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El TAC de un fósil vegetal revela nuevos detalles sobre los paisajes del Mesozoico

Una colaboración internacional ha permitido estudiar el interior de la planta sin dañarla y profundizar en el conocimiento de los ecosistemas del Mesozoico

Weichselia reticulata es una planta extinta que se encuentra con mucha frecuencia en yacimientos paleontológicos de todo el mundo. Ha sido reconstruida en numerosas ocasiones con porte arbóreo y hojas con una cabeza de la que radian varias pinnas, similares en aparienci al armazón de un paraguas y. Sin embargo, hasta ahora se conocía muy poco sobre la anatomía interna y la forma de vida de esta especie de la Era Mesozoica (que se extendió entre 251 y 66 millones de años atrás).

Los únicos tallos confirmados como pertenecientes a la especie se encontraron en 1971 en el yacimiento cretácico de Bernissart, en Bélgica, y fueron estudiados por el paleobotánico inglés Kenneth L. Alvin. Estos troncos se encuentran hoy preservados como lignito (carbón mineral formado por presión), cuya fragilidad ha dificultado su estudio.

Comparación de las estructuras observadas en la corteza externa de Weichselia reticulata con el helecho actual Sphaeropteris intermedia. /UAM

Ahora, gracias a nuevas técnicas aplicadas en paleontología, un equipo ha podido escanear este material fósil mediante tomografía computarizada (TC o TAC), lo que ha permitido estudiar el interior de la planta sin dañarla.

“Se trata de un estudio que pone de manifiesto la importancia del trabajo de revisión sobre fósiles que se encuentran en colecciones históricas”, afirman los autores, pertenecientes a tres instituciones: el Royal Belgian Institute of Natural Sciences de Bruselas (Bélgica), donde se encuentran estos ejemplares de excavaciones históricas; el laboratorio de modelización de plantas y vegetación AMAP en Montpellier (Francia), y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

Incendios frecuentes 

Los resultados, publicados en la revista Papers in Palaeontology, confirman algunas de las interpretaciones hechas por Alvin en 1971, como la existencia de unas posibles raíces que crecerían en dirección opuesta a las hojas y en una posición similar a las de otros helechos actuales.

Sin embargo, el estudio revela que estas supuestas raíces serían idénticas en estructura a las hojas, sugiriendo que el tallo podría haber sido postrado en vez de vertical y que todos los órganos observados fuesen en realidad hojas y no raíces.

“La anatomía interna de la planta es además diferente a todos los helechos actuales y fósiles conocidos, lo que hace difícil interpretar sus relaciones de parentesco con otros helechos”, asegura Candela Blanco Moreno, investigadora de la UAM y coautora del trabajo.

Uno de los temas más controvertidos en relación con esta planta prehistórica es el hábitat en el que vivió. El estudio reveló una serie de características que podrían indicar que habitó en un ambiente árido con frecuentes incendios.

Resultado del escaneado de los dos tallos fósiles mediante tomografía computarizada. Los colores azules y verdes se corresponden con las bases de hojas y posibles raíces que surgen del tallo. /UAM

“La corteza de los tallos muestra unas marcas o tubérculos que muy probablemente se traten de zonas donde se habrían insertado unos pelos fuertes y duros que, en helechos actuales, protegen a la planta en caso de incendio. Estos pelos se queman lentamente, dando tiempo a que el fuego se extinga antes de llegar a las partes vitales de la planta y dañarla de forma severa”, explica Blanco Moreno.

Relaciones mutualistas

Los investigadores también observaron una serie de estructuras particulares que identificaron con nectarios. Estos son glándulas que permiten la secreción de sustancias de deshecho sin perder mucha agua y que se relacionan con plantas que viven en zonas áridas.

“Los nectarios también favorecen relaciones mutualistas con insectos que se alimentan del néctar y a su vez proporcionan protección a la planta frente a herbívoros. Así, los resultados nos descubren un ecosistema que se desarrolló, por ejemplo, en zonas colindantes al humedal de Las Hoyas en Cuenca o al lago de Bernissart en Bélgica”, detalla Blanco Moreno.

Los restos fósiles de Weichselia reticulata, muy frecuentes en este tipo de yacimientos de agua dulce o incluso en yacimientos costeros, habrían llegado hasta allí al ser transportados en épocas húmedas desde un ecosistema más árido, con frecuentes incendios.

“Las condiciones de preservación del ambiente en el que habitaba esta planta son mucho más pobres que la de los lagos o lagunas de los ambientes acuáticos, por lo que gracias al transporte de fragmentos de plantas hasta estos últimos podemos inferir que había otras comunidades vegetales desarrollándose en los alrededores. Son este tipo de descubrimientos los que nos permiten, poco a poco, ir completando nuestro conocimiento del paisaje del Mesozoico”, concluye la investigadora.


Referencia bibliográfica:

Blanco‐Moreno, C., Decombeix, A.L., Prestianni, C. 2020. New insights into the affinities, autoecology, and habit of the Mesozoic fern Weichselia reticulata based on the revision of stems from Bernissart (Mons Basin, Belgium). Papers in Palaeontology https://doi.org/10.1002/spp2.1344

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