La caja 507 (Enrique Urbizu, 2002)

Reseña de Marius-Lucian GHERGHESCU

Enrique Urbizu Jauregi es un director de cine vizcaíno que nació en Bilbao en 1962. Su afición por el cine empezó en el colegio, pero fue en la Universidad donde conoció a gente que más adelante van a ser sus colaboradores. Junto a Luis Marías, Ana Murugarren  y Joaquín Trincado fundó la productora bilbaína Creativideo. Tras rodar varios cortos y realizar diversos trabajos publicitarios en dicha productora, estrena en 1987 su primer largometraje, Tu novia está loca. Su segundo largometraje Todo por la pasta (1991), fue un soberbio trabajo, una película de género negro que revolucionó el gris panorama de un cine vasco que sufría una crisis creativa.

Después del fracaso con Cachito (1996) y pasando por un periodo de crisis que le alejó de las cámaras, Enrique Urbizu Jauregi estrena en 2002 La caja 507, un thriller lleno de talento que devolvía al mismo Urbizu de Todo por la pasta.

El mismo Urbizu habla de su felicidad de volver a rodar una nueva película, producto de un guión de cinco años de trabajo: “El momento que estoy viviendo está inundado de sensaciones. Intento controlarme porque éste es un oficio estupendo que me entusiasma. Estoy sintiendo de nuevo la sangre en las venas”.[1]

El film presenta la vida de un dirigente de una sucursal bancaria, Modesto Pardo, un hombre honrado y trabajador. Un día la sucursal es atracada y Modesto se queda atrapado dentro, junto a las cajas de seguridad que fueron reventadas. Casualmente, al mirar el contenido de la caja 507, descubre unos documentos confidenciales de un ex-jefe de policía, Rafael Mazas. Al mirar detenidamente los documentos, observa que la muerte de su hija, María, ocurrida siete años atrás, no fue un simple un accidente, sino un asesinato. Modesto decide vengarse y hace todo lo posible para que caigan todas las cabezas de las mafias que tuvieron relación con la muerte de su hija. Rafael, al enterarse que los documentos han desaparecido, hace todo lo posible para recuperar dichos documentos.

El título de la película «hace referencia a una caja de seguridad de un banco, un hilo por el que sacar el ovillo de una trama de corrupción, que devuelve al director vasco Enrique Urbizu al thriller, su género preferido”[2], escribió Juan Pando en El Mundo.

 

Ángel Luis Hueso Montón define el cine policíaco como “aquél en el que se contemple el mundo marginado de la ley en nuestro siglo y la violencia inherente al mismo, plasmándolo a través de unas claves fundamentalmente realistas”.[3]

 

Lo que llama la atención en esta obra es la dosis justa de violencia, que Urbizu prefiere no enseñarla tanto y se centra en inducirla mediante la utilización del fuera del campo. Encontramos escenas en las que la violencia se presenta de forma implícita, centrándose en el suspense, en hacernos querer ver lo que va a ocurrir después.  Esto nos hace recordar del Código Hays[4] de las producciones estadounidenses, también llamado Código de Producción[5] [6], que determinaba qué se podía ver en pantalla y qué no, rechazando los actos violentos en las películas y que se aplicaba a las obras clásicas del cine negro de los años treinta-cuarenta. Este código prohibía mostrar detalles que eran explícitos de los métodos delictivos como los robos o las aberturas de cajas fuertes. Se trataba de una censura cinematográfica, una respuesta ante la preocupación del estado americano frente a la inmoralidad de los productos que salían de Hollywood.

 

En este largometraje, Urbizu utiliza elementos que son muy relevantes para un thriller como La caja 507. La utilización de la pistola, el teléfono o el coche junto con la violencia[7] manifestada tanto en los diálogos como en los personajes hace tan interesante la obra. Pero lo que más nos sorprende es la utilización del fuera del campo en las escenas donde hay violencia, donde hay cadáveres, prefiriendo no enseñar la acción del asesinado por ejemplo, sino presentarlo de una forma implícita, donde el espectador ve el resultado final y no el tiroteo. El propio autor muestra su interés en la utilización de las características[8] del género.

‘Esta película es una vuelta a mis orígenes, al género que me gusta de verdad. Decidí que era muy difícil hacer encargos y traté de encontrar una historia que me revitalizara, que me devolviera a contar cosas más cercanas, a los temas que a mí me gustan. La caja 507 es la más emocional de mis producciones”[9], dice el director.

La víctima[10] es un ingrediente muy importante del cine policíaco ya que cualquier hecho delictivo implica la existencia de al menos un perjudicado. En La caja 507, la trama gira en torno al descubrimiento del asesinato de la hija de Modesto Pardo.

 

Aunque encontramos varias diferencias entre Todo por la pasta  y La caja 507, donde la violencia es menos explícita y su ambiente es más abierto y luminoso, el dinero como agente de desgracias sigue siendo el eje común que mueve la trama de las dos películas.

 

El estilo visual que utiliza Urbizu en La caja 507 tiene aspectos distintivos del estilo visual[11] que se daba en el cine negro clásico. En aquellos tiempos se caracterizaba por una iluminación en claroscuro, con ángulos extremos, sombras alargadas y composiciones desequilibradas. También por las noches urbanas y calles salpicadas de lluvia. Pero el director de la obra que estoy analizando se basa más en la acción de los personajes, en la organización de los escenarios utilizando un paisaje humano y natural, representando actuaciones que se reconocen de una España de los años noventa en la que primen el tráfico de influencias y del dinero negro. También destacan el vacío, el suspense y sobre todo la acción que no es gélida y sucia, sino que duele, que se siente en cada gota de sudor y en cada golpe.

 

“En la película hay una serie de referencias que siempre están en la pantalla: el mar, las grúas, el agua, el límite de la tierra[12], dice Urbizu. “Es un territorio lleno de contrastes, de la noche de Marbella a La Línea, de Tánger a Gibraltar. Es zona fronteriza, un lugar de paso. Conviven la mayor de las riquezas con una de las zonas más deprimidas del país. Detrás de todo aquello no hay una película, hay setenta”[13], añade el director.

 

El camino de Rafael Mazas en la obra es una búsqueda suicida, que es contrario al itinerario de Modesto Pardo ya que el director de la sucursal bancaria se aleja de toda espectacularidad. Se nos presenta dos seres perdidos, que buscan desesperados la salida a un infierno interior que sólo pide sangre como pago.

 

El relato de la película es una crítica hacia la corrupción urbanística y sus relaciones con la mafia. Es un puñetazo al estómago de la España de la corrupción que no tiene límites, la de los chalets lujosos, la de los litorales aniquilados. El mismo director dice que “la Costa del Sol ha dejado de tener costa porque todo está urbanizado”.

 

Jordi Batllé Caminal añade en La Vanguardia que La caja 507 es “un thriller espléndido que, sin ser político ni apelar al cine de denuncia, dice verdades como puños sobre el estado de las cosas en nuestro terruño«[14].

Ángel Fernández-Santos, crítico de El País, abundó en este comentario: «Es un vibrante y modélico thriller empapado de realidad e incluso de esa forma mayor, noble y elevada de realidad que llamamos verdad. Nada de cuanto ocurre en La caja 507 es consecuencia de un fingimiento. Por el contrario, todo es allí genuina ficción, es decir, pura y dura captura de un estallido de verdades entrelazadas en el tejido de una visión de este tiempo y de esta sociedad, en cuyas trastiendas negras el filme indaga y despliega la arrolladora astucia de su inventiva«[15].

También elogió al trabajo interpretativo de los actores Antonio Resines, José Coronado y Goya Toledo, «que se adueñan de la pantalla con un contundente golpe de presencia, y que los hacen volar con anchura e intensidad crecientes, sobre los cauces abiertos por un guión de alta precisión y por un director expertísimo creador de ritmos interiores«[16].

 

Aunque dije que esta obra tiene una dosis justa de violencia, presentada implícitamente, sí es verdad de que hay escenas donde vemos violencia, como por ejemplo en la escena cuando Rafael pega a su novia al no encontrar los documentos que los tenía escondidos en las cajas de seguridad del banco atracado, o en el tiroteo contra los atracadores del banco donde vemos como dispara a uno de ellos.

Pero la escena más interesante de la película es una escena del final, cuando aparece Rafael Mazas, el ex-policía, y encuentra a Modesto junto a su novia asesinada y a los mafiosos italianos que mataron a la chica. En esta parte se nos enseña los cadáveres, pero no la acción de asesinar. Aun cuando matan a Mazas, se nos presenta una escena cuando se le pone la pistola en la cabeza y cuando cae, pero no el tiroteo en sí.

 

Enrique Urbizu señala que trabajar con José Coronado fue un placer y admite que es un muy buen actor: “Pues mira en La Caja 507, que fue nuestro primer trabajo, encontré un actor estupendo -ya lo sabía como espectador-, y tenía ganas de trabajar con él. Creo que empezamos un camino juntos basado más en la ocultación que en la muestra de las emociones a través de los personajes en los que hemos trabajado. Cuando escribo para José casi que sé cómo lo va a hacer, pero luego lo hace mucho mejor. Nos divertimos rodando, y además tenemos un concepto de la vida laboral muy parecido: ambos sabemos que donde mejor estamos es rodando películas y no zascandileando por ahí. Disfrutamos mucho.”[17]

Por su parte, el actor dice que Urbizu le da mucha seguridad ya que se interesa y discute todo para asegurarse de que todo sale bien.

 

“Enrique es un director que te da mucha seguridad, que discute todo, que se interesa por todo. Para mí ha sido muy importante. Me pide exactamente lo que quiere y me siento muy cómodo y seguro con él”[18] dice José Coronado.

 

En conclusión, la película La caja 507 puede ser interpretada de distintas maneras, tanto como una crítica hacia la corrupción urbanística y sus relaciones con la mafia como un simple thriller que te entretiene sin aburrirte en ningún momento junto a un final que no te deja indiferente. Pero lo destacado de esta obra es la utilización de los fuera del campo por parte del director a la hora de representar la violencia, centrándose en la historia y no tanto en la acción.

 

Marius-Lucian GHERGHESCU, 2013.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

ANGULO, Jesús; HEREDERO, Carlos F.; SANTAMARINA, Antonio: Enrique Urbizu, la imagen esencial, Donostia-San Sebastián, Euskadiko Filmategia/Filmoteca Vasca-Caja Vital Kutxa Fundazioa, 2002.

BERNÁNDEZ  RODAL, Asunción, GARCÍA RUBIO, Irene, GONZÁLEZ GUERRERO, Soraya, Violencia de género en el cine español, Editorial Complutense, Madrid, 2008.

 

MEDINA DE LA VIÑA, Elena: Cine negro y policíaco español de los años cincuenta, Laertes S.A. de Ediciones, Barcelona, 2000.

 

PAVÉS BORGES, Gonzalo M.: El cine negro de la RKO, T&B Editores, Madrid, 2010.

ROLDÁN LARRETA, Carlos: Los vascos y el séptimo arte. Diccionario enciclopédico de cineastas vascos, Donostia-San Sebastián, Filmoteca Vasca-Euskadiko Filmategia, 2003.

RUBIN, Martin: Thrillers, Cambridge University Press, Madrid, 2000.

 

 

HEMEROTECA

 

El país, Crítica de Aurora Intxausti. 1 de junio de 2001

El país, Crítica de Ángel Fernández-Santos. 23 de agosto de 2002

El país, Crítica de Elsa Fernández-Santos. 21 de agosto de 2002

El país, Crítica de Diego Galán. 15 de febrero de 2006

La razón, Critica de Sergi Sánchez. 23 septiembre de 2011

 

 

WEBGRAFÍA

 

http://www.euskomedia.org/aunamendi/136403/132971 (última consulta 01.05.2013)

http://www.euskomedia.org/aunamendi/136403 (última consulta 29.04.2013)

http://www.euskomedia.org/aunamendi/150063 (última consulta 30.04.2013)

http://www.filmaffinity.com/es/reviews/1/170089.html (última consulta 01.05.2013)

http://elpais.com/diario/2001/06/01/cine/991346411_850215.html (última consulta 01.05.2013)

http://elpais.com/diario/2006/02/15/espectaculos/1139958008_850215.html (última consulta 02.05.2013)

http://elpais.com/diario/2002/08/23/revistaverano/1030053611_850215.html (última consulta 02.05.2013)

http://elpais.com/diario/2002/08/21/revistaverano/1029880801_850215.html (última consulta 02.05.2013)

http://lacaffe.es/enrique-urbizu-texto/ (última consulta 10.05.2013)

http://www.blogdecine.com/cine-espanol/la-caja-507-magistral-relato-negro (última consulta 10.05.2013)



[3] MEDINA DE LA VIÑA, Elena: Cine negro y policíaco español de los años cincuenta, Laertes S.A. de Ediciones, Barcelona, 2000. Pág. 14.

 

[4] PAVÉS BORGES, Gonzalo M.: El cine negro de la RKO, T&B Editores, Madrid, 2010. Pág. 74.

 

[5] RUBIN, Martin: Thrillers, Cambridge University Press, Madrid, 2000. Pág 155.

 

[7] BERNÁNDEZ  RODAL, Asunción, GARCÍA RUBIO, Irene, GONZÁLEZ GUERRERO, Soraya, Violencia de género en el cine español, Editorial Complutense, Madrid, 2008. Pág. 20. – La violencia implica al menos dos elementos fundamentales: el uso del poder y el daño producido. Utilizar la violencia supone causar algún tipo de daño al otro, (…) implica alguna forma de aniquilación del otro como igual.

 

[8] Las más relevantes que destacamos en esta obra son: la violencia, que se manifiesta tanto en los diálogos como en situaciones o personajes, la muerte, que en este caso es implícita, muestra directamente los cadáveres y no la acción en sí, la influencia del realismo, presentando una situación real de España de los años 2000, los coches, el teléfono y la pistola, que están presente en toda la obra.

 

[10] MEDINA DE LA VIÑA, Elena: Cine negro y policíaco español de los años cincuenta, Laertes S.A. de Ediciones, Barcelona, 2000. Pág. 171.

 

[11] RUBIN, Martin: Thrillers, Cambridge University Press, Madrid, 2000. Pág 122-123.

 

[17] Entrevista a Enrique Urbizu para la revista “La caffe”

 

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