Y comenzó la Feria Taurina de San Isidro

Agua del Santo en la primera tarde (jueves, 8 de mayo de 2008)

Y comenzó la Feria de San Isidro…  Bronca para los toros y silencios para los toreros, salvo los aplausos que se llevó Antón Cortés. Es curioso como se transforma la plaza cuando comienza la Feria. Hay una bullicio especial, una especie de encuentro de marginados que viven el mes de mayo con una pasión: los toros. Bajaba yo por la calle de Alcalá con algo de prisa y al llegar a los bares donde se forman tertulias, repletos de mirones y de tipos curiosos, observé esa transformación a la que me refiero. Es como si de pronto entráramos en otro mundo, que no es del pasado como pueden pensar algunos sino del presente. La primera de Feria es el reencuentro. Más de cien manos habré estrechado esta tarde. Y despés de saludar a los de siempre, de los que hablaremos en ocasión más propicia, me fui al túnel de cuadrillas para esperar a los toreros. La lluvia intensa de la mañana no había dañado el ruedo por las precauciones y todo estaba en orden. El tema de conversación no era, sin embargo, ni la corrida ni los matadores, sino el agua, el agua bendita que había traido el Santo para aliviar la merma de los pantanos. Y aunque los toros son de sol y moscas, había consenso en aceptar la lluvia por el bien de todos y a pesar de los pesares. Porque las corridas de nubes grises e impermebles pierden el brillo o el encanto, como diría el maestro de periodistas don Rafael Campos de España, recientemente fallecido, a quien recordamos con admiración y con respeto.

Nada que decir del triunfo o el fracaso porque no hubo toros, y cuando no hay toros que lidiar nada que decir de los toreros. En el 4 nos dio la murga un individuo pasado de vino, y el 7 consiguió que la presidencia devolviera al menos uno de los bureles. Hubo detalles en el ruedo e incluso emoción cuando un sobrero derribó a los dos caballos y puso en peligro a todo bicho viviente. También esto forma parte del espectáculo, tanto que por un momento recordamos que se trataba de una corrida de toros. Ya lo dice el refrán: ¡Tarde de espectación, tarde de decepción! La espectación estaba en la primera de feria, la decepción la llevaban quienes de vuelta a casa subían por la calle de Alcalá (senda de los elefantes) con la misma cara que ayer lo hicieran los seguidores del Barça. Y poco más que contar, salvo que mis compañeros de localidad, Pedro y Ricardo, se comieron parte de mi merienda en un descuido. Todo lo demás fueron broncas por la fuerza y de raza del ganado. Les remito a las fotografías, porque más allá de los textos está la imagen y hay muchas cosas que ustedes, por mucho que se empeñen, jamas verán como lo ve Paloma Aguilar.  

Terna: Antón Cortés (silencio y aplausos), Eduardo Gallo (silencio y silencio), Ambel Posada (silencio y silencio); Ganadería: Martelilla y un sobrero de Albarreal.


 

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5 comentarios

  1. Parece que, a pesar de que va a ser la tauromaquia el tema central del blog durante un mes, los autores nos van a dar la visión más tierna de lo que ellos llaman "fiesta" y que para el resto no es más que una aberración animal.

    Aun así, no pinta mal el asunto. Habrá que darles un voto de confianza.

    A ver con qué nos sorprende el ojo de Paloma Aguilar.

  2. La fiesta del toro es arte y toda manifestación artística, incluido el excelente trabajo fotográfico, tiene en este blog una parte de su espacio. Nosotros no entramos en guerras, sólo resaltamos lo que de arte tiene la Fiesta Nacional.

  3. Pues aunque no soy muy aficionada, la crónica me ha parecido emotiva.

  4. Si hablan de arte, de belleza, de motivación es porque la sienten. Enhorabuena.

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