, mi voz sería la que pondría el punto final a esta historia.
    Dieron las 10 al reloj y mi cara de preocupación ascendía…¿Tendría voz o habría desaparecido?…
    El profesor dijo mi nombre era mi momento, me levante puse la mirada fija en el papel, respiré por unos momentos y empecé a hablar, para mi sorpresa mi voz era mejor de la que esperaba pero no la que me hubiera gustado, la forcé al máximo y lo conseguí, mi minuto estaba hecho, la espera por fin había acabado.
    A pesar de todo, siempre tendré una duda dentro en mí: ¿Lo habría hecho mejor con mi voz real? Nunca lo sabremos…

  5. Minuto Informativo:
    A ti que, rebosante de erotismo, me hiciste adicto a tus besos, droga de papel prensa, descubriendo el vicio oculto que escondía cada primicia.
    A ti que soñamos juntos durante meses y en las mañanas de miércoles y jueves me hacías recrear con tus suspiros agitados.
    A ti que te ponían los segundos en silencio después del colérico aplauso.
    A ti que siempre fuiste impredecible a los horóscopos, pues de lo que tratabas ni tan siquiera un brujo podía adivinar.
    A ti que fuiste pólvora mojada en un soterrado otoño del que no tenía escapatoria alguna.
    A ti que me enseñaste a rozar el vértigo indómito de mi «yo» más primigenio, para vivir el presente con mayor intensidad.
    A ti que demostraste que no todo lo que puede seducir se encuentra donde pensamos.
    A ti que no te temblaba el pulso evocando placeres y tristezas.
    A ti que me quitaste las ganas de todo menos de tenerte conmigo al menos una vez más.
    A ti, que aún sabiendo que corría el riesgo de enamorarme, quise conocerte.
    Sí. Creo que me estaba acostumbrando a ti, a nosotros.

  6. Tic, tac, tic, tac… ¿¡Cómo es que tan lento pasa el tiempo!?

    El minuto informativo demostró que el tiempo es subjetivo que 60 segundos pueden durar mucho tiempo o que, tal vez, sean más largos los minutos de antes, esos en los que deseas escuchar tu nombre en boca del profesor y es ahí cuando respiras profundo e intentas hacer llegar a todos tus oyentes, de una forma especial, las noticias que decidiste destacar.
    Gracias al minuto informativo que nos enseñó a temer,a amar y a cuidar el tiempo.

    No guardaremos más minutos de silencio, no dejaremos morir lo que aún tiene vida… Viviremos lo que aún no está muerto. Por ti, por él y sobre todo por el periodismo, hagamos un minuto informativo.

  7. «Hola buenos días»; «Hola buenas tardes» no, no, mejor «son las 12 horas en Madrid, las 11 en Canarias» no, no, tampoco. Fue lo primero que pense cuando supe que me tocaría. Luego vino el buscar la noticia. Pero esperen, es cierto que no podía buscarls hasta ese mismo dia. ¿Como me despido? Fatal.
    Pase mucho tiempo diciéndome a mi mismo que era una pérdida de tiempo hacer el minuto informativo, y lo admito porque creo que eso es lo mas lindo, decir cuando nos equivocamos y saber pedir perdón. No fue hasta que escuche a Juan Carlos decir: «lo bonito es ver como les tiemblan las piernas pero igual siguen, tienen que controlar los nervios.» (Cita no textual); cuando me di cuenta del trasfondo de todo este asunto, cuando comprendi a que se debieron mis nervios, y cuando finalmente pude justificar esos sudores en pleno invierno.
    Es cierto que todos venimos creyendo que hacemos lo que amamos, y claro que queremos trabajar en la televisión en unos años, ahora mismo si se pudiera; ¿pero realmente estamos preparados? No.
    Y es muy bonito darse cuenta de eso, es invaluable esa sensación de nerviosismo natural, que espero, jamas desaprezca de mi persona, porque me demuestra que estoy vivo, me lo recuerda cada vez que necesito levantar la voz frente a muchas personas.
    Agradezco ese minuto de la vida en que tuve la atención de mas de cincuenta personas, sin ser aún graduado. Es un recuerdo que siempre llevare conmigo.
    Gracias por confirmarme que estoy exactamente donde deberia estar, y que frente a mi hay un arduo camino que me llevara a donde me corresponde.

  8. Fugaz y rápido, como las estrellas. Es un minuto en realidad, pero es tu minuto, tu minuto de gloria, de desearlo hacer cada día, porque no es un minuto cualquiera, es tu primer minuto.
    Llego a clase con la triste noticia de que un equipo de fútbol tiene un accidente aéreo, no deja de ser noticia pues, todos sentíamos algo de ese avión dentro de nosotros.

    El profesor nombra a Sergio Sánchez, yo, tras haberlo ensayado la noche anterior, la mañana al levantarme y en radio, en practicas de Teoría de la Empresa, iluso y confiado de mi, me levanto de la silla y comienzo a hablar. ¿Qué es lo que me ocurre? ¿Pero por qué se me acelera el corazón? ¿Que le pasan a mis piernas? ¿Por qué tiemblan? Muchas preguntas a la vez que das noticias trágicas y alegres, muchas sensaciones distintas, pero, cuando llego a la mitad del minuto informativo, lo siento cada vez con más tranquilidad, noto que mis compañeros me escuchan, atentos a lo que estoy diciendo y dejo de pensar en la aceleración del corazón, ¿Las piernas? Las piernas ya me dan igual y comienzo a disfrutar de lo que es esta carrera y de que estoy viviendo un sueño, no un sueño cualquiera, si no mi sueño, ese que con 8 anitos le decía a mi madre «Mama, yo quiero ser periodista»
    Acaba el minuto, los compañeros me felicitan y siento ese sueño, cada vez con más fuerza, y sueño en hacerlo cada día de mi vida, decirle al mundo lo que ocurre, lo que pasa realmente, tener a todo el mundo informado, porque al fin y al cabo, eso es el periodismo, es una necesidad básica para la sociedad, generando su herramienta de trabajo como fundamental, la información.
    Por eso me quedo con ello, con el minuto informativo, con el periodismo en estado puro y, con ganas de seguir consiguiendo mi objetivo, mi sueño.

  9. Un minuto, los civiles sirios intentan ser evacuados de Alepo en contra de los militares. Sesenta segundos, en Madrid, el congreso intenta derogar la reforma laboral del PP, a la vez, este intenta lidiar con la presión que el Fondo Monetario Internacional ejerce para que se aumenten los impuestos; entre ellos, el IVA en bares y restaurantes. La sexagésima parte de una hora, entre la nubosidad y los bancos de niebla matinales, SATSE denuncia que en las UCI infantiles de Madrid faltan camas. Solamente un instante es necesario para apreciar la grandiosidad de El Holandés Errante, la obra maestra de Wagner que hasta el 3 de enero se puede disfrutar en el Teatro Real. Sí, todo esto es lo que puede pasar en tan sólo un minuto, mientras se relata la actualidad informativa en el aula 536 de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense.

  10. Recuerdo mi minuto informativo como si fuera ayer. Recuerdo el primer día de esta asignatura, cuando el profesor dijo que íbamos a hacer esta actividad. Yo no me pude poner más nerviosa, siempre he sido de las primeras en la lista y no me apetecía hacer esto.
    Pero, una vez más, la realidad fue mucho mejor que mis expectativas. A pesar de que estaba nerviosísima, ahí estaba yo, por primera vez haciendo lo que a mí me gusta, lo que siempre he querido hacer. De pie en mi sitio, empecé a desenvolverme cada vez más, estaba menos nerviosa, aunque no menos de lo que me gustaría. Cuando acabé me dije: ‘‘menos mal, ya está hecho’’. Pero ahora que lo pienso, lo volvería a hacer todos los días. Es más, espero hacerlo. Gracias J.C. Marcos Recio, siempre recordaré que fuiste tú, quién me ayudó a confirmar que esta profesión es de verdad, lo que quiero hacer.

  11. «Qué ganas de quitármelo de encima», decían unos.
    «Me ha salido fatal, tía», decían otras.
    «Te lo recito a ver si me queda bien antes de que me toque», decía la mayoría minutos antes de hacerlo.
    Lo cierto es que al final, el minuto informativo acabó pasando por la boca de todas las personas que estamos en clase, en algún momento u otro. Temido y odiado por la mayoría, ese minuto del que todo el mundo hablaba y que conseguía tener en silencio a 100 personas, se nos ha ido sin avisar.
    Nos ha dejado en el recuerdo momentos en los que había folios que parecía que cobraban vida en manos temblorosas, voces que fruto del nerviosismo sólo las escuchaba el de al lado y que en ocasiones se hacía internacional y nos permitía aprender un poco de idioma chino.
    Lo cierto es que ha sido una bonita experiencia, tanto escuchar a los demás como vivirlo en primera persona.
    D.E.P. minuto informativo, tu padre J. C. Marcos Recio y tus narradores siempre te recordarán…

  12. El esperado y temido minuto informativo
    Judit Gordo – Llegó el momento, mi nombre salió de la boca del profesor y eso sólo significaba una cosa: era la hora del minuto informativo. Me puse en pie, y las miradas de más de setenta alumnos se clavaron en mí. En mis pensamientos una voz intentaba calmarme “Judit, esto es tu futuro, tienes que tranquilizarte y acostumbrarte”. La información que yo había seleccionado era variada, no sólo quise centrarme en las noticias que más importancia le habían dado los medios de comunicación, sino tocar más aspectos, menos relevantes para ellos e importantes para mí. Había estado mirando telediarios para acercarme lo máximo posible, lo reconozco, quería hacerlo lo mejor posible. Cuando terminó el minuto, sentí un gran alivio, pero no salí contenta. Me dieron la nota, y para mi sorpresa fue bastante buena, esto me motivó y pensé “quizá este mundo sí que esté hecho para mí”.

  13. El minuto informativo, una actividad que a pesar de ser una actividad formativa nos ha regalado una gran cantidad de momentos, entre ellos muchos nervios y risas. La capacidad de empatizar y expresar a nuestros compañeros las noticias que ocurren a nuestro alrededor nos dan ese pequeño apoyo para ser el futuro dedicado a comunicar y llegar a una gran audiencia. Mantenerse informado de forma detallada de todo lo que ocurre en un día con el objetivo de mostrar la mejor versión de la misma al día siguiente. Este minuto informativo, nos ha ayudado a afrontar este primer reto, el primero de muchos, porque son oportunidades como estas las que nos ayudan a crecer y madurar en torno a esta bonita profesión como es el periodismo.

  14. Cuando el profesor nos anunció que deberíamos realizar un ejercicio llamado El Minuto Informativo aspiré profundamente y un ¡guau! Sonó dentro de mí. Con la de cosas que tengo que contar y que decir es el mejor de los ejercicios.
    Pero eso fue sólo al principio, a partir de ese momento mis nervios iban en aumento, lo de hablar en público dejó de parecerme sencillo y, lo que es peor, las estupendas cosas que tenía en mi cabeza pendientes de contar perdían fuerza y me parecían triviales o muy manoseadas por los noticiarios.
    Los días previos a ese pequeño instante de no más de 60 segundos, estuve ensayando con mi familia y amigos, sin duda no hay comparación, expresarme con personas de confianza es mucho más sencillo.
    He de reconocer que se me pasó por la cabeza la idea de hacer la exposición utilizando una pantalla de plasma; si lo hizo nuestro actual Presidente del Gobierno ¿por qué yo no? Pero pensé que quizá al profesor no le pareciera tan buena idea y lo dejé para otra ocasión, tal vez para cuando llegue a ser Presidenta (quizá exagero un poco).
    Mi mayor enemigo eran los nervios y la mejor forma de combatirlos iba a ser enfrentándome a ellos. Cuando llegase el momento me sentaría en primera fila, frente al profesor, sí, esa sería mi zona de confort. Tendría que ser la primera en entrar en clase para que nadie pudiera quitarme el sitio. Efectivamente, esa era la zona más tranquila y cómoda de toda la clase, me podía haber ahorrado más de media hora que estuve esperando para poder elegir sitio; en realidad si alguna fila de sillas estaba libre era la primera fila. Ya no había excusa para los nervios.
    Todo estaba bajo control, estudiado y ensayado, el único problema es que ¡cielos! se me había olvidado lo que tenía que decir y cómo exponerlo, la culpa era de un terremoto que hacía que todo se moviese a mi alrededor; por suerte escuché -Laura, tranquila, es sólo un minuto. Era la voz dulce de mi compañera; por lo visto lo de los nervios controlados no era cierto y se podían percibir a bastante distancia.
    Examinaba a los compañeros que me precedían con toda la atención, observando sus maneras, fijándome en sus palabras, no quería repetirme. El hormigueo no cesaba, cruzaba mi cuerpo de extremo a extremo y no era el hormigueo infantil del día de los Reyes Magos, ni el hormigueo del cruce de miradas con esa persona que tanto te gusta, era más que un hormigueo, sí, era un calambre de alta tensión (me gusta exagerar un poquito).
    Llegó mi turno, me armé de valor y me puse en pie. El cosquilleo seguía y el terremoto regresó. El papel temblaba al compás de mis manos inquietas. Ofrecí una sonrisa y presenté la noticia con todas mis ganas y entusiasmo, necesitaba quitarme este gran peso y demostrarme a mí misma que era capaz de hacerlo, percibí el interés en las caras de mis compañeros y su atención fue lo que relajó mi voz y aflojó mis nervios. Sí, me escuchaban, lo podía sentir, lo estaba consiguiendo y eso me tranquilizó por completo.
    Un minuto de vértigo del que me sentí satisfecha, feliz, mi cuerpo recobró la calma, mi sonrisa seguía ahí.
    Me senté y mi pensamiento gritó vehemente algunos vocablos que ahora no puedo reproducir. (recordad que me gusta exagerar un poquito)

  15. Desde el primer día de clase, ese en el que todos estábamos nerviosos por un nuevo comienzo, llega el profesor y nos dice que teníamos que hacer un minuto informativo. No fueron nervios lo que sentí sino una incertidumbre muy grande, me preguntaba todo el tiempo como lo haría. Desde que empezaron en clase con el primero, no dejé de escucharlo con mucha atención y desde ese mismo día, comencé a practicar en casa. Sabía que pronto me tocaría por ser una de las primeras en la lista, algo que me daba más presión y a la vez tranquilidad porque sabía que mientras más pronto lo haría más rápido saldría de ese temido minuto.
    Enseguida que llegaba a casa, antes de comer incluso, buscaba las noticias del día y así practicaba diariamente, cronometrando el tiempo y grabando mi voz. Hasta que llegó el día, había practicado tanto mis noticias que ya me las sabía de memoria pero como siempre me suele pasar, los nervios se apoderan de mí, segundos antes, tenía que hacerlo, en ese momento no importaba nada más. Hasta que al fin se cumplió el minuto, todo fluyo y mis nervios se fueron nada más acabar.
    El minuto informativo es de esas cosas que haces en tu vida de estudiante que nunca olvidarás porque todos compartimos los mismos nervios, todos nos sentíamos iguales y al final todos coincidimos que en que fue una bonita experiencia.

  16. Un minuto,sesenta segundos,lo que dura el recorrido de las manecillas de un reloj. Pero estos no iban a pasar desapercibidos, estos se auguraban intensos.
    Era la primera piedra en el camino de un futuro periodista. Ese minuto que ahora vivía con nervios pero que en un futuro algo lejano recordaré con pasión y nostalgia. Hablar delante de mis compañeros, coger ese papel entre mis manos y observar esas veinte lineas negro sobre blanco que tenía que pronunciar sin pausa y con algo de prisa.Todo sumaba nervios.»Nada puede fallar, estamos en directo, pero tranquilo que lo vas a clavar» repetía en mi cabeza. Respiré hondo y comencé con un «Buenos días, son las doce, las once en Canarias…». Mi intervención finalizó con un pequeño homenaje al maestro Leonard Cohen con la que quise darle un toque humano y tierno a tanta seriedad. Poco después me dí cuenta de que había sido el origen de mi carrera como periodista, mi pequeño minuto de gloria.Una experiencia que al principio resulta vertiginosa pero que en realidad es algo imprescindible.
    Y por todo ello solo puedo dar las gracias a este viejo amigo y maestro que ya se nos fue pero que siempre permanecerá en el recuerdo llamado Minuto Informativo.

  17. «Son las 10, las 9 en canarias» ¿quien podría olvidar esa frase? 28 de Septiembre del 2016, a las 10:00, las 9 en mi querida Canarias. Subida a la pequeña tarima de la clase frente a 103 compañeros totalmente desconocidos me tocaba informar de aquellas noticias de última hora. La primera, sí efectivamente, la Aarab Amar que le tocaba romper el hielo con esta práctica. Parecía dificil, la manos me temblaban pero no me dejé llevar por los nervios, salió fenomenal y de eso nunca me olvido.
    Sin duda alguna, fue la mejor práctica de la asignatura.

  18. Miedo.
    Esa es la palabra que definiría el minuto informativo cuando mi nombre resonó en la boca del profesor. Algo tan simple como hablar un minuto, algo que en mi vida cotidiana era difícil no hacera. Sentir la mirada clavada de 100 alumnos sobre mí durante un minuto que resultó eterno ya que mis manos y piernas temblaban esperando que, cuando éste terminara,la clase aplaudiera como muestra de aprobación, y así fue, un sonoro aplauso deleito mis oídos convirtiendo todo ese miedo en satisfacción personal, en valor y en ganas para confiar en mi capacidad informativa.

  19. Cuando el profesor anunciaba en cada clase las siguientes personas que realizarían el minuto, siempre creía que no sería yo, a pesar de ser de las primeras de la lista.

    Hasta que llegó el día en que pronunció mi nombre. A partir de ese momento, el «minuto informativo» pasó a ser protagonista esa semana. No había momento en que no me viniera a la cabeza. Cuando veía una noticia pensaba en cómo quedaría en mi minuto informativo. Estuve pendiente de la actualidad, de las noticias mas relevantes y su evolución durante esos 7 días. Cuando por fin elegí las noticias protagonistas de mi minuto, empecé a decirlo una y otra vez para que, llegado el momento en clase, las palabras salieran solas y sin cortes con esa entonación característica del periodista. Hasta casi cuando llegó el momento, estuve pendiente a de las noticias de última hora por si tendría que añadir alguna en el último momento.

    Y el momento llegó, los nervios se apoderaron de mi, mi voz estaba temblorosa, mis piernas flojeaban… Fue uno de los minutos más largos de mi vida, y además no todo salió como quería, pero lo hice y no fue tan mal como yo pensaba. Me sorprendí, porque a pesar de todo, superé esos nervios y la vergüenza de hablar delante de 80 personas que lo único que escucharían durante un minuto sería mi voz.

  20. Era el momento, la oportunidad, necesitaba decirle a la gente y, sobre todo, al profesor que tenía madera para comunicar, que podía ser capaz de entonar bien, de hablar a una velocidad adecuada y todo ello en un minuto. Sólo había algo que corría en mi contra: los nervios. Eran muchos mis oyentes en ese momento, pero no había vuelta atrás y comencé: ‘’Buenos días, son las diez de la mañana, una hora menos en canarias…’’ Gracias por la experiencia minuto informativo, espero volver a vernos pronto en otra ocasión.

  21. En un principio parecía sencillo. Resumir las noticias de última hora en un minuto. A medida que pasaban los días y la gente iba realizando la práctica, yo me ponía más y más nerviosa porque sabía que se acercaba el día en el que me tocaba superar uno de mis mayores miedos, hablar en público. Sentía que tenía mucha presión para hacerlo bien, pues no era de las primeras y ya había visto a muchos compañeros hacerlo antes.
    Cuando me tocó, estaba muy nerviosa, buscando las últimas actualizaciones de las noticias para no estar atrasada con ellas, las manos me temblaban y notaba cómo me ponía más y más roja cuando hablaba.
    El minuto informativo ha conseguido que, hablando en público, se me entienda todo, o casi todo, lo que estaba diciendo y, lo más importante, a una velocidad que todo el mundo entendiese.
    Esta ha sido, sin duda, la práctica más sencilla pero al mismo tiempo la más complicada.

  22. Seré claro y nada petulante:

    Gracias, Minuto Informativo, por ser el escaparate de nuestro primer año de carrera. Si no llega a ser por ti, nadie hubiese conocido el talento encerrado que hay en una clase integrada por 100 personas. Ha sido un ejercicio excitante tratarte, así como escuchar el respeto, la entrega y el esfuerzo con el que te narraban.

    Y, recuerda, esto sólo es un punto y aparte. El año que viene ambiciosos alumnos te volverán a revivir. Sólo espero que te honren tanto, o más, como lo hicimos los locos de 1ºD

    Hasta pronto, amigo.
    Te extrañaremos a muerte.

  23. Pasaban los días y escuchaba como mis compañeros anunciaban cada día la frase que daba pie al gran nerviosismo que aquello ocasionaba , pero yo solo me dedicaba a escuchar y mi mente solo a maquinar el momento, si ese momento en el que el profesor nombrara mi nombre para que el minuto sonara al compás del manojo de nervios que conlleva ese momento .El momento llego, mi nombre resono en la clase. Llege a casa emocionada y me puse manos a la obra a última hora de la noche, parecía fácil pero no lo era. A la mañana siguiente los nervios eran inevitables, mirar el reloj mil veces para ver que hora era y llego la hora, me levante con decisón, pero nunca pensaría que con lo que gusta a mi hablar no articulara palabra alguna, pero finalmente acabe mi minuto informativo y todos aplaudieron, no podría definir la satisfación que sentí en ese momento. Por todas las emociones que me causaste, hoy te doy las gracias por la experiencia minuto informativo.

  24. Las 10.00 de la mañana. Miras con cara de preocupación y nerviosismo a tus amigos de clase. «Ya es la hora. Tranquila, todo va a salir bien.» te dicen. No puedes evitar el movimiento constante de la pierna por los nervios. Primer día del minuto informativo y te toca a ti, es lo que hay Laura.
    El profesor nos empieza a nombrar, uno por uno, por orden de lista. «Laura Almadén, eres la siguiente», dice. Noto las miradas cómplices de mis compañeros, aun así, no puedo evitar tener miedo.
    Miedo, quizá fue ese sentimiento el que me hizo no dar el 100% de mi misma en esa famosa práctica. Me quede insatisfecha, lo admito. Pero, he de decir, que siempre recordare el famoso minuto informativo con mucho cariño, ya que ha sido una de las pocas prácticas que dan esa esencia a la carrera, haciéndonos recordar el por qué elegimos estudiar periodismo.

  25. En algún rincón andará aquel papel. Aquel papel, con el que todos nos sentimos un poco más periodistas. Aquel papel, en el que esa misma mañana, actualicé las noticias que había redactado el día anterior.
    Llegué segura a clase, lo había preparado y no debía tener miedo, sin embargo dos de mis compañeros que también informaban aquel día estaban de los nervios, yo les decía venga chicos que no es para tanto. Hasta que la persona que iba antes de mi habló, y habló tan perfectamente bien que se me cayeron los esquemas y la seguridad encima. Todos aplaudimos, mi cabeza era un caos, ¿cómo iba yo a superar aquello?, ¿cómo iba a ocultar mi acento murciano? No sé ni de donde saque el valor pero lo hice, he pasado semanas pensando que fue un desastre, pero friamente no estuvo tan mal. Ya estuvieron ahí mis amigos para decirme que había estado genial, que se me había entendido y que no me preocupara, ¿para qué está la clase si no es para apoyarnos unos a otros?
    Recuerdo que terminé diciendo que era el Día Contra el Cáncer de Mama, y quisiera aquí también despedirme en favor de todas y todos los que luchan, cada uno con su cruz. Ojalá algún día podamos dar noticias bonitas, y que nosotros como periodistas, sigamos flotando en esta nube en la que nos subimos al dar el querido y odiado minuto informativo.

  26. Todos te miran. Todos te escuchan. 60 segundos. Buenos días son las diez, las nueve en Canarias y comenzamos con el minuto informativo. 50 segundos. La voz tartamudea, el cuerpo tiembla y las manos sudan. 40 segundos. Has empezado rápido, mejor frenar…. no vaya a ser que te esté cronometrando y se dé cuenta de que en realidad te dura poco. 35 segundos. Vas bien, pero entona fuerte que las noticias de política suelen aburrir y la gente desconecta. 30 segundos. Acuérdate de respirar, que si te ahogas luego queda mal. 25 segundos. En la parte de deportes menciona bien alto al Real Madrid, que es su equipo y aunque parezca que le da igual le importa y mucho. 15 segundos. Di que va a hacer buen tiempo, da igual que sea mentira, el buen tiempo siempre suma puntos. 10 segundos. Tarda en despedirte que has ido tan rápido que no llegas al minuto. 5 segundos. Y esto es todo, seguiremos informando en las noticias de las 12. Que pasen una buena mañana.

  27. No era solo ese minuto lo que nos producía pavor, sino que todos teníamos un pensamiento común, ¿y si no hay noticias interesantes para cuando me toque ese minuto informativa? ¿Y si no son relevantes? pero siempre, había algún compañero que con su generosidad decía mirad este enlace puede ser interesante esa noticia, así rompíamos el hielo y empezábamos a preparar el minuto…
    Un minuto, 60 segundos eternos pero a la vez fugaces, voz quebrada por los nervios, y en mi cabeza solo una frase “Relájate, solo tienes que leer lo que tienes escrito, con voz clara e intentando pronunciar todo para que me entiendan” la realidad fue otra, mi voz salió entrecortada durante 59 segundos, justo lo que duró, al límite de esos 60 segundos.
    Siempre te recordaremos, a pesar de que nos hiciste sufrir, agobiarnos y sentir miedo, pero fue un honor recitarte.

  28. Relatar la actualidad en un minuto parece divertido. Contar sencillamente lo que te parece mas importante e interesante, y descartar lo demás. Pero cuando tienes cien personas escuchándote, clavándote la mirada, listos para no aplaudir, entonces ya no es tan divertido…
    Mi experiencia durante esos sesenta segundos fue satisfactoria. Sin embargo, en los sesenta segundos de algunos compañeros, mi empatía devoro mi ego y me sentí vergonzoso y ansioso porque la tierra me tragase.
    Hablar en publico no es igual de fácil para todas las personas. El fugaz minuto es muy útil para romper las barreras que impone tu miedo y desenvolverte de una vez por todas. Pero así es, fugaz, y ya se ha ido. He de confesar que todavía es bonito en mi memoria.

  29. Buenos días son las 10h, una hora menos en Canarias y comenzamos la mañana despidiéndonos. Se acabó. Fin. Adiós. Se acabó el escribir una y otra vez las noticias hasta lograr la definitiva, el cronometrarse en casa para ver cómo vas de tiempo, el preguntar a tus amigos si está bien, si falta algo y si hay que mejorarlo. Ponemos fin a esos temblores que no nos dejaban ni leer el papel. Adiós al eterno minuto. Nuestro minuto informativo, la primera experiencia, esa que siempre llevaremos con nosotros.

  30. Nunca pensé que un minuto fuese a dar tanto de sí. Aquel minuto que nos llamaba a las diez de la mañana era más que un minuto, era un cúmulo de sensaciones que volaban dentro de la clase. Allí dentro se podía sentir miedo, alivio e incertidumbre por saber quien era el siguiente.
    De pronto me tocaba a mi, después de varios meses había llegado mi turno. Aún recuerdo la tarde anterior ensayando una vez tras otra como recitar el minuto sin quedarme corta o pasarme de tiempo, ya me lo sabía hasta de memoria.
    Y por fin el jueves llegó, y no había marcha atrás, los nervios desaparecían, yo vestía mis mejores galas y mi voz era perfecta para llenar aquella sala; sin embargo no recuerdo la energía que puse, ni el tono, ni si conseguí llamar la atención de todos mis compañeros, pero lo que sí recuerdo fue el alivio que sentí al acabar aquel minuto y las ganas de repetirlo.
    Porque sí señores esto es el minuto informativo y solo sabe de lo que hablo aquel que lo ha vivido.

  31. Me puse en pie, agarré un bolígrafo, para tener las manos ocupadas, y empecé. Cuando narraba el cuarto titular, me tembló la voz. «la cagaste´´ pensé…. Conseguí rehacerme y terminé mi minuto. No hicieron falta aplausos, yo me sentía satisfecho. Tanto, que en días en los que hay noticias interesantes, me entra el gusanillo por hacer un minuto informativo.

  32. Una semana antes:
    Estoy en la lista para hacer el minuto informativo. El profesor me nombra, desde ese momento solo tengo en mi cabeza “el minutito”, ¿cómo lo hago?, ¿qué digo?, ¿estará bien? “Uf” ¡que estrés!
    Busco información por casi todos los periódicos, todas me parecían importantes, pero claro tenía que seleccionar las que me resultaban relevantes. Bueno, creo que esto ya está, a ver cómo me sale el hablar delante de todos los compañeros (nudo en el estómago), la noche antes casi no pude dormir.
    Llega el día “M” (de minutito), encima la primera en hablar (me muero). Le hecho valor y empiezo. El nudo en el estómago se convierte en “descomposición general”, intento relajarme. Según voy hablando, parece que me voy calmando un poco, ¡y que no pasan los segundos! Hasta que por fin termino.
    En ese corto periodo de tiempo a pesar de haberlo pasado fatal me hizo superar miedos e inseguridades vinculadas a mi personalidad. Me di cuenta de que esta profesión me gustaba, que era capaz de hacer cosas que nunca me hubiese imaginado como el hablar en público. Espero que esto me sirva para ir superando barreras y poder hacerlo cada vez mejor y todo esto gracias a ese minuto, creo que al final se lo tendré que agradecer.
    Nunca te olvidaré.

  33. Ya está. Tienes tanto sueño que apenas puedes mantener los ojos abiertos, te escuecen las retinas de estar mirando la pantalla del ordenador tanto rato seguido y vas a acabar sacando músculo en el brazo de tanto refrescar la página principal de “El País” cuando das un golpe mental de autoridad y dices “ya está, hasta aquí hemos llegado”. Entonces es cuando empiezas a seleccionar las mejores noticias, a redactarlas.
    A la mañana siguiente tienes el miedo en la garganta. ¿Le gustará así? ¿Debería haber metido más noticias culturales? Me he dejado deportes porque todo el mundo lo dice pero a lo mejor debería haber mencionado algo… ¿Y debería mirarme alguna noticia de esta mañana? Pero tengo que controlar el tiempo, que si no voy a parecer Eminem en “Rap God”… Mira, mejor dejarlo como está y que sea lo que Dios quiera. Alea iacta est, como dicen los latinos.
    Llegan las doce, ves que no dice nada, te empieza a latir el corazón a mil, pareces un colibrí batiendo las alas. Hasta que por fin empieza. Y eres el primero. Te pones de pie, miras al frente, intentas controlar la respiración, tus amigos te ponen el cronómetro del móvil al lado de la mesa y tú empiezas a plantearte si no habría sido mejor meterse a Derecho…
    Damas y caballeros, que comience el minuto informativo.

  34. El minuto informativo, una experiencia vivida el primer cuatrimestre de un curso totalmente nuevo. Cuando nos dijeron que teníamos que hacer dicha actividad nuestras caras eran variadas, desde el miedo hasta la ilusión. Desde el día que supe que la semana siguiente me tocaba a mi, no paraba de pensar como me iba a salir. En el momento en el que el profesor pronunció mi nombre para narrar mi texto el corazón me empezó a latir muy rápido y mis manos temblaban. Cuando terminé me di cuenta de que no era para tanto y que lo podía haber hecho mejor. En conclusion, es un buen ejercicio porque ayuda a perder el miedo de hablar en público.

  35. Carraspeo. Me peino (¿por qué?, si esto es la radio, nadie me va a ver). Apoyo el papel sobre la mesa, para que no me tiemble la mano. Estoy tranquilo. Es mi turno. Es mi momento. Ahora yo tengo el control. Me encanta.
    Comienzo a comunicar. Las palabras salen de mi boca transformando mi voz en la mejor melodía mañanera. Alguien me escucha. Alguien está atento. Alguien me agradece lo que hago. El mundo no se detiene. El mundo no espera a nadie. Y yo soy el encargado de contar sus miles de historias y de noticias.
    Se acaba mi jornada. Estoy volviendo a casa. Tengo veinticuatro años. Soy periodista y locutor de radio. Y soy el mejor. Soy la voz que nadie conoce, pero que todo el mundo adora.
    Echo la vista atrás y recuerdo la primera vez que estuve cara a cara con la que será mi amante durante toda la vida. Recuerdo cómo me seducía. Recuerdo cómo me amedrentaba. Llegó el momento: mi primer minuto informativo. Tengo 18 años y he narrado un minuto informativo mediocre, del montón. Ese día me prometo a mí mismo que seré el mejor. No por mí, sino por él. Se merece más. Es demasiado bello. Su misterio me atrae tanto que pierdo el miedo, lo daré todo por él.
    “Buenos días a todos, les informa Javier Jennings Mozo”. El minuto informativo murió. Pero yo me lo llevé conmigo.

  36. Sesenta segundos en los que el mundo sigue cambiando.
    Desembuchas un minuto de actualidad, pero quién sabe si en ese mismo instante te ves obligado a informar de un suceso de última hora. Estamos muy bien comunicados, los medios avanzan, pero las catástrofes no las controlamos.
    Narramos y contamos, vemos y oímos cómo personalidades políticas fallecen, futbolistas acusados de fraudes fiscales o cómo se viraliza en Internet un simple vídeo de una bofetada.
    Es tan grande la responsabilidad de exponer una serie de noticias, que produce vértigo pensar cómo los nervios podrían traicionarte y adelantar 2 horas a las Islas Canarias, olvidarte de un silencio de una coma y ahogar la respiración, adelantar tus palabras en correspondencia a los vídeos que aparecen en el fondo.
    Quizás eso último sea lo más complicado; los nervios y la tensión de explicar sucesos a una clase de más de un centenar de personas lleva al extremo la inquietud y la excitación, así como el morbo por el triunfo. Esa inquietud puede acelerar tus pulsaciones y ahogar tus pulmones, necesitando tan sólo un segundo de descanso aún sabiendo que las imágenes no van a tomarse ese descanso y serás el responsable de retomar el ritmo y los espectadores puedan entender todo aquello que vean y escuchen.

  37. Se acabó el minuto, esos 60 segundos en los que te sentías protagonista y eras invadido por los nervios y la angustia, en los que decidías si salir corriendo o quedarte, con ganas de expulsar los conceptos que informasen de manera veraz y objetiva, como base de un buen periodista.

    Se palpa en el ambiente la inquietud. Todos quieren hacerlo bien. A mi alrededor oigo comentarios, aunque no los escucho pues tengo la mente en blanco, intentando calmarme, expulso el aire por la boca. Así es la profesión, hay que mantenerse firmes y saber canalizar la tensión.

    Pero… ¿Murió? o ¿está agonizando? es algo que hasta hoy ignoramos, no sabemos su futuro, solo sé que estará en nuestros recuerdos, el querido pero temido, minuto informativo.

  38. Mi corazón bombeaba rápidamente. Mis manos sudaban. El minuto estaba a punto de comenzar. «Buenos días, son las 10 de la mañana, las 9 en Canarias…». Noticia tras noticia iban pasando los segundos. 57″, 58″, 59″ y cuando me quise dar cuenta todo había acabado. Y entonces respiré, y recordé por qué estoy aquí. Y es porque me encanta.

  39. En la página dedicada a los obituarios en aquel periódico del primer cuatrimestre se encontraba su nombre. El minuto informativo ha muerto, larga vida al minuto informativo. Aquel minuto que, como cada mañana de los miércoles y jueves, resonaba entre las cuatro paredes y la gran columna que formaban el aula 537 tras el sonido de la puerta abriéndose para dar paso a los más rezagados.
    «Son las diez, las nueve en Canarias». Así solían comenzar la mayoría de los alumnos que, con las manos temblorosas, se encaminaban a recitar la actualidad intentando imitar a aquellos que tantas veces habían escuchado a través del transistor.
    La primera experiencia periodística emprendida por unos novatos deseosos de aprender lo que en un futuro podrá llegar a ser su día a día, su minuto particular.
    «Esto es todo, que pasen una buena mañana y volvemos en diez minutos con más noticias aquí, en radio complutense».

  40. Es jueves. Las 12 de la mañana y en el aula prevalece el silencio. Todos saben qué significa eso. La hora ha llegado. Llevaba toda una semana preparándome para ese momento, ese preciso momento en el que el profesor articulara mi nombre. Y yo ahí, exánime de miedo, respiré hondo y comencé a recitar las noticias para que todos conocieran mi esfuerzo de un completo día de rastreo noticiario.
    – “Yo puedo”- me decía entre algún “tiriteo” ocasionado por los nervios.
    Durante toda mi vida había jugado a dar informativos y ahora, por una simple práctica, que no era más que otro solaz, me temblaba todo el cuerpo. Supongo que es normal, todos tenemos miedo a hacer algo de verdad por primera vez.
    Primer contacto con el mundo periodístico y yo estaba muerta de miedo. Pero todo llega, y mi momento había llegado. Me armé de valor y… lo conseguí.
    Sesenta segundos habían pasado, sesenta segundos que me hicieron descubrir lo que era el periodismo. Supe que verdaderamente ésta carrera me haría afortunada y que ese era mi futuro, ser feliz con mi trabajo.
    Feliz escrutando información, feliz elaborando información y feliz compartiendo información.

  41. Dos de noviembre de 2016.
    ¿Trump o Clinton?. Mossul, el ISIS. Wall Street. La contaminación en Madrid. Los partidos de la jornada. Tantas cosas por decir…

    »Un minuto». Las noticias más importantes del día.
    Pueden pasar tantas cosas? Si, pueden. Y yo tendría que condensarlas en »UN MINUTO».
    La noche anterior y ese mismo día por la mañana: enciendo la tele, refresco la aplicación de noticias de mi móvil, en el ordenador diez periódicos abiertos.
    Noticias, quiero noticias.
    ¡Que complicado es elegir! Cuales son las importantes? Esto interesará?. »Un minuto» era lo que resonaba en mi cabeza.

    Llegaron las tan temidas doce de la mañana.
    »Carolina Cifuentes, te toca».
    Tenía por delante un minuto, quizás el más largo de mi vida. Un minuto marcado por los nervios, el miedo y las dudas, muchas dudas. La que más me preocupaba:¿Estaré hecha para esto?. Y más miedo.
    Las palabras empezaron a salir de mi boca, mi voz temblorosa y mi corazón a mil por hora. Por primera vez en mi vida estaba dando noticias, ahí de pie delante de más de cien personas.
    »Esto es todo, muchas gracias, seguiremos informando» mi última frase. Fin, se había acabado el tan ansiado minuto.

    Que intenso!! Qué bonito es el periodismo,fue lo primero que pensé. Mi gran duda aclarada, sí estoy hecha para esto.

    Si algún día me preguntan que fue lo que marcó mi primer curso en la universidad, probablemente sea este minuto de X despejadas.

  42. «Son las diez de la mañana, las nueve en Canarias y comenzamos con el minuto informativo». Así es como solíamos comenzar el gran minuto informativo casi todos los alumnos. Llegábamos a las nueve de la mañana pensando únicamente en ese momento, y cuando llegaba, nos levantábamos temblorosos y con el miedo en el cuerpo por no equivocarnos. En ese instante, toda la clase se gira y te mira para saber quién eres y escucharte. Entonces pasa el tiempo más rápido de lo que pensabas y ese minuto se convierte en pocos segundos.
    Ese minuto informativo se convertía en una forma muy eficaz de enterarte de las noticias más importantes del día anterior y de lo que ocurriría en la capital en los siguientes días. Un momento que echaremos bastante de menos.

  43. Es curioso que algo llamado minuto dure en realidad un suspiro. Suspiro eterno. Las palabras se articulan unas detrás de otras mientras cien pares de ojos penetrantes esperan saciar sus ansias de información. Y te equivocas y te trabas, pero te da igual. Es tu minuto, tu experiencia. Tus ganas de aprender delante de tus colegas de vocación. El tiempo transcurre mientras tú informas como puedes, tan insignificante. Y te aclaman… o no. Y tú estás satisfecho… o no. Pero te ha durado un suspiro la que siempre será tu primera vez. Un suspiro eterno. ¿Muerte? No se puede matar algo que es eterno.

  44. Zaijian, xiexie… Adiós y Gracias en mi idioma, es todo cuánto tengo que decir al «minuto informativo»
    Como soy extranjera, El profesor me permitió usar chino y español para el minuto informativo.
    Al principio use mi lengua materna el chino. Pero no fue muy adecuado, hable lentamente…
    ¡Es mi lengua materna!, No puedo fallar- Me decía
    Cuando empecé a hablar español,me relaje gradualmente.
    El minuto informativo no es terrible, sólo es un ejercicio, tengo que esforzarme, lo voy a conseguir
    ¿Por qué estaba tan nerviosa? posiblemente porque soy extranjera, y mi español aun no es muy bueno, también es intimidante tener tanto público escuchando, y más hablando en una lengua que no dominas.
    Pero todos estos obstáculos han merecido la pena, yo en particular he mejorado mi expresión oral como extranjera, pero creo que hablo en nombre de todos si digo que a través de el minuto informativo, todos hemos aprendido.
    Hemos visto muchos tipos de periodismo, y aunque el minuto informativo, se inició como una actividad formativa nos ha regalado una gran cantidad de momentos, y nos ha iniciado en lo que será nuestra querida prefesion; el periodismo.
    Por todo esto solo puedo repetir. Zaijian, Xiexie. Adiós y gracias

  45. He decidido ser sincera. He decidido dedicarme estas líneas a mí. El minuto informativo no ha sido la hazaña de mi vida, ni algo que me inspire a filosofar o hacer poesía, ha sido uno de los incentivos que ha hecho plantearme si realmente quiero seguir con esta carrera, si realmente valgo, y no sé si me da más miedo no valer para lo que creía que me gustaba o darme cuenta de que directamente no me gusta y me he equivocado.

    El primer día que Don Juan Carlos Marcos Recio se plantó en mitad del pasillo y comenzó a recitar con su gracia tan particular su propio minuto informativo quedé encantada, pero mi sentimiento cambió cuando dijo que sería algo que todos deberíamos hacer. Al principio decidí afrontarlo con ganas, pasaron las semanas y eran más los compañeros que habían superado la prueba, y la gran mayoría con un éxito aparente. Era mi turno. Sé que es un escaso y absurdo minuto, sé que es recitar tan solo un par de noticias, sé que hablar en público no es ningún sacrificio, y al que fin y al cabo, era como hablar con mis compañeros en cualquier otra situación, eran ellos los que iban a escucharme enunciar ese minuto. Envidio a esas personas capaces de tomar el control y disfrutarlo, disfrutar su momento y aprovecharlo para triunfar. Por el contrario y como era de esperar, mi minuto informativo fue caótico; mis manos temblaban, al igual que mi voz, y esos 60 segundos se me hicieron eternos hasta tal punto que las 4 noticias que había practicado una y otra vez el día anterior, perdieron su sentido en mi cabeza y de no haber tenido un guion no habría podido soltar ni una palabra. Caí rendida en mi silla al finalizar sin sentir ningún indicio de satisfacción.

    El minuto informativo no es una simple práctica a la que no se le deba dar importancia, todo lo contrario, ha sido la primera toma de contacto con nuestro supuesto futuro, y yo no fui capaz de superar un estúpido minuto. Aún no tengo claro si debo tomármelo como un reto para continuar o como una supuesta derrota, y a pesar de que no considere que rectificar signifique haber perdido, sería una gran decepción para mí.

  46. Buenos días, son las 10, una hora menos en Canarias y comienza la despedida del minuto informativo.
    Resumir el día en un minuto fue algo que jamás creí que podría hacer. Realmente pensé que no estaba capacitado para hacerlo. Imitar un minuto que a las 8 de la mañana escuchas en la radio en el coche mientras vas a clase. Pensaba en la valentía que tiene el locutor al que admiras y ves que hace real lo que gracias al minuto informativo he podido hacer en clase durante estos meses. La sensación que sientes al ver a tus compañeros hacerlo se divide entre miedo y ansia, un miedo por no poder igualar su trabajo y ansia por querer «comerte» un micrófono imaginario para contar la actualidad al resto de la clase de la mejor manera posible. Pero cuando llega el día, las cosas cambian. Te levantas antes, con más nervios, el paseo en metro se hace más largo y te cronometras mentalmente diciéndote a ti mismo que lo vas a bordar mientras esperas a que lleguen las 10 y te sientas periodista por un minuto. Largo minuto, pero intenso, en el que la voz flaquea y el corazón ejerce su función con una fuerza mayor de la habitual a esa hora de la mañana. Con un gracias y buenos días desde una clase de la Universidad Complutense sentí que debuté como periodista, y me despedí de mi primera vez en frente de un público, que como yo, ha hecho realidad su vocación por 60 segundos.
    Bueno, alguno más, o alguno menos. Pero su recuerdo se quedará mucho más tiempo grabado en nosotros.

  47. Último miércoles de septiembre, tercer día de clase. El profesor hizo su minuto informativo y explicó después que todos teníamos que hacerlo durante el curso. Me flipó. Era la primera actividad práctica que hacía directamente relacionada con en el periodismo. Citó los primeros nombres de la lista con un tono de voz normal y, con el murmullo de la clase, a penas se escucharon con claridad. Yo sabía que había dicho el mío.
    Por primera vez en diecinueve años llegué a casa con ganas de hacer los deberes. Parece broma, pero no. Estas eran el tipo de cosas que yo esperaba hacer en esta facultad; cosas en las que me gustara trabajar.
    Me lo preparé bien, lo ensayé quinientas veces y aunque no me lo sabía del todo perfecto, iba confiado (quizá demasiado). Sabía que me pondría nervioso pero era consciente de que entraba dentro de lo normal en una primera intervención en público.
    Llegaron las doce del jueves y, fui el tercero en tener que ponerme de pie. Joder, pues sí estaba nervioso. Me costaba recordar cada noticia como si no la hubiera leído mil veces antes y tardé seguramente más de un minuto en contar mi «minuto» informativo; fue un desastre. Probablemente el mayor error fue no llevar una hoja de referencia por si me quedaba en blanco. Pero ya era tarde para prevenciones.
    Honestamente, en su momento salí muy descontento pero la conclusión que sacas al final es positiva, fue una buena primera toma de contacto con la narración en directo que espero que me sirva de experiencia para el futuro.

  48. El minuto informativo, el primer reto de ésta etapa. La primera toma de contacto con el mundo de la información. La oportunidad de comprobar si tu voz, unida con entusiasmo y una gran dosis de ilusión, podría llegar a unos oyentes sedientos de noticias. Un minuto en el que lejos de generar nerviosismo, permitió que me sintiera sólo únicamente frente a un imaginario micrófono en un estudio de radio insonorizado. Pasados sesenta segundos, mi cabeza lo tuvo claro, la radio era mi destino.

  49. Qué fácil era decir ¨ yo puedo ¨ y qué difícil era demostrarlo.
    Cada miércoles y cada jueves, desde el inicio de la aventura del primer año de Universidad, se ha visto a gente temblar de miedo, algunos incluso han querido echarse a llorar. Otros han tenido ataques de risa curiosos.
    Parecía fácil estar delante de una cámara, ver en Youtube como cualquier persona es espontánea, como no tiene ansiedad al hablar frente a miles de desconocidos.

    ¨Vamos, sesenta segundos no pueden ser para tanto¨, pero a la hora de la verdad, este Arte es una complejidad.

    Lo oscuro de informar sobre lo que sucede, es que tienes que caer en la conciencia de lo negro que se ha ido volviendo el mundo. Tienes que saber y aceptar que ser periodista no va a ser un trabajo feliz, no vas a reírte a diario. Pero si vas a crecer sin medida; Vas a convertir la realidad en algo tangible. En un trabajo que ligue a las personas con la verdad sobre su alrededor.

    Y eso era el minuto informativo.
    Aceptar leer cada día, preguntar a cada momento, desentrañar lo que sucediese y traducirlo para personas que, no están preparadas aún para aceptar como se ha descarrilado el tren de la vida.

    Cuando nos levantamos de la silla, podemos creer que temblamos por ser juzgados, por no ser lo que nosotros mismos esperamos. Pero detrás de todo eso, se encuentran los hilos que unen la conciencia de lo que contamos, el tono con el que comunicamos. La empatía que sentimos cuando una persona es asesinada o un bebe nace en la otra parte del mundo.

    ¨ El pánico para un buen periodista no irradia de su exposición al público, sino en saber que lo que va a exponer, va a afectar a cómo mirará el mundo ese mismo público ¨

  50. Aquel momento en el que escucho mi nombre se me encoge el estómago. -¡Yo puedo!- me digo a mi misma. Pero sé que esta vez es diferente a los anteriores ensayos en casa. Esta vez hay cerca de cien personas observándome. Me levanto, cojo el folio con manos temblorosas y espero a que todo el mundo esté en silencio para empezar. Con muchos nervios doy comienzo al minuto informativo, intentando pronunciar alto y claro. Segundo a segundo los nervios van cesando hasta poder disfrutar de ese momento de protagonismo. Cuando me quiero dar cuenta ya he terminado. Se me escapa un suspiro y reconozco que ha sido una grata experiencia que no me importaría repetir de nuevo.

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