Los otros (Alejandro Amenábar, 2001)

Reseña de Cristina Casado:

 

Nacido en 1972 con raíces chilenas pero considerado más bien cineasta español, debido a su temprana residencia en España por motivo del golpe de estado de Augusto Pinochet. Puede resultar paradójico creer que el pequeño Amenábar creció rodeado de un miedo que años más tarde sería la clave entre otras de su éxito profesional. No tuvo una infancia fácil y cuanto menos normal al resto de niños. Probablemente esas largas horas encerrado en casa, al estilo de vida chileno, dieron como resultado el continuo desarrollo de su imaginación gracias a ser un cinéfilo desde bien pequeño [[1]].

Su interés por la imagen y la música no encontraba límites hasta que ingresó en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid donde sintió cierta decepción por lo que creía esperar. Buena muestra de ello son las líneas que dejo en su artículo Aulas y jaulas [[2]] en El País Semanal.

Del mismo modo que se desencantó de la facultad tras su suspenso en Realización, precisamente, comenzó su encanto por triunfar en las pantallas de cine. Los otros fue su tercer largometraje, posterior a Tesis y Abre los ojos, estrenada en 2001 que dio un giro completo a su trayectoria. Ambientada en escenarios góticos el suspense comienza cuando Grace (Nikole Kidman) comparte un enorme caserón con sus hijos, los cuales sufren la extraña enfermedad de ser fotosensibles a la luz. Con la llegada de los nuevos sirvientes prohíbe terminantemente abrir una puerta sin haber cerrado la anterior por la salud de sus hijos.

Es inevitable advertir la presencia de dos mundos paralelos con los que Amenábar juega y combina a la perfección desde el primer momento [[3]]. Compartiendo así, con  el magnífico Calderón de la Barca el pensamiento de concebir la vida como un sueño.

El drama persiste hasta el final precisamente por averiguar quiénes son los otros, por la posible aparición de un fantasma que nunca aparece y que arrastra al espectador hasta el final de la película. El propio director chileno-madrileño argumenta que su tesis se centra en dejar que el espectador interprete su trabajo de la forma más libre posible. Ante esta afirmación junto a la visión que él mantiene sobre el espectador [[4]], es necesario apuntar dos criterios que dejan entredicho las palabras anteriores.

Se puede entender que la utilización de los niños (tanto en Los otros como en El sexto sentido), aún siendo para acercarnos a los mundos paralelos ya mencionados con anterioridad, hace un intento mayor de aproximarse más al espectador. Sin embargo en voz del profesor Rocachitón se observa que la temática en la que se desenvuelve la última es más fácil de identificar a los espectadores que con la aparición de una extraña enfermedad que inusualmente no es muy común en la realidad.

Por último indicar también el análisis de Santiago Juan Navarro:

como en el caso de su admirado Alfred Hitchcock, se le ha echado en cara a Amenábar la creciente ausencia de contenidos (de “tesis”) en sus filmes y su igualmente creciente obsesión por el cine como ejercicio de estilo u objeto de entretenimiento. La obra de Amenábar va más allá del thriller especular de Michael Powel (Peeping Tom, 1960) y Alfred Hitchcock (Rear Window, 1964), Amenábar nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del medio cinematográfico, el valor de la imagen en la sociedad de consumo, la atracción voyeurista del espectador y el acto de percepción”.

Pero sin duda, mayor mención merece en este caso detenerse a analizar su deuda con el clasicismo cinematográfico, del que ya se han dado ciertas pinceladas, en especial abordando el género de terror clásico. Como niño prodigio que le apodan en numerosas ocasiones, no hay que olvidar que su talento es único y su alimentación de fuentes prestigiosas del cine de terror clásico ha tenido como resultado, como se está comprobando, su huella en el séptimo arte. En la película encontramos ciertas curiosidades desde los pequeños detalles hasta casos técnicos. Siendo así, el nombre de Grace elegido en recuerdo a la favorita actriz de Alfred Hitchcock, Grace Kelly, que no es casualidad que sea uno de los directores más interesantes para el joven Amenábar. Centrándome ahora en la literatura gótica se confirma que Los otros se fundamenta en la novela de Henry James Otra vuelta de tuerca.

A medida que transcurre el filme resulta inevitable comprender la pasión del director por el thriller y películas clásicas [[5]] como es el caso de la emblemática obra Al final de la escalera [[6]] (1980) de Peter Medak.

En una entrevista el propio cineasta hace sus conclusiones y de manera contundente se atreve a criticar el trabajo de los que fueron sus “profesores” a través de sus filmes:

“Los directores que más me interesan son Orson Welles y Alfred Hitchcock, pero creo que a éste se le ha sobreestimado. Además,  cuando se dice que en los clásicos lo más importante no es el fondo, sino el cómo lo transmiten, yo no estoy de acuerdo, porque para mí lo esencial es el fondo de lo que se cuenta y si esto es lo que tantas veces se le ha cuestionado a Spielberg, de la misma forma se le puede cuestionar a Ford”.

Paralelamente, igual que nos indica Graciela Padilla las influencias de Spielberg en sus largometrajes anteriores:

En Tesis: “La cámara se sitúa más abajo de su posición habitual cuando pretende no captar lo que el personaje está viendo. Es una manera de hacerlo más humano, aunque el invento fue de Spielberg y por eso, Amenábar prefiere llamarlo el “escorzo spielbergiano”.

Mientras que en Abre los ojos: “Esos grandes puntos de luz, demasiado penetrantes para el ojo humano, resuenan pasmosamente a algunas imágenes rodadas por Spielberg.”

También es sorprendente comprobar cómo nuevos jóvenes directores se ven influenciados [[7]] por Los otros, en concreto, me refiero a El orfanato de Juan Antonio Bayona y Los ojos de Julia de Guillem Morales que toman como principal ejemplo los rasgos típicos del largometraje de Amenábar para adentrarse en una España gótica en todos sus sentidos.

Por último y como conclusión no podría terminar sin mencionar a José Luis Cuerda, quien sin duda ayudó mucho al joven director desde que se interesó en el guión de su cortometraje Himenóptero. Así pues, Amenábar es probablemente en la actualidad reconocido a nivel internacional y “hollywoodiense” gracias al contacto tan prematuro que tuvo con el que aún le queda mucho que aprender. En palabras textuales del propio José Luis Cuerda y Fernando Bovaira, uno de los productores españoles, se cuestionan el futuro o camino que llevará a cabo el genio del cine de terror de nuestra generación:

¿Y qué va a pasar con Amenábar? “Sale de esta experiencia mucho más fuerte”, dice Bovaira. “Psicológicamente más preparado para superar presiones. Los otros ha sido un camino iniciático. Ahora tiene dos opciones: hacer como Billy Wilder y abrazar la cultura americana para trabajar allí, o como Rossellini, que hizo su carrera en Europa respetado por Hollywood. Creo que elegirá su modelo, el modelo Amenábar, y que todo dependerá de la historia que quiera contar”. “Con 29 años ha triunfado en su tercera película en el mercado americano”, dice Cuerda, “y todo sin renunciar a su estilo. Eso no lo consiguió ni Hitchcock, ni Truffaut, ni siquiera Orson Welles. Tiene temple y talento, es pragmático y conecta con el tiempo. Tiene la suerte que se merece”.

 

En definitiva, a partir de la documentación en la que me he apoyado en un principio, mi reflexión personal es sorprendente en cuanto a lo que se refiere ser mi tesis. Con ello, hago referencia a la multitud de información que he encontrado sobre las influencias del cine de terror clásico en sus proyectos anteriores, Tesis y Abre los ojos en comparación con Los otros. Buena muestra de ello son las citas ya nombradas con anterioridad.

Se puede concluir entonces, que a pesar de ser inicialmente mi tesis sobre la película que he analizado, gracias a la multitud de fuentes de documentación de la que hoy podemos argumentarnos, reconozco que en sus primeros largometrajes aparecen pinceladas mayores del clasicismo cinematográfico de terror.

 

 

REVISTAS:

Dirigido por: Septiembre, (Número 304) 2001. Páginas 38-41

Cinemanía: Septiembre, (Número 72) 2001. Páginas 68-74.

Cineinforme: Diciembre (Número 740) 2001. Páginas 47-50.

Espéculo: Los otros. Reflexión sobre la película de Alejandro Amenábar. (Web). Noviembre (Número 19) 2001

BIBLIOGRAFÍA:

López García, José Luis: De Almodóvar a Amenábar: el nuevo cine español. Notorious, Madrid 2005.

Sempere, Antonio: Amenábar, Amenábar. San Vicente, Alicaante; Club Universitario, 2004.

Sempere, Antonio: Alejandro Amenábar: cine en las venas. Madrid; Nuer Ediciones, D.L. 2000.

Heredero, Carlos F: Espejo de miradas: entrevistas con nuevos directores del cine español de los años noventa. Ayuntamiento, Festival de Cine de Alcalá de Henares (Madrid)  D, L. 1997.

WEBGRAFÍA:

http://www.clubcultura.com/clubcine/clubcineastas/amenabar/bio.htm

http://www.academia.edu/177973/La_pantalla_especular_Una_lectura_metatextual_del_cine_de_Alejandro_Amenabar

http://www.laoffoffcritica.com/otros/ot20040318.php

http://www.elmundo.es/larevista/num70/textos/amena1.html

http://cineramas.blogspot.com.es/

http://www.elpais.com/especiales/2001/losotros/sinopsis.html

http://www.cinematical.es/2008/10/30/the-end-el-sexto-sentido-vs-los-otros/

http://www.teinteresa.es/cine/Amenabar-vivio-sexto-sentido-arrasaba_0_781722939.html

http://www.rtve.es/alacarta/audios/premios-goya/entrevista-alejandro-amenabar-pelicula/685409/

http://www.cinefania.com/terroruniversal/index.php?id=66

http://www.elpais.com/edigitales/entrevista.html?id=5787

http://www.elpais.com/especiales/2001/losotros/docs/otros.pdf



[1]] Como espectador, uno de sus géneros predilectos fue, desde siempre el cine de suspense y de terror. A pesar de las influencias que muchos le atribuyen del mago del suspense, las películas de Alfred Hitchcock, no le llamaron especialmente la atención, y hasta finales de los ochenta no las pudo recuperar. Valga como ejemplo el hecho de que, por cuestión de edad, Alejandro viese antes la secuela Psicosis 2 (Terror eyes, 1981), de Den Hugues, que la auténtica Psicosis (Psyco, 1960) película que a su juicio es la mejor y la más redonda de todas las que realizó el mago del suspense. Fue a raíz de su visión cuando se animó a conocer el resto de la filmografía hitchcockiana.

[2]] Cuando las faltas a clase empezaron a ser habituales nos reunimos en la cafetería-cómo no- para destripar todo lo que tuviera que ver con el cine. Allí conocí a algunos de los amigos que ahora trabajan conmigo. Recuerdo que chillábamos mucho, daba igual el tema que tratáramos: Spielberg, Kubrick, Coppola, Williams…El caso era chillar, supongo que para romper la rutina.

[3]] A Alejandro Amenábar le apasiona jugar con la realidad y la ficción, pasearse por esa delgada línea que separa lo real de lo soñado o lo imaginado. Le interesan los mundos paralelos, y los distintos niveles de realidad. Alejandro se muestra muy a gusto inventando historias que tengan que ver con la alineación, con las apariencias, con esos fragmentos de  vida que dudamos si hemos soñado. Lo que apasiona a Amenábar es construir tramas en las que nada es lo que parece, creando falsas identidades.

[4]] Para Alejandro Ámenabar uno de los aspectos más importantes para abordar el terror con acierto es la contención. Cuando quieres lograr que el espectador entre en tus redes debes llevarlo a ellas con discreción. Si yo tengo una película en la que el personaje protagonista está muerto de miedo, y eso lo vemos en la interpretación, lo remarco con la música, e insisto con unas luces muy expresionistas o muy bajas, creo que no estás jugando con el espectador. Si, por el contrario, presento a un personaje valiente, al que aparentemente nada puede afectar, y encima, eso está fotografiado con una luz determinada y ausencia de música, cuando llegue una secuencia determinada, en la que te desmelenas, por fuerza, por contraste, estás consiguiendo un momento terrorífico.

 

[5] ] Películas de terror muy concretas, como La profecía ( The Omen, 1976) de Richard Donner; La amenaza de Andrómeda (The Andromela Strain, 1970) de Robert Wise; El exorcista (The Exorcist, 1973) ; El resplandor (The Shining, 1979), de Stanley Kubrick; Alien (1979) de Ridley Scott; y Poltergeist (1982), de Tobe Hooper, cuyo final le parece completamente fallido, desmereciendo el conjunto.

[6]] Cuenta con unos ingredientes que se ajustan a lo que él considera que deber ser una buena película del género: un terror genuino, suspense muy intenso, ausencia de sangre, y creación de un clima gracias al cual el público pasa auténtico miedo, ese miedo que se mide por un termómetro personal que no falla: ser o no ser capaz de verla en completa soledad, una madrugada en casa.

Ése es el tipo de cine que gusta a Alejandro Amenábar, que desearía ver, y cuyo vacío pretende cubrir con alguna de sus obras, sin encasillarse en un solo género. De hecho, su tercer largometraje, Los otros, está concebido con estos planteamientos. Amenábar trata, a nivel expresivo, de combinar los ingredientes de Al final de la escalera, con tal de provocar sensaciones fuertes y miedo en estado puro.

 

[7][ ]Fotograma en Paramount Channel: http://www.paramountchannel.es/2012/11/22/fotogramas-tv-programa-ocho-primer-plano-terror-hispanico/

 

Cristina Casado, enero 2012.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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