Cidade de Deus (Fernando Meirelles, 2002)

Reseña de Laura Cerrolaza Martínez

Dos amores han dado origen a dos ciudades: el amor propio hasta el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de sí, la celestial. La primera se gloría en sí misma; la segunda se gloría en el Señor”.[1]

Esta dicotomía presentada por San Agustín en su obra La Ciudad de Dios (De Civitate Dei), del año 426, ha sido retomada en la cinta homónima que el brasileño Fernando Meirelles dirigió junto con Katia Lund en 2002 (Cidade de Deus). En esta película el protagonista no es un personaje, sino un lugar: la favela Ciudad de Dios, un irónico nombre para la favela más grande de Rio de Janeiro, que se asemeja más un infierno en la tierra, y donde la delincuencia, los sobornos, el narcotráfico y los asesinatos están a la orden del día.

San Agustín puede ser considerado como el “primer pensador que se ocupa de analizar el sentido de la historia. Es una filosofía de la historia en cuanto que pretende ir más allá de los hechos, interpretándoles y buscándoles un sentido”.[2] Y esto es precisamente lo que Meirelles hace con su largometraje: a través de unos hechos concretos y sobretodo, de sus dos personajes principales, representa “la eterna lucha entre el bien y el mal (…). Por un lado Zé Pequeño, quien trata de hacerse con un nombre dentro de la piramidal estructura de la delincuencia de la barriada, y por otro Buscapé, que renuncia a toda clase de violencia”.[3]

En el comienzo del film la música de samba nos sitúa en un ambiente carnavalesco, los cuchillos son afilados a golpes de piedra, y unos pollos esperan a ser sacrificados cuando uno de ellos logra escapar, y empieza su huida para escapar a una muerte segura. La persecución del pollo “produce un ritmo urbano que escapa al orden impuesto desde arriba, moviéndose la cámara de forma errática por el suelo para dar una perspectiva que contrasta con la visión trascendente propia de la Ciudad de Dios, la ciudad del hombre, o la ciudad ordenada heredada del humanismo occidental”.[4] Esta secuencia, con una obvia carga simbólica, es primordial, pues nos adelanta lo que está por venir: los intentos frustrados de huida de los habitantes de Ciudad de Dios.

A pesar de que Ciudad de Dios aborda principalmente temas duros como la violencia, y se adentra “en cuestiones como culpa, inocencia o responsabilidad”,[5] es evidente que mantiene un aspecto fundamental, y es que conserva un trasfondo religioso. Maria del Mar Rodriguez nos recuerda que en un film podemos encontrar “referencias a la religión en cinco niveles (…): personajes, argumento, tema, escenario y estructura audio-visual.[6] De estos niveles destacamos en la cinta de Meirelles el de los personajes, que en cierto modo profesan la religión, del bien o del mal, de la vida o de la muerte. Ya sea desde un punto de vista irónico o simbólico, y moviéndose entre escenarios que unas veces parecen idílicos y otras hacen pensar en un infierno terrenal, Ciudad de Dios contiene una serie de “elementos (…) que sugieren que se está construyendo un patrón de significado que retrata (…) un simbolismo religioso. La más obvia, por supuesto, es el nombre, una imagen satírica invertida de la descripción de San Agustín de la ciudad de Dios, un mundo en el que la paz, el amor y la armonía reinan. En esta ciudad tan terrenal de Dios, la guerra, el odio y el caos están a la orden del día”.[7]

En su obra, Agustín de Hipona estableció una división del mundo por la que este estaría separado en dos ciudades, la terrena y la celestial, diferenciadas porque “todas las ciudades virtuosas y prósperas son construidas de acuerdo con la Voluntad Divina. El resto de ciudades son inmorales, corruptas, y están condenadas al fracaso”.[8]  Una de las formas que el film utiliza para reflejar esta metáfora de la ciudad dividida es trazando una frontera invisible entre la favela Ciudad de Dios y la ciudad Rio de Janeiro, aunque que curiosamente esta última ni si quiera llega a aparecer en ningún plano. De esta manera “se describe una urbe extrema: el lujo de la zona sur convive con los barrios deprimidos (…).  Arriba, las colinas, los pobres. Abajo, la ciudad, el asfalto”.[9] Tan fuerte es la línea que las separa, que los habitantes de ambos lados apenas se atreven a cruzarla, y “sugiere que la causa de la división es la expansión del tráfico de drogas y la corrupción policial”.[10] La favela termina por convertirse en un laberinto del que nadie es capaz de escapar, los habitantes de fuera no entran, y los de dentro no salen, para ellos la Ciudad de Dios constituye un mundo aparte, un lugar donde “aquellos que tratan de escapar fallan y mueren”.[11]

Asimismo, San Agustín escribió su obra como una defensa de la Iglesia y de la conversión de Roma al cristianismo, utilizando como punto de referencia al Imperio Romano donde eran frecuentes crueles dirigentes romanos codiciosos y corruptos. Meirelles hace lo propio trasladando esta idea en los personajes que encarnan la figura de los grandes señores de la guerra, pues podemos decir que ambos comparten los mismos propósitos, como la ambición territorial, el ansia de poder, la sed de sangre y una actitud despreocupada hacia la violencia. Y a pesar de que Buscapé nos advierte al principio de que Dios ya no reina sobre la Ciudad de Dios, “la figura del Ser Supremo es omnipresente en medio de la violencia como forma de vida”.[12] Tanto es así que incluso podemos ver como las dos bandas rivales, antes de una sanguinaria lucha a muerte, recitan la oración del Padre Nuestro en una construcción contradictoria que nos sugiere una vez más, que la religión, para bien o para mal, sigue siendo una parte muy importante de la vida en la Ciudad de Dios, como lo fue en la antigua Roma.

Respecto a la estructura, el director organiza la historia en diferentes partes, cada una representando un periodo de tiempo, y gracias a las que podemos ser conscientes de la evolución del espacio, pues la favela no siempre se nos muestra como ese lugar laberíntico y decadente del que nadie puede escapar, pero todos intentan.  Es interesante cómo esta misma idea de decadencia se nos muestra en relatos internos del film, como la historia del apartamento que se utiliza para la venta de drogas, en una secuencia que empieza siendo muy iluminada y tranquila y termina oscura y caótica mientras que vemos pasar a una ristra de personajes que se van superando en la maldad de sus acciones.

El relato comienza años sesenta, “es la edad de la inocencia de la Ciudad de Dios, y por lo tanto es frecuente el uso de colores dorados y mucha luz para representar un ritmo relajado, con casas acogedoras y las calles llenas de niños felices”.[13] Es Buscapé, narrador y personaje central de la historia, quien nos cuenta como muchas de las familias fueron trasladadas a Ciudad de Dios tras un deslizamiento de tierras causado por las fuertes lluvias, en un paralelismo de lo que se refería San Agustín en su obra cuando afirmó que “la catástrofe del gran diluvio es la que trazó la ciudad santa”.[14]  Seguidamente se nos presenta a Dadinho y a Benné, dos chicos de corta edad que ya son maestros en delinquir y que siguen con admiración a los líderes del momento de la favela, el Trio Ternura. Comparablemente San Agustín comienza su obra explicando que “el origen de las dos ciudades se encuentra en el fratricidio realizado por Caín, movido por la envidia hacia su hermano Abel”.[15] Es la misma envidia que Danhino profesa en un principio por los integrantes del Trio Ternura y que le lleva a matar a uno de ellos, consiguiendo hacerse con el poder. Pero esto no se quedara ahí, Daninho continua alimentando su envidia hacia cualquiera que se enfrente a él y suponga una amenaza, como Cenoura, o Benné, lo que terminará desatando terribles consecuencias para todos.

En el segundo periodo los colores dorados han desaparecido para dar paso a unos más oscuros. Daninho ha conseguido hacerse con una parte del poder, pero a pesar de que su gobierno es perverso, une a la Ciudad de Dios, protegiéndola contra las bandas que no respetan las reglas. “Él es a la vez maestro y esclavo del laberinto”.[16] El cambio y predominio de estos nuevos colores nos hace pensar en la existente confusión entre el bien y el mal, pues Dadinho utiliza el mal como una herramienta para conseguir el bienestar de los ciudadanos.

En su afán por conseguir llegar a lo más alto, se somete a una ceremonia chamánica, en una escena con una carga religiosa importantísima, inundada de velas y con una predominante luz roja que estereotipa la idea de los fuegos del infierno.  Esta secuencia demuestra la fe y el respeto a la espiritualidad del personaje. A partir de esta ceremonia religiosa, Dadinho pasa a llamarse Zé Pequeño, y junto con su nuevo nombre recibe un amuleto que le protegerá. “Se trata esencialmente de su bautismo en una nueva religión del odio”.[17] Pero sin duda lo más importante es la advertencia que recibe por parte del chaman: no puede fornicar mientras lleve el amuleto. Esto involuntariamente nos hace acordarnos de la advertencia que Dios hizo a Adán y Eva sobre el fruto prohibido y que también es tratada por San Agustín en su octavo libro.

Mientras Zé Pequeño instaura su pequeño gobierno de terror, Buscapé se refugia en la fotografía, encontrando en esta la salvación. En este contexto, quizás la metáfora más importante de la película se encuentre en la relación entre el amuleto y la cámara. Gracias a sus fotografías, Buscapé es capaz de escapar de la Ciudad de Dios y obtener acceso a las mujeres; y gracias al amuleto, Zé tiene acceso a la ciudad de Dios, pero debe abstenerse de las mujeres. “La cámara trae a la vida (Buscapé), y el amuleto envía a la muerte (Zé). En resumen, la cámara y el talismán son el positivo y el negativo de la misma fotografía”.[18]

Zé termina pasando por alto la advertencia del chamán y viola a la novia de Mané. Una vez más ha sucumbido a la envidia y a la tentación, y es que los habitantes de ciudad de dios, por más que sigan a Dios, siempre se encontrarán con tentaciones a la cuales deberán de pasar. Lo que concierne con lo que dicho por San Agustín: “la forma con la cual deben los hombres luchar contra las tentaciones y los vicios es mediante la virtud, (…) y dejarán de luchar contra las tentaciones y los vicios una vez que se hallen en la ciudad de Dios”.[19] Pero añade: “la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Así que la concupiscencia espiritual puede pelear contra la carnal como pelean entre sí los buenos y los malos”.[20]

En su obra, el teólogo cristiano también afirma que una de las ciudades está habitada por los ángeles adoradores del señor, mientras que la otra está poblada por los demonios. “A pesar de que en la película sea difícil trazar la línea divisoria entre ambos habitantes, el discurso de Meirelles nos muestra una ciudad donde se juega a ser ángel y demonio al mismo tiempo”.[21] No cabe duda alguna de que Angélica, una chica joven que no alberga ningún tipo de maldad en su interior a pesar de haber crecido en un ambiente así, sería uno de los ángeles a los que San Agustín hace referencia, “un ser amigo del hombre y una figura totalmente confiable, buena y constituida de amor”.[22]

Con todo esto entendemos que la Ciudad de Dios expuesta por Meirelles en su largometraje tiene muchos puntos en común con el texto canónico que San Agustín escribió más de mil quinientos años antes, no porque sea irónicamente una ciudad sin dios, sino porque termina siendo un “lugar sagrado, siempre que se reencuentre el significado originario de lo sagrado como una situación de ser abandonado, un estado de ser excluido de la ley y la responsabilidad ética”.[23] El nombre de la ciudad de dios concluye como una metáfora sobre la importancia de Dios, como una alegoría de la esperanza que se perdió en la favela, en la que cualquiera puede convertirse en un dios para jugar con la vida y la muerte, con el bien y el mal, y donde lo único importante es ganar.

 

Bibliografía:

BAGGE LAUSTSEN, Carsten, DIKEN, Bülent: Sociology Through the Projector, Routledge, 2007.

BECCACECE, Hugo,  BROWN, J. Andrew, CISNEROS, James, JOHNSON, Randal, LILLO, Gastón, MARTÍN MENÉNDEZ, Silvio, MOSER, Walter, LUIZ VIEIRA, Joao, LILLO, Gastón, MOSER, Walter: History and Society. Argentinian and Brazilian Cinema since the 80’s, Legas, 2007.

DE HIPONA, San Agustín: De Civitate Dei

FRIEDMAN, Jonathan C: Performing Difference: Representations of ‘The Other’ in Film and Theatre, University Prees of America, Inc., 2009

M. HART, Stephen : A companion to Latin American film, Támesis, Woodbridge, 2004

RODRÍGUEZ ROSSELL, María del Mar: Cine y Cristianismo, Quaderna Editorial – Interlibro, 2002.

 

Webgrafía:

Artículo: City of God, City of man, Council foreign relations, 16 de Octubre de 2003, [4 de mayo de 2013]

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GUTIÉRREZ, Bernardo: Río de Janeiro. Ciudad de Dios y del diablo, El País, 25 de octubre de 2009, [14 de mayo de 2013]

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OCÁDIZ, Mario: Cuando el infierno es el cielo, Punto naranja, 11 de septiembre de 2012, [4 de mayo de 2013]

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PUENTE, Javier Antonio: San Agustín. La filosofía de la historia. Las dos ciudades.

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RIAL Y COSTAS, Gundo: Spaces of insecurity? The favelas of Rio de Janeiro between stigmatization and glorification, Ibero-Amerikanisches Institut, 2011, [4 de mayo de 2013]

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VON KAYOYEN, Heidelberg: Cultura: Ciudad de Dios, El inconformista digital, 17 de mayo de 2003, [9 de mayo de 2013]

http://www.elinconformistadigital.com/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=537



[1] DE HIPONA, San Agustín: Dei Civitate Dei, Libro XIV, capítulo 28

[2] PUENTE, Javier Antonio: San Agustín. La filosofía de la historia. Las dos ciudades.

http://palmera.pntic.mec.es/~fantonio/historiafilosofia/fcou_t10.htm

[3] VON KAYOYEN, Heidelberg: Cultura: Ciudad de Dios, El inconformista digital, 17 de mayo de 2003, [9 de mayo de 2013]

http://www.elinconformistadigital.com/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=537

[4] BECCACECE, Hugo BROWN, J. Andrew, CISNEROS, James, JOHNSON, Randal, LILLO, Gastón, MARTÍN MENÉNDEZ, Silvio, MOSER, Walter, LUIZ VIEIRA, Joao, LILLO, Gastón, MOSER, Walter: History and Society. Argentinian and Brazilian Cinema since the 80’s, Legas, 2007. Pág. 101

[5] Artículo: City of God, City of man, Council foreign relations, 16 de Octubre de 2003, [4 de mayo de 2013] http://www.cfr.org/world/city-god-city-man/p6434

[6] RODRÍGUEZ ROSSEL, María del Mar: Cine y Cristianismo, Quaderna Editorial-Interlibro, 2002. Pág. 25

[7] M. HART, Stephen: A companion to Latin American film, Támesis, Woodbridge, 2004. Pág. 207

[8] Artículo: City of God, City of man, Council foreign relations, 16 de Octubre de 2003, [4 de mayo de 2013]

http://www.cfr.org/world/city-god-city-man/p6434

[9] GUITIÉRREZ, Bernardo: Río de Janeiro. Ciudad de Dios y del diablo, El País, 25 de octubre de 2009, [14 de mayo de 2013] http://elpais.com/diario/2009/10/25/eps/1256452013_850215.html

[10] FRIEDMAN, Jonathan C: Performing Difference: Representations of ‘The Other’ in Film and Theatre, University Prees of America, Inc., 2009. Pág. 72

[11] BAGGE LAUSTSEN, Carsten, DIKEN, Bülent: Sociology Through the Projector, Routledge, 2007. Pág. 60

[12] OCÁDIZ, Mario: Cuando el infierno es el cielo, Punto naranja, 11 de septiembre de 2012, [4 de mayo de 2013]

http://www.puntonaranja.com.mx/blog/18-articulos/48-cuando-el-infierno-es-el-cielo.html

[13] BAGGE LAUSTSEN, Carsten, DIKEN, Bülent: Sociology Through the Projector, Routledge, 2007. Pág. 63

[14] RIAL Y COSTAS, Gundo: Spaces of insecurity? The favelas of Rio de Janeiro between stigmatization and glorification, Ibero-Amerikanisches Institut, 2011, [4 de mayo de 2013]

http://www.iai.spk-berlin.de/fileadmin/dokumentenbibliothek/Iberoamericana/41-2011/41_Rial.pdf

[15] DE HIPONA, San Agustín: De Civitate Dei, Libro XI, capítulo 10

[16] BAGGE LAUSTSEN, Carsten, DIKEN, Bülent: Sociology Through the Projector, Routledge, 2007. Pág. 65

[17] M. HART, Stephen: A companion to Latin American film, Támesis, Woodbridge, 2004. Pág. 208

[18] BAGGE LAUSTSEN, Carsten, DIKEN, Bülent: Sociology Through the Projector, Routledge, 2007. Pág. 66

[19] DE HIPONA, San Agustín: De Civitate Dei, Libro XI capítulo 10

[20] DE HIPONA, San Agustín: De Civitate Dei, Libro XV capítulo 5

[21] OCÁDIZ, Mario: Cuando el infierno es el cielo, Punto naranja, 11 de septiembre de 2012, [4 de mayo de 2013]

http://www.puntonaranja.com.mx/blog/18-articulos/48-cuando-el-infierno-es-el-cielo.html

[22] DE HIPONA, San Agustín: De Civitate Dei, Libro XI, capítulo 9

[23] BAGGE LAUSTSEN, Carsten, DIKEN, Bülent: Sociology Through the Projector, Routledge, 2007. Pág. 69

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