Roma (Adolfo Aristarain, 2004)

Reseña escrita por Elena Mora Cuesta:

“No hay otra cosa en mi vida que valga la pena recordar”.

Así de rotundo y sintético sentencia el final de Roma, película que rinde homenaje a la madre del director con el mismo nombre. Sin embargo, el final es el principio de este filme, entendiéndose como una búsqueda, un recuento y una rememoración de una vida que sólo cobra sentido cuando ya está acabada.

Esta coproducción hispano-argentina del 2004 fue premiada un año después con el Cóndor de Plata al mejor director, el mayor reconocimiento cinematográfico en Argentina. Además, otras de sus obras anteriores también recibieron el premio al mejor guión original como Un lugar en el mundo o Tiempo de revancha.

Roma es una historia que gira en torno a la vida de Joaquín Góñez, un escritor argentino viviendo en España que contrata a un joven periodista para que escriba su biografía. Durante el proceso, Joaquín redescubre emociones ya olvidadas de su loca vida en Buenos Aires, desde el ambiente político, pasando por su gran amor Reneé, hasta el eje fundamental de su vida, su madre que tantísimo le enseñó.

De esta manera, Mario Camus cita a Conrad para referirse al anhelo de quien pretende mostrar una fase de su vida como hace Joaquín, y que define perfectamente la esencia de esta película:

«Con un poco de destreza y de suerte se puede a veces alcanzar una sinceridad tan perfecta que, a la postre, la visión de dolor o de piedad, de miedo o de júbilo, acabará despertando en el corazón de los espectadores el sentimiento de una inquebrantable solidaridad, de esa solidaridad en los orígenes misteriosos, en el trabajo, en la alegría, en el destino incierto, que une a todos los hombres entre sí y a la humanidad entera con el mundo visible que la habita». [1]

Esta capacidad extraordinaria para profundizar en los sentimientos humanos sin caer en el dramatismo exagerado ni en la cursilería, es característica de la mayoría de filmes de Aristarain. Es en los últimos donde demuestra este estilo propio más evolucionado, contrariamente a lo que cree Carlos Aguilar[2]. Roma es una película que es en parte autobiográfica, aunque en sus propias palabras:

Se viven muchas vidas escribiendo, pero lo autobiográfico sólo funciona como punto de partida pero luego se modifica mucho”. [3]

No obstante, nada de esto sería posible sin los excelentes José Sacristán (Joaquín adulto), Juan Diego Botto (como periodista y Joaquín joven) y Susú Pecoraro (Roma).

Con una narrativa que fluye sin darse cuenta y un guión tratado con máximo detalle, los conceptos de amor, amistad, juventud, muerte, y añoranza de tiempos pasados son constantes. Los problemas del día a día se adentran en una profundidad tan compleja que se convierten en preocupaciones universales como bien sentencian Oscar Domínguez Núñez y Elena María Barcellós Morante:

“Creemos que merece la pena emprender el viaje, calarse la armadura y empuñar las armas de la solidaridad, la libertad y la democracia, aunque no sea para vencer gigantes invisibles o caballeros de verdes gabanes, sino para parecerse a esos anónimos héroes de lo cotidiano a los que homenajea Borges en su poema “Los justos”[4].[5]

Por todo esto y más, Roma es en definitiva el relato de una existencia difícil, idealista por convencimiento y realista por obligación, que muestra la dureza de la vida pero también lo bello de esos momentos fugaces por los que vale la pena seguir.

BIBLIOGRAFÍA:

AGUILAR, Carlos: Guía del cine español, Cátedra, Madrid, 2007.

BARCELLÓS, Elena María; DOMÍNGUEZ, Óscar: “Lo quijotesco en El día de la bestia y la obra fílmica de Adolfo Aristarain”, Espéculo. Revista de estudios literarios, nº 34, 2006.

CASADO, Sergio: Adolfo Aristarain, Ediciones JC, MADRID, 2011.

HARGUINDEY, Ángel S.: “Ovación para Adolfo Aristarain y polémica sobre Michael Winterbottom” [en línea], El País Digital,  20 septiembre  2004. <http://www.elpais.com [consulta: 20 noviembre 2011]

LAPERIODICAREVISÓNSEMANAL: “El Estilo Aparece Cuando No Se Lo Busca” [en línea], La periódica revisión semanal, 10 diciembre 2004. <http://laperiodicarevisiondominical.wordpress.com/> [consulta: 20 noviembre 2011]

QUINTÍN: Adolfo Aristarain “Un espace dans le cinemá” [en línea], Cinemas d’Amérique latine, nº4, 1996. <

VVAA: Cine y habilidades para la vida: Reflexiones y nuevas experiencias de educación para la salud, cine y mass media, Gobierno de Aragón, ZARAGOZA,  2007.

 

[1] HARGUINDEY, Ángel S.: “Ovación para Adolfo Aristarain y polémica sobre Michael Winterbottom” [en línea], El País Digital,  20 septiembre  2004.

 

[2] AGUILAR, Carlos: Guía del cine español, Cátedra, Madrid, 2007, pág. 892.
Cita: “Variante de Lugares comunes (Roma), igualmente egocéntrica, verborreica e interminable, encima con José Sacristán sobreactuando e inverosímil, encarnando al escritor protagonista. Triste decadencia la de Adolfo Aristarain, brillante autor de varios hitos del cine argentino de los años 80.”

[3] LAPERIODICAREVISIÓNSEMANAL: “El Estilo Aparece Cuando No Se Lo Busca” [en línea], La periódica revisión semanal, 10 diciembre 2004.

[4] Poema de Jorge Luis Borges, “Los justos”:
Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
El que acaricia un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

[5] BARCELLÓS, Elena María; DOMÍNGUEZ, Óscar: “Lo quijotesco en El día de la bestia y la obra fílmica de Adolfo Aristarain”, Espéculo. Revista de estudios literarios, nº 34, 2006.

 

 

Elena Mora Cuesta, diciembre 2011.

 

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Un comentario

  1. Interesante visión introspectiva la que realiza el protagonista. Difícil tarea la de profundizar en los sentimientos humanos, conseguida con acierto en esta película. Gracias, Elena, por las acertadas citas que nos ofreces en tu reseña.

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