El sur (Víctor Erice, 1983)

Reseña de Marta Esteban González

Para Víctor Erice, la cuestión principal de una obra cinematográfica radica en la manera de utilizar el arte para que sea útil en la indagación sobre el sentido más profundo de la vida, que es el que se encuentra en la realidad cotidiana [1], y eso es precisamente lo que nos transmite con esta maravillosa película, y lo hace traspasando los límites narrativos y creando imágenes cargadas de simbología y expresión que dotan de sentido a la obra.

La conexión de sus películas con la pintura es la clave de su poética visual y el sentido de su creación artística. Las iluminaciones, colores y composiciones tienen una función determinante y constituyen en sí mismos una narración complementaria a la trama. Todas sus películas presentan microcosmos en los que las relaciones personales se entrelazan de manera que las historias trascienden la realidad concreta y se elevan en forma de metáforas muy poderosas sobre la condición humana con una narración intensamente poética [2].

El Sur, es una adaptación libre de un relato escrito por Adelaida García Morales. La película trata sobre los recuerdos de Estrella adulta, la narración en voz en off nos llevan a mirar desde sus ojos, viendo cómo pasa de la niñez a la adolescencia buscando la verdad sobre su padre, Agustín, un republicano derrotado, esta búsqueda será a su vez un viaje íntimo para encontrar su propia verdad. La verdad del padre consiste en su fracaso existencial conmovido por un pasado perdido; la incomunicación y el aislamiento constituirán las bases de su presente, el cual intentará afrontar en diversas ocasiones (a través de un amor perdido del pasado e incluso a través de su propia hija) pero sin éxito. La verdad de la hija, en cambio, consiste en la esperanza de salir de ese aislamiento y soledad a través del sur, gran metáfora de la película, y todo lo que ello representa. Intenta descubrir a su padre, pero muchas cosas están en la oscuridad, la oscuridad del norte frente la luminosidad del sur hacia la que le lleva su viaje. Y es que su búsqueda de la verdad es la búsqueda de la propia verdad del espectador según su reflexión y experiencia. Esta búsqueda por parte de los niños en sus películas y su viaje iniciático es el viaje en el que se sumerge el espectador en el momento en el que comprende la película desde esa perspectiva metafórica y poética. Procurando que el público pueda decidir en última instancia, seleccionando entre lo que se le ofrece aquello que mejor se adapta a su propia existencia personal, a su forma de percibir la vida, para lo que tiene que recurrir a sus propios recuerdos y vivencias [3].

El viaje iniciático de Estrella pasa por una serie de fases, ella niña entiende la vida desde una perspectiva onírica, mágica, ve a su padre como un ser excepcional que sobrepasa las cualidades de la vida cotidiana, esto está representado a través del péndulo, objeto simbólico que representa la fuerza, el recuerdo de su padre que la ayudará a seguir adelante y encontrarse. Cuando va creciendo se va enfrentando a la verdad tanto de su padre como a la suya propia y la del mundo exterior. Lo onírico se convierte en tenebroso. Esta elipsis temporal Erice la resuelve de manera magnífica, Estrella niña se va con su bicicleta y su perro cachorro por un camino de árboles que parece no tener fin y vuelve Estrella adulta con su perro crecido, en una bicicleta roja por el mismo camino de árboles ahora pintados con franjas blancas en representación a la modernidad. Su padre se convierte en un enigma para ella, el enigma que es la vida, y el sur, los orígenes de su padre, se convertirá en la única manera de encontrar finalmente La verdad y a sí misma. Es la esperanza, la luz, la hora de afrontar la realidad de manera completa convirtiéndose en el espacio de la madurez, de los sueños posibles.

Todo esto está enmarcado con un cierto carácter político que no será recalcado de manera directa pero que en un segundo plano existe y es determinante. Dos escenas lo clarifican, la más significativa es el dialogo que mantiene con Milagros, en la que le cuenta que su padre tuvo que marcharse del sur por el enfrentamiento ideológico con su abuelo, es bonito como destaca que ante todo las ideologías políticas no son más que palabras y que existen cosas más importantes. Por otra parte cabe comentar la escena de la comunión, donde el padre aun siendo ateo acude a la iglesia y sale como de un halo de oscuridad para encontrase con su hija.

El trasfondo de esta película nos habla del sufrimiento que significa todo saber, del dolor del conocimiento, y todo esto a través de una luz misteriosa. Algunos recursos cinematográficos que utiliza Erice son equivalentes por su eficacia a los usados por ciertos pintores, es decir, dichos recursos tienen el mismo valor, la misma potencia, a la hora de orientar al espectador a la búsqueda de significados, y producen en el destinatario una reacción muy parecida [4].

Las composiciones de Erice crean imágenes en las que no solo los personajes sino la luz, el silencio y los objetos simbólicos son tanto o más protagonistas. La bicicleta, la flor, la almohada, el ovillo… todos en tonalidades rojizas así como el péndulo, las fotografías, el traje de primera comunión, el cine dentro del cine, las bodas, la veleta en forma de gaviota que va cambiando e incluso el paso doble en momentos clave nos ofrecen un cumulo de significados escondidos que completan el sentido de la obra. Y es que “en las cosas más simples de la vida cotidiana vemos resplandecer las huellas de la existencia”.

Pero para comprender a Erice y todo lo que ello representa hay que tener en cuenta el contexto estético de los años sesenta y principios de los setenta, donde se desenvolvía. En este momento está adquiriendo gran importancia el denominado “cine poesía”.  Igual que ocurre en otras artes, en el cine, la crisis de la noción de representación hace que importantes cineastas busquen el lenguaje poético como camino ideal para aproximarse a la realidad del mundo. Uno de sus mayores exponentes fue Luis Buñuel que afirmaba que solo el cine poético puede dar una visión integral de la realidad.

La lengua poética del cine, en opinión de Pasolini, se caracteriza por la deliberada intención del realizador de transmitir su visión subjetiva de la realidad mediante el uso de técnicas cinematográficas…haciendo con ello evidente la prevalencia del sujeto-autor sobre la objetividad de la realidad.

Es otra manera de concebir el cine, este tipo de representaciones se caracterizan por las formas que utiliza el cineasta para mostrar el mundo. En el caso de Erice el peso recae como hemos comentando con anterioridad en las metáforas plasmadas tanto en los colores y la iluminación, como en los objetos y los paisajes. Y es que un cine que utiliza un lenguaje especifico de poesía esta frecuentemente relacionado con la pintura, con una forma estilizada de representar la realidad. El cine de Erice compagina el lenguaje cinematográfico con el poético a través del pictórico, y esto es su paradigma estético.

Por otra parte el cine de Erice también se relaciona con el realismo mágico, en el sentido de que su idea primordial es que el misterio de la vida solo puede ser expresado a través de la realidad, pero hay que ir más allá de la simple apariencia de las cosas para conferir a la imagen un sentido mágico que permita observar la vida cotidiana de una nueva manera y así despertar en el espectador un íntimo estupor [5].

La fotografía de El sur, de la mano de José Luis Alcaine,  se constituye como uno de los pilares básicos del lirismo que  impregna la película. El mismo Alcaine nos transmite lo que para él significa la luz en una película: «Cada película necesita una luz distinta, tiene problemas distintos. A mí la luz me viene dada por el guión y por cómo se enfrenta el director con esa historia que quiere contar. Si hay una característica común a todas mis películas es la de la búsqueda del tiempo. Siempre que cuentas una historia, el paso del tiempo está presente, es ineludible, y yo busco ayudar a crear esa sensación. Vivimos en un mundo de imágenes, pero la imagen, cuando la vemos, siempre pertenece al pasado, forma parte de la historia. No hay instantáneas del momento. En cuanto aprietas el gatillo de una cámara ya estás en el pasado. Lo que has registrado o impresionado en la cámara pertenece al pasado. De alguna manera hay que crear el discurrir del tiempo porque eso es lo que nos ocurre en la vida» [6]. Su visión del cine tiene mucho que ver con la pintura, durante siglos los pintores han tratado de dotar de movimiento a la pintura y la incorporación del tiempo ha sido uno de los logros fundamentales de los pintores modernos.

El cineasta ha sido muy influido por la poética de algunos grandes pintores. Él mismo determina que “la pintura va a ayudar al cine a liberarse de los artificios literarios y teatrales heredados desde su nacimiento, salvándolo de las formulas narrativas y las convenciones dramáticas presentes en los guiones que la industria le ha impuesto tradicionalmente”.

Una de las claves para entender este tipo de cine y más concretamente la película que nos ocupa es la iluminación, ya que lo que él busca con esta es una forma de representar la realidad. Sus composiciones y la integración de la luz y las sombras provocan en el espectador una sensación de soledad angustiosa y por otra parte sensación de liberación o esperanza. La iluminación nos da pistas de conocimiento y su reiteración de sensación tenebrista es un recurso poético. Por una parte tiene un sentido onírico y ese punto de irrealidad está ligado a los recuerdos, que son reflejos de la realidad pero no la realidad misma. Con la luz consigue crear una atmosfera de aislamiento y soledad, de incomunicación y derrota al igual que sucede en los cuadros de Vermeer, los primeros diez minutos de la película es un claro ejemplo de ello. Transmite sentimientos y emociones de los personajes que no se pueden expresar con palabras. El Sur, es la película en la que la luz crea las imágenes y las imágenes dan sentido a la historia.

Como ya hemos mencionado relacionar el cine de Erice con determinados autores resulta obligatorio. Luis Alcaine prestó gran atención a los estudios que sobre la luz habían hecho pintores como Vermeer, Rembrandt, Velázquez, Ribera, Zurbarán o Goya… lo que busca es una forma de representar la realidad, representar un mundo que se basa en la sencilla materialidad de las cosas cotidianas.

Los dos artistas clave en los que inspira la obra de Erice son Vermeer y Velázquez aunque no son los únicos. Las obras de Vermeer que podemos relacionar con Erice son las correspondientes a la etapa de su madurez artística, sobre todo las “pinturas interiores”. Un ejemplo de ello es el cuadro ‘La encajera’,  en este se ve plasmado en una de las escenas significativas del filme donde madre e hija enrollan el ovillo rojo, esta simple acción cotidiana significa mucho en la película ya que es el momento en el que la madre se da cuenta de la cantidad de cosas que su hija sabe y su interés por hacerlas desaparecer.

Con respecto a Velázquez cabe destacar la increíble simbología que aportan sus obras entre las que destacamos, ‘Las meninas’ y ‘Las hilanderas’, obras que en mayor medida han influido en la poética ericiana. Analizaremos con más profundidad el primero de estos cuadros y su relación con la película para comprender sus puntos de conexión. En primer lugar cabe destacar que ‘Las meninas’ es un reflejo de los sentimientos más íntimos de Velázquez con respecto a la pintura, al igual que lo es El sur con respecto al cine. Es un cuadro que provoca en el espectador dudas sobre una serie de elementos, elementos de carácter ambiguo y esto da lugar a una profunda reflexión sobre la representación de la realidad. Al igual que Erice, Velázquez es realista pero en un segundo nivel encontramos mucho más. Ambos rompen con el lenguaje lógico de la pintura/el cine creando unas inquietudes en el espectador que van más allá del interés por la anécdota de la acción representada, puesto que le obligan a tomar conciencia de sí mismo al situarlo (haciéndole dudar de lo que ve se la hace dudar de lo que se considera indiscutible) al borde del abismo de su propia existencia [7]. En sentido también Vermeer influye en Erice. Esta forma reflexiva la podemos encontrar en muchos de sus cuadros. Un ejemplo muy representativo es El arte de la pintura que con carácter enigmático nos hace preguntamos si sólo se limita a representar un taller o un estudio o va más allá. Como vemos mucho tienen que ver todas estas representaciones con el filme, por qué que es la obra de Erice sino reflexión.

Por otra parte cabe destacar que Vermeer y Velázquez también se centraron en el estudio de la luz. Y su iluminación está impregnada en las imágenes que crea Erice: utilizan una iluminación integradora en la que los objetos no están separados por líneas sino que los límites se difuminan, los seres vivos y las cosas se integran en un mismo mundo.

Otro gran pintor que también va a ser muy representativo es su cine es Rembrandt. Su influencia radica en sus obras más poéticas que constituyen los bodegones y retratos. Lo mismo que Zurbarán que destaca por sus bodegones. Son pintores donde los claro-oscuros y el ambiente tenebrista que crean tienen mucho que decir y esto se traslada a la filmografía de Erice.

Aunque las escenas más tenebristas de El sur se aproximan a Caravaggio en obras como ‘Cena in Emmaus’ o ‘Amorino dormiente’; lo que se pretende es reflejar la destrucción del personaje haciendo resaltar estados de ánimo. La máxima exposición de esta iluminación tenebrista en el film es la escena del desván, en la que la niña entra en el mundo mágico de su padre que le enseña a manejar el péndulo: la luz expresionista remarca claramente las zonas iluminadas con un propósito y una simbología.

Otras escenas de iluminación oscura se aproximan a algunas obras de Velázquez en su etapa sevillana muy interesado por el realismo mágico de la vida cotidiana, le importaba representar los mínimos detalles, buscando resaltar la huella de lo humano en los objetos que rodean a las personas. Destacamos ‘La mulata’, ‘El aguador de Sevilla’ o ‘Vieja friendo huevos’, todas representaciones de la vida cotidiana. Ejemplos de escenas en la película que se corresponden con esta línea poética de Velázquez son aquellas en las que Erice refleja la vida cotidiana del hogar de Estrella, sobre todo en escenas en la que la madre es protagonista.

Pero lo que une a todos estos pintores, que hemos ido analizando, con la obra de Erice es la reflexión acerca de de ¿hasta qué punto podemos representar la realidad?  Y ¿qué tipo de lenguaje se debe usar para comunicar a los demás lo más profundo de nuestro mundo interior?

Otro de los recursos primordiales en la poética de Erice es el silencio, la ausencia, y no solo del habla sino de la forma. Este vacío se puede relacionar con la situación social de España durante la infancia de Víctor Erice que nace justo inmediatamente después de la guerra civil. El vacío se consigue tanto por los silencios, los paisajes, la iluminación y el fuera de campo. Este último recurso lo utiliza Erice de forma simbólica para expresar lo que no podemos ver, lo que está oculto en la oscuridad.

El vacío esta asimismo representado a través de las ventanas, los marcos y los espejos (muy utilizados por Velázquez, por ejemplo en ‘Las meninas’). Un ejemplo característico en este sentido es la secuencia en la cual paralelamente Estrella y su padre reivindican su dolor a través del silencio, se comunican a través de este dejando en el aire un vacio físico y moral: ella debajo de la cama se esconde para que no la encuentren, él en el desván con una iluminación tenebrista golpea el suelo con el bastón y una voz en off: “A mi silencio, el respondía con el suyo…” [8]

La composición generadora de soledad se ve reflejada en escenas en las que provoca una sensación en parte angustiosa en parte liberadora, representando seres humanos que aparecen encerrados en sí mismos. Este tipo de composición será también característico en los pintores anteriormente citados, Vermeer, Velázquez pero también en algunos más modernos como Antonio López o Hopper, volviendo a recordar la conexión latente que existe entre Víctor Erice y la pintura.

Como vemos, lo que hace de esta película una obra maestra es su manera de explicarnos la vida a través de un lenguaje que enlaza con los empleados por los creadores que se sitúan dentro del realismo mágico y que conecta con una poética propia cargada de simbolismo. Erice lo que pretende es que el espectador pueda descubrir el sentido del mundo, algo para lo cual el cine debe convertirse en poesía y reflexión.

Marta Esteban, enero 2012.

 

[1]Rafael Cerrato, VICTOR ERICE, El poeta pictórico, Madrid, Ediciones JC, 2006, pág. 56

 

[2] Nº 7 – REVISTA DE COMUNICACIÓN Y NUEVAS TECNOLOGÍAS- Juan de Pablos Pons: El cine y la pintura: una relación pedagógica, 2006

[3] Rafael Cerrato, VICTOR ERICE, El poeta pictórico, Madrid, Ediciones JC, 2006, pág. 51

 

[4]Rafael Cerrato, VICTOR ERICE, El poeta pictórico, Madrid, Ediciones JC, 2006, pág. 13

 

[5] Rafael Cerrato, VICTOR ERICE, El poeta pictórico, Madrid, Ediciones JC, 2006, pág. 49

 

[6] Artículo El País: ‘A la búsqueda del tiempo a través de la luz’, Rocío García, 24/09/2011

 

[7] Rafael Cerrato, VICTOR ERICE, El poeta pictórico, Madrid, Ediciones JC, 2006, pág.P44

 

[8] Carmen Arocena, VICTOR ERICE, Madrid, Ed. Cátedra, 1996, pág. 252

 

Bibliografía

Arocena, Carmen,  VICTOR ERICE, Madrid, Cátedra, 1996.

Borau, José Luis,  La pintura en el cine, el cine en la pintura, Ocho y medio, 2003.

Cerrato, Rafael,  VICTOR ERICE, El poeta pictórico, Madrid, Ediciones JC, 2006.

De Pablos Pons, Juan,  Nº 7 – REVISTA DE COMUNICACIÓN Y NUEVAS TECNOLOGÍAS-: El cine y la pintura: una relación pedagógica, Madrid, 2006.

Ortiz, A, Piqueras, María Jesús, La pintura en el cine : cuestiones de representación visual, Paidós, 1995.

 

Discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando titulado «El cine en la pintura». (Leído el 21 de abril de 2002)

Artículo El País: ‘A la búsqueda del tiempo a través de la luz’, Rocío García, 24/09/2011.

 

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