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Autor
Judith de Jorge

No hay duda, los neandertales pintaron la cueva de Ardales

Un nuevo estudio confirma la autoría de las distintas pinturas de la cavidad malagueña, que estuvo ocupada durante 50.000 años por diferentes grupos humanos

Una investigación publicada en la revista 'Science' en 2018 revolucionó el mundo de la arqueología al sugerir que las muestras de pintura rupestre más antiguas del mundo, una serie de puntos, líneas y manos en negativo halladas en tres cuevas españolas -La Pasiega en Cantabria, Maltravieso en Cáceres y Ardales en Málaga-, habían sido creadas por neandertales hace 64.000 años. Sin embargo, el anuncio también tuvo detractores que dudaban de la metodología empleada y de que esa especie humana extinta, durante tanto tiempo considerada tosca y ruda, fuera capaz de dejar su impronta en las paredes.

Un equipo de investigadores asegura haber erradicado cualquier duda al respecto con una «garantía científica definitiva». Utilizando diferentes técnicas, ha analizado la antigüedad de los sedimentos, las herramientas y los restos de fauna de la cueva de Ardales y, en efecto, las fechas de ocupación coinciden con las de las pinturas en las paredes.

Esto confirma, según publican en la revista 'PLOS One', que solo los neandertales pudieron ser los autores de las marcas, ya que los humanos anatómicamente modernos no llegaron al lugar hasta miles de años después. En total, la cueva estuvo ocupada durante 50.000 años.

Las dataciones se realizaron con dos técnicas punteras. Por un lado, el material orgánico fue analizado con carbono 14 por ultrafiltraciones, «que permite datar un poco más antiguo y afina mucho», explica José Ramos Muñoz, de la Universidad de Cádiz y uno de los autores del estudio. Se hicieron 50 dataciones de ese tipo. Por otro, doce dataciones de uranio-torio analizaron las capas calizas que se acumula en la cueva (el espeleotema, la gota que va cayendo en todas las cuevas y forma una película desde un milímetro hasta centímetros de espesor). Los resultados indicaban que la ocupación de la cueva coincidía con la autoría de las pinturas.

Identidad humana

Hace entre 65.000 y 43.000 años, los neandertales se establecieron en la boca de la cueva y utilizaron ocre para dejar marcas prefigurativas en su interior: puntos hechos con las yemas de los dedos, manchas pulverizadas con un aerógrafo, marcas de manos... Muchas de ellas se encuentran en las profundidades de las galerías.

«Esos individuos ya tenían la capacidad de hacer algo indeleble, destinado a perdurar. Cuando encuentro una pieza arqueológica no está hecha para mí. Por la razón que sea, alguien la abandonó y miles de años después tenemos la suerte de encontrarla. Pero la mano en la pared está puesta ahí para que yo la mire, sí está hecha para mí», reflexiona Pedro Cantalejo, investigador senior en Ardales. «No sabemos interpretar este tipo de arte, no sabemos qué nos quisieron decir, pero alguien lo hizo para que otro pudiera verlo. Eso nos lleva al concepto de identidad humana», reflexiona.

Ramos reconoce que es «difícil» llamar arte a estas pinturas, pero sí son «manifestaciones gráficas que hasta hace no mucho se consideraban una capacidad cognitiva exclusiva de la humanidad moderna. Y ese avance, al menos como un sistema de comunicación, ya lo tenían los neandertales». Sea arte o no, estos homínidos eran «más avanzados de lo que se había pensado. Las marcas están en pasos estrechos, en gateras, parecen indicaciones en un plano. Vivían en el umbral de la cueva y en el exterior, pero entraban para pintar», señala.

Después, la cueva se abandonó durante milenios hasta que llegaron los sapiens hace 36.000 años y la utilizaron como refugio esporádico hasta hace 8.000 años. Neandertales y humanos modernos nunca se encontraron allí.

Representación del mundo

Una vez establecidos, los sapiens dejaron arte figurativo, casi mil dibujos, que representan en su mayoría a los animales de su entorno: ciervos, caballos, cabras, peces... Para Cantalejo, no se trataba de un santuario, sino de «una representación ecológica de entorno, como una exposición del 'National Geographic' sobre una región concreta. Vemos su ecosistema, su socioeconomía», dice. Curiosamente, también hay muchas figuras femeninas.

«Es como si vemos un bodegón de Juan Sánchez Cotán de hace varios siglos. No lo valoramos solo como una obra pictórica, sino que también se aprecia la alimentación, la vajilla que se usaba... En ese caso como en las pinturas rupestres se ve reflejado un mundo», añade Cantalejo.

En el neolítico, hace unos 6.400 años, la cueva pasó a ser utilizada como un panteón funerario colectivo, un osario, como si fuera una especie de dolmen natural. No hay restos humanos completos, sino paquetes de huesos. La evidencia de actividades domésticas es extremadamente pobre, lo que sugiere que los humanos no vivían en la cueva.

Los resultados confirman la importancia de la cueva de Ardales como yacimiento de alto valor simbólico y los investigadores creen que puede haber muchas más en la península con manifestaciones neandertales.

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