La vida es como un álbum de fotografías.
En la memoria se encuentra gran parte de nuestra felicidad.

Salgo a la calle y llevo siempre mi cámara. Me gusta observar a la gente en las mañanas frescas. Apenas hay personas en la calle y sin embargo son muchos los coches en movimiento. Todo el mundo se entrega a lasa obligaciones diarias.
La vida es muy distinta en cada persona. Camino y me encuentro al panadero que sale de la tahona con la carilla de cansancio tras una larga noche de trabajo, al quiosquero que abre su rincón de prensa o al ama de casa que sale para hacer las primeras compras.
Me gusta mirar sus rostros y fotografiarlos, porque cada uno lleva marcada una vida, unos dura y otros menos comprometida, pero todos tienen cosas que contar.
Por ello miro sus caras y, sin que se den cuenta, recojo un rostro y lo guardo. Parecen personajes de cuento, de alguna película, con sonrisas o ceños fruncidos. Todos tienen la pequeña historia que guardan, viven o crean poco a poco. Todas van quedando en el recuerdo y con el tiempo las contarán a sus hijos, nietos y amigos…
Esa historia es la propia vida, tan bella y tan difícil a veces. Hay momentos que nos gustaría guardar siempre y que no pasaran nunca, y otros que deseamos que pasen rápido porque nos aturden. Creemos no poder con ellos, pero los afrontamos todavía con más fuerza.
Es como un libro donde pasas las hojas y en el que los momentos especiales pasan y los oscuros también, pero que volverán de otra manera.
El día a día es un libro, un cuento que unos registran en un diario, otros guardan en fotografías y alguno unicamente en la memoria, el mejor de todos los archivos.
Revivir la historia de la propia vida en la memoria es parte de nuestra felicidad, también cuando repasamos el álbum de fotografías.

Paloma Aguilar

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Un comentario

  1. Que linda lectura. Juntar poesía y fotografía. Cada ser humano es y tiene una historia que guarda en su memoria, aquella que la fotografía mejor conservará

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