El verdugo (Luis García Berlanga, 1963)

Reseña escrita por Álvaro Martín:

Esta mordaz comedia negra trata las desventuras de José Luis, empleado de una funeraria con esperanzas de una vida mejor fuera de España, y con el deseo de salir de la angosta casa que comparte con su hermano, su cuñada, y los hijos de éstos.

Por gajes del oficio, José Luis conoce al verdugo Amadeo, un hombre afable que no desprecia su profesión, y cuya hija Carmen vive apesadumbrada por la dificultad que tiene para encontrar pareja debido al oficio de su padre. La vida de nuestro protagonista cambiará a raíz de un romance con Carmen. Descubiertos ambos por Amadeo y estando ella embarazada, la necesidad llevará a José Luis a casarse y a aceptar el trabajo de verdugo contra su voluntad para conseguir un piso que le fue asignado al ya casi jubilado Amadeo. La situación de José Luis dará un giro al recibir noticias de Mallorca, desembocando la historia en un crudo y magistral final.

En El verdugo, Berlanga reabre el debate sobre la validez de la pena de muerte a la vez que trata un tema social mostrándonos a un José Luis que se ve obligado a hacer las cosas que él no quiere e incluso detesta (como casarse o ejercer de verdugo), en lo que podría ser una metáfora de una sociedad aletargada – la española durante el franquismo – que tras varias negativas iniciales se ve obligada a la fuerza a convivir en un clima de miedos, silencios y falta de libertades bajo la opresión y el control de la dictadura.

Por lo tanto, habla de temas que no favorecen demasiado la imagen del franquismo: la pobreza en comparación con los privilegios de los funcionarios, el “amiguismo”, el asesinato legal o la falta de libertades son un ejemplo de ello. De ahí las críticas por parte del Director de cinematografía y del embajador español en Roma, que llegó a tacharla de antipatriótica y “maniobra comunista”. Aunque bien es cierto que el filme fue polémico por  una serie de  acontecimientos que se desarrollaron en esa época en relación a España. Como relata Francisco Perales: Hacía poco tiempo que había sido ejecutado Julián Grimáu (importante político comunista), y en ese mismo año también murieron en el garrote vil dos anarquistas […]. Además a Franco se le conocía por aquel tiempo en el extranjero por el sobrenombre de “el verdugo”.[1]

Es por ello que podemos pensar que el título de la película no es nada causal, y Berlanga pudo hacer alusión con él a un doble problema: por un lado, una llamada de atención sobre este tipo de condena, y por otro lado pone de manifiesto el caso español, una dictadura en la que existe la pena de muerte y en la que se ejerce un gobierno basado en el control y la represión.[2]

Resaltar también que en esta película podemos observar un rasgo muy característico de los personajes de Berlanga: el hecho de que su situación suele comenzar mal, y en el transcurso de la historia mejorar para, por último, terminar peor de lo que empezó. Podemos ver este rasgo en películas como Bienvenido Mr. Marshall o Calabuch. Se trata de un recurso genial que refuerza la película aportando más dramatismo a la historia, y logrando los grandes finales que caracterizan su cine. Si a este aspecto le unimos la acidez característica del tándem Berlanga – Azcona, el resultado es una obra como El verdugo, una crítica al franquismo desde casa, si bien es cierto que se hace a la manera de este fenomenal director: de forma indirecta, con el humor de fondo, y miserabilizando a los personajes, y con la acidez y sagacidad propias de Azcona. El humor que este director imprime es, en palabras de Joan Álvarez  “la risa del poder y de las instituciones, de la sociedad y del individuo que lucha, a pesar de los pesares, por salir adelante hasta que la máquina lo aplasta. […] una sabia combinación del humor y la burla de la picaresca, la revista, el sainete, el esperpento y la comedia del pobre”.[3]

Viendo esta película se refuerza la idea de que es muy eficaz tratar desde el lado del humor algunos temas serios y reivindicativos, sin que el contenido crítico pierda su gran poder, su fuerza para mover conciencias. Es el caso sin duda de la mayor parte de la filmografía de Luis García Berlanga.

Nos encontramos ante una de las mejores películas del cine español y una joya en cuanto a historia y reparto (destacar a Nino Manfredi, Pepe Isbert y Emma Penella). En cuanto a estética es casi impecable, resaltando la secuencia, llegando al final, de la habitación blanca pensada por el visionario director y que resume muy bien la idea central del filme. Es maravilloso ver como algunos pequeños tesoros consiguieron salir adelante con no pocas dificultades, llegando hasta nuestros días para nuestro disfrute y análisis.

Bibliografía:

ALEGRE, Luis (editor): ¡Viva Berlanga!, Cátedra, Madrid, 2009.

ÁLVAREZ, Joan: La vida casi imaginaria de Berlanga, Prensa Ibérica, Barcelona, 1996.

GARCÍA FERNÁNDEZ, Emilio C.: Historia ilustrada del cine español, Planeta, Madrid, 1985.

GARCÍA JIMÉNEZ, Jesús (editor): La poética de Berlanga, Tarvos, Madrid, 2000.

PERALES, Francisco: Luis García Berlanga, Cátedra, Madrid, 1997.

PÉREZ PERUCHA, Julio (editor): Antología crítica del cine español 1906-1995,    Cátedra, Madrid, 1997.

VV.AA.: Ciclo Luis García Berlanga, Filmoteca valenciana (Conselleria de Cultura, Educació i Ciencia), Comunidad Valenciana, 1986.


[1] PERALES, Francisco: Luis García Berlanga, Cátedra, Madrid, 1997. Pág. 253.

[2] En España estuvo vigente la pena de muerte hasta el año 1975, en el que se ejecutó a los últimos presos. En la Constitución de 1978 es abolida expresamente.

[3] ÁLVAREZ, Joan: La vida casi imaginaria de Berlanga, Prensa Ibérica, Barcelona, 1996. Pág. 173.

 

Álvaro Martín, diciembre de 2011.

 

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