Texto: Juan Miguel Sánchez Vigil

En la Fundación Caja Madrid y en el Museo Thyssen-Bornemisza las sombras del arte cobran vida cuando las luces se apagan. En las exposiciones se reúnen piezas que nunca antes estuvieron juntas, y cuando las puertas se cierran, después de que los mirones dejen de escudriñar cada detalle de las pinturas, las esculturas o las fotografías, comienza el espectáculo que solo unos cuantos privilegiados han podido contemplar sin atreverse a comentarlo. De esto saben mucho los vigilantes de los museos, pero no se atreven a contarlo.

No he visto todas las sombras, solo las de la Fundación Caja Madrid, y lo he hecho de cerca y de lejos, buscando los efectos desde un lado y desde el otro, desde arriba y desde abajo. Antes de que me pierda en otras cuestiones diré que nada tiene sentido sin la sombra, nosotros tampoco, pero nuestras sombras son dobles: interiores y exteriores.

Si la fotografía marcó pautas a la pintura con los efectos, el resultado fue espectacular. Después de repasar las pinturas los ojos se volvieron hacia un cuadro (los hay maravillosos, sugerentes, impactantes, deliciosos…), pero es en la Metamorofis de Narciso donde Dalí me hizo clavar las piernas para descubrir realmente el significado de la exposición, porque también las hormigas tienen su sombras. Y de la insignificancia de una pincelada he sacado mis conclusiones.

La sombra es la falta de luz, la imagen oscura que sobre una superficie cualquiera proyecta un cuerpo opaco… Imágenes oscuras en suelos, muros, rostros, nubes… pero con formas nuevas o recreadas. ¡Cómo lo pintó el gran Christian Schad! En ese monstruo que surge a la espalda del Retrato del Doctor Hanstein descubrió a una mujer (su novia Sonia), como en sus schadografías recuperó las sombras directas por contacto de los objetos sobre el papel fotográfico.

Esta exposición se define con la imagen que se forma cuando cualquier visitante se coloca ante La sombra de mujer de Picasso, porque a los lados del observador nacen dos sombras que mueren inmediatamente con un paso atrás o adelante. La selección es magnífica; podría ser otra o muchas otras, pero esta es magnífica.

También el cine tiene espacio, con la proyección de fragmentos de películas de Murnau, Fritz Lang, Hitchcock o Woody Allen. Me quedo con Fred Astaire bailando ante un niño que jugaba por la sala imitando sus gestos (gran objetivo conseguido por los organizadores).

Y voy con la fotografía para dejar constancia de un hecho: si las obras pictóricas son extraordinarias, ¿por qué la sala de la fotografía estaba llena? Porque Man Ray, Kertesz, Dorotea Lange, Català Roca y el resto de autores tuvieron el alma lleno de sombras.  Una a una las he repasado y todas me han dejado huella (¡todas!). Déjenme que les presente la que resume esta historia: Negra y blanca de Man Ray, una imagen que da sentido a la toda la muestra: blanca mujer y negra sombra… y mientras me marchaba miré de reojo al retrato que Masats le hizo al poeta J. V. Foix en las cortinas de una habitación allá por el año 1950. No es él sino su sombra.

Cuando salí a la calle arrastré la mirada por los suelos buscando las sombras de los zapatos y después todo fueron sombras… y luces, porque aunque el diccionario de la RAE se refiera a la oscuridad, las sombras son efecto de las luces.

 

Fundación Caja Madrid // Museo Thyssen-Bornemisza

Hasta el 17 de mayo de 2009

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6 comentarios

  1. Muy interesante también la exposición en el Thyssen, que el amor sea el origen de la pintura, el femenino, es un reconocimiento a esas pintoras que sencillamente no están.

    Los barrocos soberbios en su juego con la luz y muy de destacar dentro de los simbolistas Léon Spilliaert, verdaderamente menos es más en su pintura.

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