Don Quintín, el amargao (Luis Marquina, 1935)

Reseña escrita por Alberto Infante Vega:

Adaptación del sainete Don Quintín, el amargao o El que siembra vientos, escrito en el año 1924 por Carlos Arniches y Antonio Estremera, con música de Jacinto Guerrero.

Don Quintín el Amargao es una película del año 1935 y dirigida por el debutante Luis Marquina es la “primera producción de la emblemática productora Filmófono, encargo del productor ejecutivo Luis Buñuel”[1]. Además, está rodada en los “segundos estudios sonoros de nuestro país, los CEA (Cinematografía Española Americana) de Madrid, en la Ciudad Lineal”[2]. Esto explica la importancia del film y evidencian que la calidad de la que hace gala no son fruto de la casualidad (está excelentemente rodada y de un modo muy cuidado). Además, “esta etapa marca el nacimiento de una industria”[3].

La película narra la historia de Don Quintín, un hombre cuya amargura va en aumento desde que piensa que su mujer le es infiel. Decide echarla de casa, motivo por el que tiene que vagabundear hasta que nace su hija (“recurso melodramático de la mujer y el bebé desamparados, también usado en Centinela, alerta y en La hija de Juan Simón”[4]), momento en el cual su situación se hace insostenible y no tiene más remedio que entregar a la niña a su ex marido. Quintín no quiere hacerse cargo de su primogénita, con lo cual decide entregarla en adopción a una familia a la que paga un dinero mensual por hacerse cargo de la pequeña.  Por azares del destino, decide buscarla unos años después como única solución posible a su amargura. Esta temática encaja con la propuesta de Filmófono de “reelaborar en clave progresista temas tradicionales de la cultura española”[5].

En esta película podemos ver varios rasgos de las películas de su época:  personajes dominados por el amor, el más evidente el personaje del yerno, pero también algún personaje como contrapunto cómico (el “secuaz de Don Quintín); qué decir de las canciones integradas en la trama tan típicas de este tipo de zarzuelas. La inclusión de temas musicales era de “obligada inclusión” en las películas (quizá por la manera de ser de los españoles), todavía hoy en día las canciones nos resultan entrañables y disfrutamos oyéndolas; a pesar de ser canciones de otra época, el gusto por lo musical de los españoles hace que las películas envejezcan menos de la cuenta.

 

Herencia de la obra de teatro de la que procede y de su autor Arniches, la película refleja “esa feliz conjunción dentro del mismo personaje de rasgos grotescos y brochazos sentimentales; ese constante y difícil juego de obligar al espectador a reír y emocionarse a la vez”[6]. Esto da un mayor trasfondo y realismo a los personajes (aunque sean bastante arquetípicos y probablemente puedan ser descritos con una palabra) y hacen la historia mucho más entretenida y atractiva. Los personajes poseen personalidades dominantes con algunos matices que los hacen más atractivos de un modo sutil que no confunde al espectador.

A modo de curiosidad, José Francisco Aranda defiende que esta película tiene como director a Luis Buñuel, a pesar de aparecer en los títulos de crédito como director de producción[7]. Además, hay un remake dirigido por el propio Luis Buñuel en el año 1951 y titulado La hija del engaño; evidentemente, la película está basada en el mismo sainete.

A priori es una película con una moraleja clara: el que siembra viento recoge tempestades, que viene a decir que en función de tu actitud con los demás, recibirás lo mismo a cambio. Pero lo que sucede si damos la vuelta a la tortilla nos reconduce a la pregunta “¿qué fue antes, el huevo o la gallina”. La relación es muy simple, ¿es Don Quintín realmente un amargado y su amargura va autoalimentándose con los efectos que produce, o es un pobre hombre que no ha tenido suerte en la vida (a excepción de su negocio) y su desilusión ha hecho mella en él? Realmente es posible que fruto de su mala suerte, el carácter del personaje haya ido agriándose cada vez más, entrando en la espiral en la que se encuentra inmerso y de la que no consigue escapar. El propio Quintín al comienzo de la película reconoce abatido “tengo muy mala suerte, nada me sale bien”. Don Quintín tiene un escudo de amargura que no deja salir su verdadero yo, ya que hay situaciones en las que se demuestra que tiene un buen corazón.

Esta es una película importante históricamente, que es muy representativa de su época (tanto de su contexto social como cinematográficamente). No sólo inaugura una productora, sino que también lo hace de un modo de hacer cine, para algunos el mejor de su época. Algo tiene el agua cuando la bendicen, y cuando el propio Luis Buñuel decidió hacer un remake tuvo que ser porque la película tiene algo, y claro que lo tiene, además merece la pena verla y descubrir ese algo por ti mismo. Seguro que cada persona tiene su “algo”. El film atesora mucho más de lo que parece y tiene toques de humor que la hacen más entretenida aún (y cómo no, tiene canciones). Sin duda, merece la pena.

 

Alberto Infante Vega, diciembre de 2011.

 

BIBLIOGRAFÍA

Labarrère, André Z. Atlas del cine. Ediciones AKAL. 2009.

Pozo Arenas, Santiago. La industria del cine en España: legislación y aspectos económicos, 1896-1970. Edicions Universitat Barcelona. 1984.

Montero Díaz, Julio y Sorlin, Pierre. El cine cambia la historia. Ediciones Rialp. 2005.

Cánovas Belchí, Joaquín, Hernández Gribal, Florentino y Pérez Perucha, Julio. Florentino Hernández Gribal y la defensa del cinema español. EDITUM. 1991.

Dougherty, Dru y Vilches de Frutos, María Francisca. La escena madrileña entre 1918 y 1926: análisis y documentación. Editorial Fundamentos. 1990.

De Mata Moncho Aguirre, Juan. Las adaptaciones de obras de teatro español en el cine y el influjo de éste en los dramaturgos. Tesis doctoral realizada en el año 2000.

WEBGRAFÍA

(http://www.dramateatro.arts.ve)  Amar Rodríguez, Víctor Manuel. El teatro y el cine en América Latina: El arte de sentir. Revista digital Dramateatro. Consultado el día 14 de diciembre de 2011.


[1] Labarrère, André Z. Atlas del cine. Ediciones AKAL. 2009. Página 219.

[2] Pozo Arenas, Santiago. La industria del cine en España: legislación y aspectos económicos, 1896-1970. Edicions Universitat Barcelona. 1984. Página 32.

[3] Pozo Arenas, Santiago. La industria del cine en España: legislación y aspectos económicos, 1896-1970. Edicions Universitat Barcelona. 1984. Página 32.

[4] Labarrère, André Z. Atlas del cine. Ediciones AKAL. 2009. Página 219.

[5] Montero Díaz, Julio y Sorlin, Pierre. El cine cambia la historia. Ediciones Rialp. 2005. Página 126. Nota: Este detalle lo se apunta también en: Cánovas Belchí, Joaquín, Hernández Gribal, Florentino y Pérez Perucha, Julio. Florentino Hernández Gribal y la defensa del cinema español. EDITUM. 1991.

[6] Dougherty, Dru y Vilches de Frutos, María Francisca. La escena madrileña entre 1918 y 1926: análisis y documentación. Editorial Fundamentos. 1990.

[7] (http://www.dramateatro.arts.ve)  Amar Rodríguez, Víctor Manuel. El teatro y el cine en América Latina: El arte de sentir. Revista digital Dramateatro. Consultado el día 14 de diciembre de 2011.

 

 

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