Fecha
Fuente
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Autor
Jaime Vizcaíno Sánchez. Investigador. Área de Arqueología – Universidad de Murcia

La violencia contra las mujeres en la Antigua Roma

De la diversidad del sujeto histórico femenino y la ancestral violencia que ha sufrido.

La  nueva obra de Rosalía Rodríguez López, catedrática de Derecho Romano de la Universidad de Almería enuncia de partida algo tan básico como a la vez, objeto de frecuente distorsión, como es la diversidad del sujeto histórico femenino y la ancestral violencia que ha sufrido.

El estudio de la profesora Rodríguez incide en las constantes de esta lacra atemporal: sean cómo sean esas mujeres plurales, lamentablemente, solo por el hecho de serlo, de compartir una misma identidad de género, la tildada de “sexo débil” (infirmitas sexus o imbecilitas sexus), han sido –y son- víctimas de escarnio, rapto o violación, dentro un no menos vasto repertorio de “acciones”, o mejor, si no somos “cómplices” con la infamia del maltrato, “agresiones”, ejercidas por el varón.

Es, la cotidianidad de ese maltrato, su instrumentalización en una sociedad romana ya de por sí imbuida de violencia en todas sus facetas, la que justifica, además, la necesidad de esta monografía, que, siguiendo la estela de recientes publicaciones, como la de Molas et alii (2006) o Criniti (1999), da un paso más, dando cabida a una prolija documentación jurídica, literaria e incluso artística. No en vano, como justifica la autora, desde los relatos fundacionales de Roma, con episodios como el rapto de las Sabinas; al arte y la arqueología, que nos muestran residencias decoradas y amuebladas con obras que naturalizan la sumisión de la hembra, testimonian cómo la violencia contra las mujeres, en sus variadas formas, es aceptada e incluso, en algunos casos, justificada y espoleada, dentro de la sociedad romana.

Este libro, es una obra destinada no solo a juristas, sino también a investigadores y, ampliamente, lectores y lectoras, que en su aproximación a Roma desde la Literatura, Historia Antigua o Historia del Arte. En este sentido, la profesora Rodríguez López es, posiblemente, una de las especialistas más idóneas para llevar a cabo un estudio como el presente, nacido desde el Derecho pero yendo más allá de éste, o, más concretamente, conectando todos los enfoques, para una más adecuada comprensión de esta gravosa lacra contra mulieris y sus múltiples ramificaciones. Con una dilatada carrera investigadora, es necesario destacar su impulso al Grupo IVRA Romanas, Visigodas y Bizantinas, que, integrado por especialistas universitarios de diferentes áreas de conocimiento, precisamente se dedica al estudio de las mujeres de la Antigüedad desde una óptica variada. La violencia contra las mujeres en la antigua Roma, se puede entender por tanto cómo un fruto maduro de una fecunda trayectoria que previamente ha alumbrado otros trabajos concebidos con ese componente multidisciplinar, sea el caso de los libros coordinados por Rodríguez López, Mulier. Algunas Historias e Instituciones de Derecho Romano (Dykinson, Madrid, 2013); Mujeres en tiempos de Augusto: realidad social e imposición legal (Tirant lo Blanch, Valencia, 2016); o No tan lejano. Una visión de la mujer romana a través de temas de actualidad (Tirant lo Blanch, Valencia, Tirant lo Blanch, Valencia, 2018).

Para exponer los entresijos de la maquinaria judicial romana acerca de la violencia contra las mujeres, la autora nos sumerje en la misma Roma. Así, la reproducción de los frescos de famosas domus pompeyanas que ilustran desde la tragedia de Andrómaca al castigo de Dirce, permiten abordar cómo literatura y mitología se hacen eco de una sociedad homolítica. No hay así, solo estudio de la documentación jurídica, sino una gran carga de hermenéutica textual y de la imagen, destinada a comprender por qué hombres y mujeres romanas son cómo son y, con ello, el Derecho Romano regula su vida cotidiana. De hecho, en esta obra, la rigurosa  selección de frecuentes episodios mitológicos  muestran la violencia física, sexual y psicológica que los dioses ejercen contra diosas y heroínas, decodificándolos como parte de la maquinaria que el orden patriarcal genera y perpetúa.

Es también gracias a la capacidad analítica de la autora, bajo la que diferentes manifestaciones de la vida cotidiana y festiva son presentadas, sino motivadas, al menos sí influenciadas por el poso misógino que impregna todo el ideario romano. Ocurre así, por ejemplo, con las Lupercalia, festividad que, como señala Rodríguez, “recrea” o “reactualiza” para su perpetuación “el mundo violentamente masculino de Pan y de las ninfas deseadas, perseguidas y violentadas” (p.115)

La autora nos recuerda cómo la sociedad patriarcal romana se esforzó en justificar la “natural” hegemonía del varón en el espacio público y privado, relegando al considerado “sexo débil” a ciertos deberes u officia mulieri, compendiados en specula feminarum. Dichos officia se sintetizan, en buena manera, en el mismo título que la profesora Rodríguez acuña para uno de los epígrafes del tercer capítulo, “La casada domesticada: custodia del vientre, casa y telar”. A tal respecto, la educación femenina instruyó en este comportamiento, como han tratado diversos autores; instrucción, por otra parte, a veces abruptamente interrumpida en el caso de las esposas niñas, lamentable realidad que, estudiada de forma monográfica por I. Piro, también tiene cabida en estas páginas.

El lector puede comprender que esta nueva monografía de más de cuatrocientas páginas, se convierte en una obra tan ambiciosa como novedosa en su enfoque, que nos ilustra acerca de la violencia en sus distintas manifestaciones, ejercida contra esclavas, libertas o matronas, entre otras protagonistas de un espectro poliédrico. Y es que, de la misma forma que subyace la aludida lucha contra el estereotipo de una problemática individual -que no plural y compleja-, también este trabajo pretende recordar que frente al topos de libertad y casi idílica emancipación femenina en Roma, la realidad que reflejan las fuentes, dista mucho de esa ficción recreada por el ideario popular. Como insiste la autora, trasponer al pasado los estándares de igualdad de género vigentes en la actualidad, es un ejercicio tan erróneo, como pensar, al mismo tiempo, que el pasado romano fue solo uno, monolítico, y no, en cambio, como sabemos, un largo periodo en el que, al albur de los cambios políticos, socieconómicos, religiosos y, ampliamente culturales, la situación de las mujeres fue mutando. No en vano, resulta imposible dejar a un lado una perspectiva diacrónica, como advierte Rodríguez (p.8), insistiendo en la necesidad de llevar a cabo un análisis crítico de la sucesión de progresivas conquistas pero, desgraciadamente, también involuciones tradicionalistas -o simplemente “machistas”.

En esa visión diacrónica, la autora nos recuerda que, Roma, como en tantas otras facetas, heredó el legado griego. Que se imponga a la mujer la creencia de que su propia belleza incita al varón y, por tanto, que haber contado con tal “gracia”, se torne “desgracia”; que la sociedad imponga qué imagen externa e incluso que comportamiento es el propio de la mujer, haciendo del pudor, la piedra angular del sistema; o que la violencia ejercida dentro del matrimonio, sea perseguida judicialmente no en defensa de la víctima en sí misma, sino del grupo familiar al que pertenece, que juzga su honra manchada. Basta recordar el apartado que la catedrática almeriense dedica a la “belleza contenida”, es decir, aquella “refrenada”, que se eleva a “belleza conyugal”, considerada armónica en tanto no incitadora del “natural” apetito sexual del varón.

Es, precisamente, la infinidad de temas y cuestiones anejas que surgen en cada uno de estas etapas, lo que lleva a que la profesora Rosalía Rodríguez ciña su estudio a un periodo fundamental, a su vez subdividido en tantas otras fases, el que se extiende entre la monarquía y el reinado de Augusto y la instauración del principado. A este respecto, resulta clave la lectura del capítulo II, en tanto, consagrado a la época monárquica, muestra las raíces del sistema patriarcal romano.

Como explica la profesora Rodríguez es en este periodo cuando se cimenta la hegemonia patriarcal, haciendo que el pater familias tenga el poder de la manus sobre la mujer, la patria potestas sobre los hijos e hijas, y la propietas sobre los esclavos. Y, como señala junto a la violencia activa, hemos de entender también la anulación de la capacidad decisoria de la hembra, en este caso, visible en la progresiva definición del matrimonio como una institución pro virem, en la que, primero padre y después esposo, manejarán, castigando, si así lo consideran oportuno, a sus hijas o esposas, quienes deben obedientia.

Cabe destacar el amplio apartado dedicado al rapto de las sabinas, plasmación de la cosificación de la mujer y su “lícita” sumisión a la causa de Roma, que es tanto como acatar la voluntad patriarcal.

Son muchas las mujeres “históricas” o “legendarias”, que, abordadas con un prisma diferente al que caracterizan estudios como el de P. Chrystal, sirven para que la autora desgrane involuciones y conquistas.  

Rodríguez López nos invita también a una lectura atenta de otros géneros literarios más “gratos”, en apariencia “descargados” de misoginia y enfocados al elogio del amor y de los encantos del género femenino, como ocurre con las poesías Tibulo, Propercio o Catulo, descubriéndonos que, en su bello envoltorio, tampoco están desprovistos de “violencia amorosa”. Como alerta la autora, también en estos autores, a fin de cuentas ciudadanos de una misma civilización patriarcal, se rastrean desde los manidos estereotipos hasta la violencia “de baja intensidad”, la “tolerada”.

Son muchas las mujeres, anónimas o célebres, cercanas al poder, que sufrirán la perpetuación de esta lacra; especialmente estas últimas, como Sempronia, Fulvia o Julia, la hija del Princeps, por su proyección pública, serán objeto de violencia “en persona” y también víctimas de la propaganda.

Precisamente, esta ingente monografía acaba en un periodo crucial, el principado augusteo y julioclaudio, poliédrico como pocos, pero, en el caso concreto que nos atañe, en buena medida “funesto”, en tanto, como insiste la autora supone un auténtico y autoritario neopatriarcado,

Sobra decir, que este es un libro necesario, máxime en estos mismos momentos en los que la violencia de género sigue siendo lamentablemente un tema de actualidad, realidad que ya subraya en un acertado y también emocionado prólogo, la periodista Esther Benavides. Su presentación, en algo más de seis páginas, es tanto una eficaz disección de la monografía, como también, una clara apelación a que el lector no olvide que ante el delito no es posible la contemplación acrítica, sino la necesaria implicación en la denuncia de un delito, el de la violencia contra las mujeres.

 

Datos de la publicación:

La violencia contra las mujeres en la Antigua Roma

Rosalía Rodríguez López

Dykinson, Madrid, 2018

436 páginas  (ISBN 978-84-9148-920-7)

 

 

 

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