Tres dies amb la família (Mar Coll, 2009)

Reseña de Aina Pons:

Qualsevol família mereix una pel·lícula”- Mar Coll.

Y la familia Vich, protagonista de Tres días con la familia, no es una excepción. Léa (interpretada por Nausicaa Bonnín) tiene que volver a Gerona debido a la muerte de su abuelo. Allí le esperan tres días en los que deberá lidiar con su familia, a la que hace tiempo que no ve desde que se fue a vivir a Francia. Este acontecimiento será la excusa idónea para reunir a todos los descendientes del difunto patriarca y así forzar su convivencia mientras se descubren secretos que aunque sean fácilmente predecibles, no se han hecho explícitos hasta esos días.

Es normal que tras haber pasado algunos años fuera Léa tienda a evadirse de su entorno o a  evitar conversaciones y se sumerja en sus pensamientos, aunque eso no tiene por qué ser siempre algo malo. Ya lo dijo la directora: “Eso es lo que me interesaba explorar a través de los ojos de Léa, que después de alejarse temporalmente de su familia, regresa para confrontarse con la imposible situación en la que tanto los fracasos de su vida privada, como los de sus padres, como cualesquiera que sean los de todos los miembros de la familia […]”[1]. Mar Coll, que además de directora de su ópera prima también fue guionista, pretende enseñarnos el mundo de la protagonista  a través de sus ojos. Qué mejor manera de adentrarnos en la psicología del personaje que incluir  momentos de auto-reflexión. Éstos nos ayudan a entender cómo se siente la protagonista con cada personaje sin necesidad de mediar ni una sola palabra. En su lugar, tenemos la música como medio elegido para expresar sus sentimientos: “Dicha emoción reprimida, debido a unos condicionantes ideológicos que son también los del patriarcado, <<está tradicionalmente expresada en la música, y en el caso del filme, en ciertos elementos de la puesta en escena. Eso es como decir, música y puesta en escena no sólo realzan la emocionalidad de un elemento de la escena: hasta un determinado punto la sustituyen>> (Nowell-Smith, 1987:74)[2].

Esta obra ha sido halagada en muchos aspectos, como el trabajo de los actores, el de la directora o la dirección fotográfica, así lo hace Julio Rodríguez, redactor de la revista de cine online “La butaca”: “[…] se trata ya de un fruto maduro, ejemplar y sabroso incluso en su tristeza y pesimismo. Y lo es porque la cámara sabe colocarse en el lugar preciso y respetar los silencios de unos rostros heridos y fracasados, porque las miradas son tan expresivas que no es necesario ningún efectismo dramático salido de tono, porque los protagonistas están perfectamente dibujados en el guión a la vez que se logra un retrato generacional atinado y unas sólidas relaciones entre ellos […]”[3]. Aunque también ha sufrido críticas negativas aunque constructivas, especialmente, en el montaje y su uso de la música. El periodista Josu Eguren escribe lo siguiente: “Mar Coll afila su daga para clavarla en unos personajes arquetípicos pero verosímiles, férreamente controlados por una directora que no da pie a las imposturas dramáticas, pese a cometer algunos deslices permisibles”[4]. Otra declaración la hace Carmen L. Lobo, crítica de cine: “Contiene tanto la vertiente dramática de la historia que a veces peca de cierta frialdad”[5].

A pesar de estos comentarios, muchos también hablan de Tres días con la familia como un largometraje que expresa la realidad con elegancia, sin aburrir al espectador, y, al contrario, haciéndole partícipe de lo que está visualizando. Y qué mejor manera de plasmar la realidad que los silencios. No hay nada más natural que el silencio o el simple ruido que hacemos nosotros mismos o lo que nos rodea, aunque a veces nos puede incomodar bastante. Estamos acostumbrados a vivir en un mundo, que aunque por naturaleza sea callado, está continuamente rodeado de música: en la radio, en el ordenador, en los dispositivos portátiles… siempre estamos envueltos de la magia que nos ofrece esta musa y, por supuesto, no es de extrañar que influya en nuestro estado de ánimo dependiendo de la melodía que estemos escuchando en cada momento.

Estoy segura de que no es la primera vez que oís que una canción entristece a alguien o le pone de buen humor. Además, es común pensar que una canción ha sido compuesta por alguien con la intención de expresar alguna cosa: un pensamiento o sentimiento. El compositor austriaco Arnold Schönberg[6] lo dejó claro: “Una vez curados de la locura de pensar que el artista crea por razones de belleza; una vez que se ha reconocido que sólo la necesidad le obliga a producir lo que quizá designaremos luego como belleza entonces es cuando se comprende que la inteligibilidad y la claridad no son condiciones que el artista necesita para instalarlas en la obra de arte, sino en condiciones que el espectador espera ver satisfechas”[7].

Todo esto es con lo que Mar Coll juega durante sus silencios repletos de miradas que expresan más que cualquier diálogo, usa la música dialéctica como sonido “on the air”. Así lo explica Michel Chion[8]: “Llamaremos sonidos en las ondas (on the air) a los sonidos presentes en una escena, pero supuestamente retransmitidos eléctricamente, por radio, teléfono, amplificación, etc. y que escapan, pues, a las leyes mecánicas llamadas «naturales» de propagación del sonido.”[9], que a la vez sirve para expresar la mente ausente de Léa y cómo debemos entenderla en cada momento.

La periodista Sara Brito lo escribe de la siguiente manera: “Coll se centra en los rituales, las torpezas y en lo que no se dice. Y da tiempo a sus personajes para que se expliquen con sus gestos, para que revelen lo que callan, aún cuando no paran de hablar”[10].

            Además, por lo que dice la directora, escribió el largo durante la muerte de su abuelo, cuyo marco le inspiró para su obra: “Quería hacer un largo y se murió mi abuelo por esas fechas. Me pareció que el marco del velatorio y el entierro me daba la estructura. Me hizo sentir cosas y me dieron ganas de contarlo”[11]. Esta aclaración de Coll es una razón más por la que es evidente pensar que los sentimientos de la protagonista han sido basados en lo que sintió la directora al vivir una situación parecida.

De esta manera, cuando Léa está con su padre, Josep María (interpretado por Eduard Fernández), oímos ópera, concretamente La traviata de Verdi. ¿Y cómo definimos la ópera? “(Del /it./ opera). 1./f./Obra teatral cuyo texto se canta, total o parcialmente, con acompañamiento de orquesta”. Así lo hace la RAE, pero tras ese significado literal puede esconder muchos otros motivos que, entre otros factores, dependen del contexto en el que nos encontremos. La ópera es, entonces, teatro cantado. Cuando vemos la película, enseguida entendemos que la situación es tensa y que no todo va bien en la familia aunque Josep María haga todo lo posible para aparentar normalidad con su hija. La ópera que suena en varias escenas de Léa y su padre a solas (en el coche y en el piso) nos hace ver a través de los ojos de ella, el “teatro” que él está haciendo continuamente para disimular el conflicto familiar que supone la pérdida de su abuelo y la separación con su madre que todavía esconden al resto. “Parte de la importancia de la elección de la ópera como contrapunto musical a la contención de las relaciones familiares, la explica una más que consciente Coll cuando afirma que no respondía tanto a un gusto personal sino que “pensaba que podía caracterizar a este tipo de familia burguesa y también [que] funciona por contraste en el conflicto que tienen ellos. La ópera es dramática, habla de sentimientos y es muy emocional, sin embargo ellos lo guardan todo dentro. La música puede hacer llegar algo que no pueden decir[12].

No obstante, la cosa cambia cuando Léa se preocupa por su madre ,ya que en esa escena conduce con varias copas de más, y oímos una suave melodía de guitarra acústica que acompaña a la mirada de la protagonista, dirigida a través la ventanilla al coche que circula paralelamente al de ella y en el que descubre a su madre llorando. El sonido dulce y fresco de una guitarra nos evoca tranquilidad. Aunque también nos puede causar nostalgia y, especialmente si es ese instrumento en solitario, hasta tristeza. Léa se muestra reacia a su madre desde que llega a Gerona, pero el sentimiento no es recíproco, ya que Joëlle (interpretada por Philippine Leroy-Beaulieu) sí que muestra interés y afecto por su hija. Pero se nos da a entender que, a partir de la escena citada anteriormente, Léa va cediendo poco a poco y preocupándose cada vez más por su madre. Así pues, el sonido de la guitarra es una evocación al pasado que provoca cierta nostalgia en Léa y cierta serenidad después de toda la hostilidad mostrada anteriormente. Es la representación musical de su mente sin necesidad de mediar ni una sola palabra.

Finalmente, en un fragmento en el que las mujeres de la familia están en un bar tomando algo, suena “Un ramito de violetas” de Manzanita, una canción que a pesar de tener un ritmo animado y una melodía alegre, cuenta la historia de un matrimonio roto en el que la mujer recibe cartas de amor y ramos de flores de un extraño, haciéndola soñar en cómo será él. Las primas de Léa cantan entusiasmadas, bastante afectadas por el alcohol, mientras ella las observa sentada. Su expresión es de alegría, la protagonista recuerda los bonitos momentos de su infancia con sus primas, cuando todo iba bien, a pesar de que ese ritmo alegre disimule una letra trágica y una trama despechada.

Michel Chion también nos habla de la música como medio: “la música expresa directamente su participación en la emoción de la escena, adaptando el ritmo, el tono y el fraseo, yeso, evidentemente, en función de códigos culturales de la tristeza, de la alegría, de la emoción y del movimiento. Podemos hablar entonces de música empatía (de la palabra empatía: facultad de experimentar los sentimientos de los demás)”[13].

            Y aunque en estos fragmentos se nos muestra cómo se siente Léa mediante la música, tal y como he dicho muchas veces, sin necesidad de mediar ni una palabra, hay que darle importancia a su vez al silencio de nuestra protagonista. A pesar de que los fragmentos musicales nos den a entender qué pasa por su mente, su mirada también es un complemento a la melodía muy importante en gran parte de la película, y eso dice Coll: “La mirada de Léa es un poco mi mirada. Un amigo me dijo que éste era mi lado oscuro. Ese gesto tiene que ver algo conmigo y con lo que generan de estrés y de agobio las relaciones familiares”[14].

Es fantástico que una directora novel como era Mar Coll en 2009 cuando se estrenó Tres días con la familia, haya conseguido una obra tan redonda; – II premios Gaudí: mejor dirección a Mar Coll, mejor película en lengua catalana…-. Unos actores espectaculares que se merecían de sobra los premios recibidos. Como el premio a mejor actriz española revelación a Nausicaa Bonnín en los premios Turia entre otros.

Sin duda una de las claves del éxito ha sido no aferrarse a los diálogos como único recurso de expresión, sin sacar partido a las múltiples opciones que nos da la industria cinematográfica, que cada vez son más. Eso es algo que la directora ha sabido captar en el aire y los actores han sabido plasmar a la perfección. Miradas, música y mentes con mucho que decir pero poco que contar.

Bibliografía:

BRITO, Sara: Público (edición nacional), Mar Coll pinta una imagen demoledora de la familia, Madrid, 2009.

CHION, Michel: La audiovisión, Éditions Nathan, París, 1990.

DE AGUILERA, Miguel, E. ADELL, Joan y SEDEÑO, Ana : Comunicación y música I lenguaje y medios, Editorial UOC, Barcelona, 2008.

EGUREN, Josu: El correo esp. El pueblo vasco, La insoportable verdad de ser…, Vizcaya, 2009.

JIMÉNEZ HERRERO, Beatriz y CARABALLO ESTÉVEZ, Samuel, Negociación y ruptura en Tres días con la familia: la nueva generación del melodrama familiar, Revista comunicación nº10, Vol.1, 2012.

L. LOBO, Carmen: La razón, La hora de los rencores, Madrid, 2009.

VV.AA: Cines Renoir, La gran ilusión, entrevista a Mar Coll, 2009.

 

Webgrafía:

http://www.labutaca.net/criticas/tres-dias-con-la-familia-un-sentido-y-silencioso-pesame-familiar/

http://www.tresdiesamblafamilia.com/

 

Aina Pons, 2015.

 



[1]    COLL, Mar: Web oficial de Tres dies amb la familia, la directora, 2009.

[2]    VV.AA: Negociación y ruptura en Tres días con la familia: la nueva generación del melodrama familiar, Revista comunicación nº10, Vol.1, 2012. Pág.4.

[3]    RODRÍGUEZ CHICO, Julio: La butaca, “Tres días con la familia”: Un sentido y silencioso pésame familiar , 2009.

[4]    EGUREN, Josu: El correo esp. El pueblo vasco (Vizcaya), La insoportable verdad de ser…, 2009.

[5]    L. LOBO, Carmen: La razón, La hora de los rencores, 2009.

[6]    Arnold Schönberg (13 de septiembre de 1874- 13 de julio de 1951) fue un compositor, teórico musical y pintor austriaco de origen judío.

[7]    VV.AA: Comunicación y música I lenguaje y medios,  cita de Schönberg, Advistory board, Barcelona, 2008. Pág.54.

[8]    Michel Chion es un compositor de música experminetal. Actualmente ocupa el cargo de Profesor Asociado en la Universidad de París III Sorbonne Nouvelle.

[9]    CHION, Michel: La audiovisión, Éditions Nathan, París, 1990. Pág. 65-66.

[10]  BRITO, Sara: Público (edición nacional), Madrid, Mar Coll pinta una imagen demoledora de la familia, 2009.

[11]  BRITO, Sara: cita de Mar coll en el diario Público (edición nacional), Madrid, Mar Coll pinta una imagen demoledora de la familia, 2009.

[12]  VV.AA: Negociación y ruptura en Tres días con la familia: la nueva generación del melodrama familiar, Revista comunicación nº10, Vol.1, 2012. Pág.6.

[13]  CHION, Michel: La audiovisión, Éditions Nathan, París, 1990. Pág. 15-16.

[14]  VV.AA: La gran ilusión, entrevista a Mar Coll, 2009.

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