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Autor
Xavier Pujol Gebellí

Teléfonos bajo sospecha

Los cuatro casos de leucemia infantil detectados en el colegio vallisoletano García Quintana en los últimos 15 meses ha devuelto a la actualidad el viejo debate sobre radiaciones electromagnéticas y cáncer. Pese al esfuerzo de investigadores independientes, sin embargo, la relación todavía no es clara.<br>
Para un buen número de investigadores, la asociación entre radiaciones electromagnéticas de baja intensidad (microondas) y la aparición de diversas formas de cáncer, en especial linfomas y tumores cerebrales, está fuera de toda duda, mientras que para otro porcentaje en absoluto nada despreciable, todavía no hay nada probado. Entre ambos extremos empieza a oírse la voz de quienes reclaman estudios claramente independientes de cuyo resultado puedan extraerse no sólo recomendaciones de uso, sino también, medidas reguladoras que aminoren cualquier tipo de riesgo.

El debate sobre las microondas, y los campos electromagnéticos en general, viene de lejos, aunque no siempre acompañado de argumentos sólidos, por lo que la desconfianza del consumidor ha tendido a ganar enteros con el tiempo. A ello ha contribuido, como se ha apreciado en la presente crisis, la existencia de normas dispares que se han aplicado con años de retraso; la voracidad de las operadoras de telefonía móvil, que se han afanado a desplegar su red de antenas con el único objetivo de ganar cobertura y con ella clientes; y la desinformación general que ha rodeado desde siempre el uso de esta tecnología. Como ha ocurrido en otros muchos sectores, la investigación para esclarecer la existencia de un riesgo potencial y contraponerlo a un supuesto beneficio, ha sido escasa y, mayoritariamente, silenciada.

Lo cierto es, no obstante, que distintos grupos de investigadores han tratado de hallar una relación real entre microondas y salud y que los resultados, lejos de dispar dudas, han introducido mayor confusión en el sector. En cualquier caso, los últimos estudios muestran dudas razonables, sobre todo vinculadas al uso del teléfono móvil, que deberían obligar a un replanteamiento y al inicio de investigaciones a gran escala.

DUDAS RAZONABLES

Michael Repacholi, investigador del Hospital Real de Adelaida en Australia y actualmente vinculado a la OMS, sometió a radiaciones a un grupo de ratones alterados genéticamente para desarrollar linfomas cerebrales. Los resultados obtenidos parecían irrebatibles: el grupo expuesto a radiaciones desarrolló dos veces más linfomas que el grupo control. Fue la primera indicación experimental de que las microondas podían causar graves problemas de salud. Trabajos posteriores con modelos experimentales afirman haber hallado asociaciones entre la exposición a microondas y la rotura de cadenas de ADN, un daño similar a la exposición a determinados productos químicos o a los rayos X, o incluso con una mayor velocidad en los procesos de división celular. Ambos fenómenos están relacionados con la aparición de tumores. Del mismo modo, diversas investigaciones consideran probada la influencia de las radiaciones con la aparición de casos de migraña, insomnio u otras afectaciones menores.

Si esto es así, ¿ha lugar la controversia? Para John Moulder, experto en radiaciones en el Medical College de Wisconsin, hoy por hoy no puede hablarse todavía de evidencias científicas. En una de las revisiones más citadas de la literatura científica, publicada en la revista Radiation Research, este experto concluye que la asociación descrita en distintos trabajos de investigación entre teléfonos y cáncer es "entre débil o inexistente". Pere Joan Riu, del Centro de Investigación en Ingeniería Biomédica de la Universidad Politécnica de Cataluña y autor de un amplio informe para la administración catalana sobre el mismo tema, considera que nada al respecto ha sido probado.

Lo mismo opina el Grupo Independiente sobre Teléfonos Móviles, en un estudio dirigido por William Stewart por encargo del gobierno británico aunque, en sus valoraciones finales, publicadas en mayo de 2001, el experto reclama prudencia. Tras señalar la inexistencia de vínculos claros entre cualquier tipo de alteración patológica y el uso del teléfono, constata "una serie de efectos" que deben ser comprobados.

Entre otros, los autores consideran que deben probarse diversas alteraciones como las descritas por Repacholi, contrarias a las obtenidas con posterioridad por científicos del Centro de Veteranos de Loma Linda, en California. También, la firmada por Henry Lai, de la Universidad de Washington, que vincula pérdida de memoria y la exposición a microondas de baja intensidad en ratas de laboratorio. Este trabajo tiene su réplica en otro firmado por Alan Preece, de la Universidad de Bristol, que no sólo no halla resultados negativos sino que refiere lo que podría ser una activación de los mecanismos de alerta y reacción entre una parte de los usuarios atribuida por el autor a la capacidad de las microondas para acelerar el flujo de las señales eléctricas en alguna zona del córtex cerebral, áreas implicadas en la visión y el lenguaje. La existencia de resultados y contrarresultados podría ser indicativa de la poca consistencia que tienen los experimentos llevados a cabo, muchos de los cuales, al menos los más polémicos, no han podido ser reproducidos en otros laboratorios.

LO ÚNICO PROBADO

Lo único que por el momento se considera probado es la existencia de los llamados efectos térmicos asociados a los teléfonos y a las antenas de telefonía. Este tipo de efectos, argumentan expertos, se asocian a los niveles de potencia depositados en el organismo, los cuales, a su vez, dependen de factores como la proximidad, el nivel de potencia o la temporalidad de la exposición a las microondas. Sobre esta relación, la Unión Europea ha elaborado normas y restricciones que, según lo constatado, cumplen las cerca de 35.000 antenas que las operadoras de telefonía móvil han dispersado por el territorio español.

Lo que no cumplen en la mayoría de los casos, como también ha podido constatarse, son las normas urbanísticas o medioambientales o incluso los permisos pertinentes de instalación de antenas, aspecto que ha contado con el favor, léase negligencia, de los organismos competentes. De ahí a la aparición de casos de leucemia media un largo trecho que, en cualquiera de los casos, debe ser verificado.

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