Si os gusta el arte y el mundo clásico, la mitología, o imaginar
como podía ser la vida
en el 800 a.C., no podéis dejar pasar un viaje a Grecia.




La Atenas moderna es una ciudad sucia, caótica en cuanto a circulación de vehículos,
y con los semáforos más rápidos que he visto en mi vida (cambian de color sin dar tiempo a cruzar),
y en la que llama la atención la cantidad de perros vagabundos tirados en el suelo
buscando un poco de sombra. A pesar de todo esto cuando caminas por sus calles te sumerges
en otro ambiente ya que mirando a izquierda y derecha encuentras ruinas y yacimientos espléndidos,
y elevando la vista el espectáculo fantástico de la Acrópolis, siempre luminoso, ya sea de radiante luz natural
o la magnífica luz nocturna.

En Acrópolis, la ciudad que Pericles construyó para representar los logros políticos y económicos,
se levanta el Partenón, que junto a otros dos templos, el de Poseidón en el cabo de Sunio, y el templo de
Aphania en la isla de Egina, forman un triángulo perfecto ya que distan 25 kilómetros exactos.
Además de conocer la ciudad es aconsejable visitar algunas de las islas. Las más cercanas son las Sarónicas,
y las importantes son Poros, Egina e Hydra. Esas son las que conocí en el pequeño crucero que hicimos y recomiendo
que nadie se lo pierda.
Poros es una isla muy pequeña y conserva todo el encanto de un típico puerto pesquero.
En Hydra tuvimos la experiencia de bañarnos en el Mar Egeo.
El agua está helada y tiene tal cantidad de sal que se flota sin apenas esfuerzo.

En Egina está la catedral de Agios Necktários, la segunda iglesia ortodoxa más grande después
de Santa Sofía en Estambul, y tiene cierto aire a esta. Allí está enterrado Necktários, santo ortodoxo
que tenía el poder de curar, y se dice que si colocas la mano en su tumba
se escucha el latido de su corazón (yo no lo oí). Esta isla tiene fama de producir
los mejores pistachos del mundo.
No puedo dejar de recomendaros la puesta de sol desde el cabo de Sunio, uno de los atardeceres
más bellos que se pueden contemplar. Desde las ocho y media de la tarde ves como el sol se va ocultando,
primero lentamente y luego más rápido para dejar un cielo de distintos tonos de azul, rosa y rojo.
¡Una preciosidad!

María Olivera

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5 comentarios

  1. ¡¡Está muy bien!! Has contado todo y de forma clara y amena!.

    ¡Tan sólo una cosa: no has comentado nada de la comida!…

    ¡Estaba muy buena!

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