Los trasplantes faciales tienen un gran potencial pero también muchos riesgos invisibles
En este artículo, publicado inicialmente por The Guardian y republicado en español por El Diario, se nos muestra el lado oscuro y poco conocido de los trasplantes faciales, un tipo de cirugía que se emplea para accidentes en los que la persona queda gravemente desfigurada.
Aunque estas intervenciones pueden tener efectos positivos, la realidad ha demostrado sus límites: algunos pacientes sufren rechazo, efectos adversos de por vida por inmunosupresores, complicaciones físicas, ruina económica, aislamiento social o traumas psicológicos.
Este caso plantea varios dilemas científicos y éticos: ¿hasta qué punto vale restaurar "una apariencia normal" si la intervención condena al paciente a un régimen vital de fármacos, revisiones constantes y calidad de vida incierta? ¿Cómo evaluar el éxito real? ¿Es suficiente con que el injerto se mantenga, aunque ello vaya en detrimento del bienestar global del paciente? ¿Es legítimo promover procedimientos tan arriesgados sin datos sólidos a largo plazo?
El trasplante facial muestra cómo a veces la medicina puede generar incertidumbres tan profundas como las que pretendía resolver.
