Innovation Principle: entendiendo cómo la Comisión Europea pretende regular la innovación en Horizonte Europa

En los últimos tiempos la innovación se ha puesto de moda, todos hablamos de innovación; pero ¿sabemos en realidad lo que es y cómo influye a nivel político en las decisiones que se toman? Muchas veces nos vamos a lo práctico y nos dejamos atrás el contexto normativo que define las acciones que determinarán la financiación de la innovación. Es hora de que ahondemos en estos contenidos y, para ello ¡debes seguir leyendo!

¿Qué es el Principio de Innovación?

El principio de innovación es una herramienta para ayudar a alcanzar los objetivos de la política de la UE garantizando que la legislación se diseña de manera que cree las mejores condiciones posibles para que la innovación prospere. El principio significa que en el futuro, cuando la Comisión desarrolle nuevas iniciativas, tendrá en cuenta el efecto sobre la innovación. Esto garantizará que todas las nuevas políticas o reglamentos de la UE apoyen la innovación y que el marco regulador en Europa sea favorable a la innovación.

El principal objetivo es que el Principio de Innovación cubra las tres fases del ciclo de elaboración de políticas.

1ª fase: establecimiento de la agenda

Los posibles efectos de las tecnologías emergentes en las normas de la UE deberían examinarse al principio del proceso legislativo como parte del principio de innovación. Ejemplos de ello son la inteligencia artificial o el blockchain, en la que es probable que las nuevas tecnologías introduzcan cambios en la legislación.

2ª fase: legislación

Las nuevas iniciativas legislativas de la UE deberían responder a las necesidades de las empresas innovadoras. Esto significa proporcionar datos y pruebas para las evaluaciones de impacto, consultar a los innovadores y tener en cuenta sus sugerencias para la redacción de la legislación.

3ª fase: implementación

La Comisión ofrece ofertas de innovación para hacer frente a las normas vigentes en la UE. Éstos determinan si una norma o reglamento de la UE constituye un obstáculo para la innovación y, en caso afirmativo, ayudan a encontrar soluciones.

 

Documentos sobre los que se soporta este principio

El Principio de Innovación se empezó a fraguar en febrero de 2016, dónde por primera vez se definía este concepto. Tras la publicación del documento de trabajo de los servicios de la Comisión, el Consejo de Competitividad adoptó dos series de conclusiones relativas a la innovación y la reglamentación. Este fue el primer respaldo político del Consejo a un principio de innovación:

–          Conclusiones del Consejo sobre un reglamento favorable a la investigación y la innovación, mayo de 2016.

–          Conclusiones del Consejo sobre la mejora de la legislación para reforzar la competitividad Mayo de 2016

Seguidamente a estas conclusiones, la Nota del Centro de Estrategia Política Europea (EPSC) publicada en junio de 2016 explora los tratados y encuentra que la aprobación de un Principio de Innovación está implícita en los tratados. En la nota se esbozan algunos instrumentos que podrían utilizarse para aplicarla. La Comisión tuvo en cuenta algunas de estas recomendaciones al revisar el instrumento de investigación e innovación.

Por último y para complementar este proceso de definición del Principio de Innovación, el dictamen del Comité Económico y Social Europeo apoya en gran medida el principio de innovación y propone que tenga el mismo rango que los principios legislativos más consolidados (subsidiariedad, proporcionalidad, cautela, etc.). En el dictamen también se afirma que el principio de innovación no debería tener prioridad sobre estos otros principios.

 

Herramienta de investigación e innovación

Para integrar mejor la innovación en el marco regulador de la UE, la revisión de la herramienta de investigación e innovación finalizó y se publicó en junio de 2017 junto con el resto de las directrices para legislar mejor. Establecen los principios que la Comisión sigue al preparar nuevas iniciativas y propuestas y al gestionar y evaluar la legislación existente. Las directrices se aplican a cada fase del ciclo legislativo.

La herramienta proporciona directrices claras para analizar la interacción entre la legislación comunitaria nueva o revisada (incluidos los programas de gasto) y la innovación durante la evaluación de impacto. También se esbozan una serie de consideraciones de diseño e instrumentos operativos que pueden utilizarse para hacer que las propuestas legislativas tengan más visión de futuro y sean más favorables a la innovación.

 

Pero, ¿cuál es la realidad detrás del Principio de Innovación?

Desde 2013, el principio de innovación se ha impuesto en la Comisión Europea gracias a numerosos eventos, cartas y correos electrónicos del European Risk Forum (ERF)[1] y de otros grupos de presión. Apareció por primera vez en un documento de trabajo de los servicios de la dirección General de Investigación en 2015.  Como ya hemos visto, una nota estratégica interna propone en junio de 2016 un fundamento jurídico para el «principio de innovación», sin hacer referencia alguna al origen industrial de este «principio».

En este momento sería bueno reflexionar sobre qué es la innovación. Innovación significa aportar o crear algo nuevo, pero lo nuevo no es necesariamente siempre bueno. Todo depende de lo que ese “algo nuevo” haga, del impacto que tenga en nuestra salud, en el medio ambiente, en nuestra economía y en nuestra sociedad. Y también va a depender mucho de quién se beneficie de ello. Para ilustrar este concepto podemos recurrir a los casos del amianto y la enfermedad de las vacas locas, por poner ejemplos conocidos por todos.

En cada caso, encontramos los mismos elementos: una evaluación insuficiente del riesgo antes de poner un producto en el mercado, un fuerte interés comercial para que un producto permanezca en el mercado, y una terrible inercia de las autoridades cuando se acumulan las pruebas de los efectos perjudiciales de estas actuaciones.  Estas crisis, que provocaron muertes, enfermedades y discapacidades, nos demostraron que es importante evaluar los riesgos antes de comercializar un producto y que no debemos esperar a que se demuestre el peligro (cuando las personas o el medio ambiente ya se ven afectados negativamente por él), ya que algunos daños no son reversibles. Estos casos son el origen del principio de precaución[2].

Esto significa que sí, de hecho, los reglamentos de la UE a veces limitan o incluso prohíben ciertos tipos de innovaciones porque son potencialmente perjudiciales y se decidió colectivamente que los riesgos eran mayores que los beneficios. Pero también abre de par en par el camino a otras innovaciones que no presentan estos riesgos. El principio de precaución no detiene la «innovación» con una «I» mayúscula, sino que nos ayuda a hacer una selección sabia.

Como ya hemos comentado en la primera parte de este artículo, en julio de 2017, un «Grupo de trabajo sobre el principio de innovación» creado por la Dirección General de Investigación desarrolló una «Herramienta de investigación e innovación», que contiene muchos elementos del documento de posición de la industria, incluida la necesidad de flexibilidad, el coste del cumplimiento, las alternativas, y que proporciona efectivamente la herramienta de evaluación de impacto que la industria había estado pidiendo. Esta herramienta tiene por objeto examinar «futuras iniciativas para identificar aquellas en las que podría aplicarse el principio de innovación«. Nada de esto ha sido objeto de debate en el Consejo ni en el Parlamento Europeo; nunca han dicho una palabra sobre la aplicación de una herramienta que debilita efectivamente el principio de precaución. Pero esto podría cambiar pronto, ya que el «principio de innovación» acaba de aparecer en el proyecto de Reglamento Horizon Europe, lo que puede abrir el diálogo entorno a este concepto.

Curiosamente, aunque en esta carta queda claro que el objetivo del principio de innovación es «equilibrar el principio de precaución» y sus supuestos impactos negativos sobre la innovación, el ERF y la industria afirman ahora que están funcionando dentro del principio de precaución. Pero esta afirmación no tiene ningún sentido: la innovación ocurre todo el tiempo, eso es lo que hacemos los humanos. Debería recibir el apoyo de la UE cuando responda a las necesidades de nuestros ciudadanos y no presente un riesgo demasiado alto. Y, de hecho, cuenta con este apoyo: los límites o la prohibición de técnicas o productos sólo se producen cuando son potencialmente problemáticos, tras una evaluación científica y un debate político.

Por otra parte, la vaguedad de la palabra «innovación» en el principio de innovación significa, sobre todo si este principio se aplica antes de que un proyecto de texto llegue a la mesa del Consejo y del Parlamento Europeo, que todas las medidas adoptadas en favor del medio ambiente, de la salud o de la protección social podrían verse obstaculizadas o suprimidas desde el principio con el fin de dar paso a cualquier «innovación»[3].

Como veis, nos encontramos en un momento crucial de cara a la definición final de Horizon Europe, y algo tan crucial como entender de una forma concreta y estandarizada lo que es la innovación no resulta una tarea fácil. Las decisiones finales que se tomen sobre este concepto afectarán a las líneas de financiación del programa, al tipo de proyectos que se pondrán en marcha y a los beneficiarios de esos fondos. Es por esto que en ocasiones hay que prestar atención a las cuestiones más teóricas antes de embarcarnos en lo eminentemente práctico.

 

Reyes Sansegundo Romero

Gestora de Transferencia de Tecnología y Programas Europeos para la Enterprise Europe Network

 

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