Diecisiete (Daniel Sánchez Arévalo, 2019)
Diecisiete (Daniel Sánchez Arévalo, 2019)
Reseña de Daniel Asensio Cuenca:
Daniel Sánchez Arévalo es el director y guionista de, hasta la fecha, su última película llamada Diecisiete de 2019. Es un ejemplo de su autosuficiencia y creatividad para erigir historias con una profunda carga psicológica y que traten sobre la misma condición humana.
Este director madrileño, nacido en 1970, ha sido un ejemplo de cómo explotar la creatividad literaria, en muchos aspectos, así como llevar esas ideas al lenguaje de lo cinematográfico. Como todo buen director que se quiere labrar un camino hacia la profesión del cine, con sus ventajas y desventajas, y como dice la página web del Instituto Cervantes, “comenzó en 1993 su carrera como guionista profesional para series de televisión, entre ellas: Farmacia de guardia, Querido maestro, Ellas son así, Hermanas y Hospital Central” [1]. Como toda carrera de director que se preste, Arévalo siguió sus pasos en la dirección realizando cortometrajes tales como Exprés (2003), Física II (2004), La culpa del alpinista (2004) o Traumatología (2007) hasta llegar a tener una colección que supera la docena de obras. Su debut cinematográfico como director de largometrajes se dio con AzulOscuroCasiNegro en 2006, en la que también participaba como guionista de su propia película. Destacamos otros proyectos como Gordos (2009), su segundo largometraje, Primos (2011) y La gran familia española (2013). Su último trabajo como director cinematográfico es la película que nos atañe en esta reseña, Diecisiete (2019), producida por Atípica Films y distribuida por Netflix además de “nominada en los Premios Goya al Mejor Actor Revelación (Nacho Sánchez) y ganadora del Premio en Cine y Educación en Valores en los Premios Forqué” [2].
Resulta curioso el estreno de esta película de Daniel Sánchez Arévalo, puesto que fue lanzada tanto en salas de cine seleccionadas como en la plataforma online de Netlfix. Como apuntaba el mismo director: “Se está aniquilando la costumbre de ir al cine. Ha dejado de ser algo que se hace con asiduidad. Ir al cine hoy día es algo extraordinario. Circunstancia ante la que no estamos reaccionando. Y eso no puede ser (…) Creo que puedo hablar por boca de la mayoría de mis compañeros al decir que hacemos las películas para que sean vistas en una sala de cine.”, algo que apuntó el director en el año 2013 pero que, a medida que ha ido evolucionando el mundo del cine, todos los que pertenecen a él se han tenido que adaptar a las nuevas demandas. También apunta Arévalo en el mismo artículo: “Pero ojo, que no hay menos demanda de películas, solo cambios en los hábitos de consumo. El cine sigue siendo el arte más popular y edificante para la gran mayoría” [3]. El cine, como todo en la vida, está en constante cambio y retrospección para poder amoldarse a los nuevos tiempos (solo nos hace falta ver cómo se ha tenido que rediseñar la industria con la crisis del Coronavirus).
La película del director español se nos presenta bajo el esquema del modelo clásico de una narración, es decir, la llamada arquitrama. Esto es debido a cómo están estructurados ciertos valores con los que se juega de diversa manera en la cinta: el punto de vista de la narración, el espacio que se nos presenta como continuo y la presentación de líneas argumentales con sus consiguientes sub-tramas. Federico García Serrano nos ofrece más información respecto a este punto, ya que nos aclara que es “Un modelo de relato que va desde un principio expositivo, un desencadenante, mediante unas líneas de acción que conducen hasta un punto de llegada, un cierre, conclusión o desenlace” [4]. Esto se ve de una manera mucho más clara cuando comenzamos a darnos cuenta del tema que defiende la obra, que no es sino la madurez. Para entender esto, debemos ver cómo se nos presenta formalmente ese mensaje.
Lo primero que nos muestra Arévalo en Diecisiete es el mundo ordinario del personaje y, por tanto, la naturaleza propia del protagonista, Héctor (interpretado por el joven Biel Montoro). Una persona complicada debido a su asperger, que no se dice explícitamente porque, como señala el mismo director en una entrevista a La Vanguardia, “En la película nunca se menciona lo que le pasa a Héctor porque yo quería poner acento en que hay muchos chavales que no están diagnosticados, que tienen ciertos comportamientos o algún tipo de trastorno y que básicamente se les etiqueta de raros o frikis.” [5]. De esta manera, observamos cómo comete acciones vandálicas y delitos menores para ayudar a su abuela enferma. También se nos sigue ofreciendo información del personaje protagonista al hacernos ver que reside en un centro de menores, del que trata de escapar de manera continuada además de aprenderse, mientras tanto, el Código Penal. “(…) Los momentos iniciales constituyen una magnífica oportunidad para establecer el tono y crear una primera impresión eficaz.” [6]. De esta manera tenemos una primera parte introductoria muy esclarecedora que nos marca las intenciones de la compleja personalidad de Héctor, quien ve todas sus proyecciones de futuro frustradas debido a las ideas de su hermano Ismael (Nacho Sánchez), las cuales son contrarias a los deseos del protagonista. En esta primera parte de la película, podemos considerar a Ismael como un antagonista, aunque no esté presentado de una manera clásica, pero sí debido a que crea esa contracorriente en cuanto a las intenciones de Héctor, con el que sí llegamos a empatizar desde el inicio. Así tenemos toda una serie de elementos en sinergia, creando ese llamado mundo ordinario que “(…) es en cierto sentido el lugar de donde uno procede.” [7].
Todos estos engranajes se quedarían parados de no ser por un punto de inflexión importante en la trama: la llegada de perros de una protectora para ayudar a aquellos jóvenes en el centro de menores que tienen más problemas para relacionarse socialmente. Héctor se encariña con uno al que llama “Oveja”, pero es el hecho de que se lleven a ese perro (debido a que lo adoptan) lo que incita a Héctor a escaparse del centro. Es ese llamado incidente incitador que acuña Robert McKee, aquello que cambia de manera radical al protagonista y es “el primer evento mayor de la narración, es la causa primera que precede a todo, poniendo en marcha los otros cuatro elementos – Complicaciones progresivas, crisis, clímax resolución.” [8]. Supone la llamada a la aventura y ese cambio del mundo ordinario a un mundo especial (uno en el que Héctor y su hermano tendrán que realizar un viaje en busca de “Oveja”).
A partir de este momento, el formato del filme cambia radicalmente debido a que se mezclan ese género dramático y el género de la road movie. Como dicen Steven Cohan e Ina Rae Hark, “cuando Jean Baudrillard compara la cultura norteamericana con ‘espacio, velocidad, cine, tecnología’, bien podría estar describiendo las características principales de una road movie.” [9]. Es una sabia decisión, por parte de Arévalo, el hacer una mezcolanza entre un género tan Hollywoodiense y un cine de introspección. Es así como se sirve de un espacio (Cantabria), una velocidad (el ritmo propio que va adquirir la trama en la búsqueda el perro), el propio lenguaje cinematográfico y la tecnología que usarán para el viaje (una caravana).
Es curiosa la figura del can en Diecisiete, puesto que supone tanto el incidente incitador como el Mac Guffin propio del viaje, esa “excusa argumental” que les hace ir tanto a Ismael como a Héctor a diversos lugares. Hitchcock sabía muy bien cómo emplear este recurso debido a que él mismo explicaba, en esa famosa entrevista con François Truffaut, que el “«Mac Guffin » es, por tanto, el nombre que se da a esta clase de acciones: robar… los papeles – robar… los documentos –, robar… un secreto.” [10]… o robar “un perro”. Es así como se hace avanzar la road movie, obligando a que los personajes evolucionen y se vuelvan cada vez más interesantes. Se moldea la personalidad de los protagonistas, ya que es a partir del segundo acto cuando Ismael pasa de ser un antagonista a convertirse en un coprotagonista junto con Héctor, debido a que no tiene más opción que ayudar a su hermano a conseguir sus objetivos.
Se desencadena un segundo objetivo, además del de recuperar al perro, que añade mayor profundidad a la personalidad de los coprotagonistas: la trama sobre los últimos días de vida de su abuela y dónde la van a poder enterrar. Tras escaparse Héctor del centro de menores, el primer lugar al que va (y el primer lugar en el que se pone a buscar Ismael tras enterarse de la noticia de su fuga) es la habitación del hospital en la que tienen intubada a su abuela. Es así como consiguen sacarla del lugar entre los dos y embarcarla en su extraordinario viaje. Se presenta también una sub-trama relacionada con la pareja de Ismael ya que se nos dice, de manera sutil, que están pasando por una fase complicada (ella está embarazada y él no se siente listo para ser padre), una historia que se enriquecerá poco a poco a medida que el viaje en caravana avance.
Una vez nos hemos acostumbrado al ritmo propio creado por la road movie de Arévalo, ésta sufre un parón al llegar los hermanos al pueblo natal de su familia, lugar donde quieren enterrar a su abuela. Se inicia así otra sub-trama dentro del segundo acto y que supone el reencuentro de Ismael y Héctor con su primo Ignacio (Chani Martín), quien ha estado viviendo en el pueblo toda su vida y que posee los papeles legales de la tumba dónde iban a enterrar a su anciana progenitora pero que ahora le pertenece. De esta manera, Ismael intentará convencer a su primo de cederles el espacio para poder sepultar a su abuela de la manera que ellos consideran la más correcta. Tras la negativa de su primo, los hermanos deciden robarle una vaca ganadora de competiciones y así poder chantajear a su familiar. Esta sub-trama termina al final del segundo acto haciendo que Ignacio les deje un nicho y no la tumba que ellos realmente querían al enterarse de que le habían robado su vaca. Todo este parón rítmico ofrece una oportunidad para ver la verdadera esencia que se crea en torno a Ismael y Héctor como coprotagonistas, así como poner un punto de inflexión en esa primera sub-trama sobre la pareja del hermano mayor, porque es Héctor quien, sin estar presente Ismael, coge su móvil, se entera de lo que verdaderamente estaba ocurriendo entre ellos dos y decide enviar una serie de mensajes a la novia de su hermano que supondrán el desenlace de esta primera sub-trama cuando Ismael los lea.
Habiéndose marchado del pueblo y con las expectativas de volver al ritmo estructural de la road movie, ocurre lo que llamaríamos el clímax del segundo acto o el segundo punto de giro y que pondrá en marcha la recta final de la película: Héctor confiesa a Ismael que vio a “Oveja” en el primer pueblo en el que pararon pero que decidió seguir con la búsqueda para poder disfrutar más tiempo con su hermano y no volver tan pronto al centro de menores. Todo ello desencadena en una profunda conversación que mantendrán en la playa y que supondrá también el punto final para ya menciona primera sub-trama entre Ismael y su pareja (éste leerá los mensajes que, en su momento envió Héctor, creando el camino para una conciliación en su relación). Sabemos entonces que el viaje ha terminado tanto para Ismael como para Héctor y, por tanto, que hemos dejado atrás ese ritmo de road movie ya finalizado.
Esto último supone el retorno al mundo ordinario de los protagonistas, esa vuelta del héroe al lugar que ya nos habían presentado en el primer acto, pero algo ha cambiado… Héctor ya no es el mismo que era, sino que vuelve al centro de menores sabiendo que su hermano le quiere y con la experiencia ganada. Ismael, por su parte, se nos muestra más fraternal que nunca (una parte de él que, el algún momento de su vida perdió pero que, gracias al viaje, ha vuelto a renacer). Estamos hablando del clímax final de la cinta, aquello que supone un cambio total e irreversible y que responde a todas las preguntas planteadas por la narración, además de satisfacer las emociones del público, lo que nos lleva a un final cerrado [11].
Una vez terminada la trama, es cuando comenzamos a darnos cuenta de por qué Arévalo decidió, de entre todos los formatos posibles, elegir el road movie, puesto que apoya a la perfección ese mensaje que quiere lanzar de una manera tan directa pero, a la vez, sugerirla como un mensaje entre líneas. La madurez ha sido representada de muchas maneras diferentes a lo largo de la historia del cine, pero el viaje en carretera supone ese cambio tan claro e importante en Diecisiete que significa pasar a la edad adulta. Dicho mensaje debe ir acompañado, entonces, de un formato aún más claro y entendible por el público general: la arquitrama.
Con esto en mente, entendemos el mensaje general de la película gracias a todos esos elementos que Daniel Sánchez Arévalo ha conseguido construir de una manera tan eficaz al presentarnos su historia bajo la fina capa de una road movieque, en realidad, sirve como excusa para asentar todos aquellos temas tan mundanos y, a la vez, tan importantes que son inherentes a la naturaleza humana. Y qué mejor manera de narrarlos que con un lenguaje creado por el mismo ser humano: el cine.
Bibliografía
COHAN, S. & HARK, I. R., 1997. The Road Movie Book. 1ª edición ed. Nueva York: Routledge.
GARCÍA SERRANO, F., 2019. Técnicas del guion: métodos, fundamentos, estructuras y conceptos. 1º edición ed. Vallehermoso: EDITORIAL SÍNTESIS, S.A. .
GUERRA, A., 2019. «Diecisiete», en busca de un perro llamado Oveja. La Vanguardia, 18 Octubre.
[Último acceso: 22 Noviembre 2020].
MCKEE, R., 1997. Story, Substance, Structure, Style and the Principles of Screenwriting.. 1ª edición ed. Nueva York: ReganBooks.
SÁNCHEZ ARÉVALO, D., 2013. El cine es caro (creo). El País, 27 Octubre.
TRUFFAUT, F., 2010. El cine según Hitchcock. 5ª edición ed. Madrid: Alianza Editorial, S.A..
VOGLER, C., 2002. El viaje del escritor. Las estructuras míticas para escritores, guionistas, dramaturgos y novelistas. 2ª edición ed. Madrid: MAN NON TROPPO.
Webgrafía
Atípica Films, 2019. Atípica FIlms. [En línea]
Available at: http://atipicafilms.com/produccion/116/diecisiete
[Último acceso: 22 Noviembre 2020].
Instituto Cervantes, 2015. cervantes.es. [En línea]
Available at: https://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/sanchez_arevalo_daniel.htm
[Último acceso: 22 Noviembre 2020].
Daniel Asensio Cuenca, 2020.
[1] Instituto Cervantes, 2015. cervantes.es. [En línea]
Available at: https://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/sanchez_arevalo_daniel.htm
[Último acceso: 22 Noviembre 2020].
[2] Atípica Films, 2019. Atípica FIlms. [En línea]
Available at: http://atipicafilms.com/produccion/116/diecisiete
[Último acceso: 22 Noviembre 2020].
[3] SÁNCHEZ ARÉVALO, D., 2013. El cine es caro (creo). El País, 27 Octubre.
[4] GARCÍA SERRANO, F., 2019. Técnicas del guion: métodos, fundamentos, estructuras y conceptos. 1º edición ed. Vallehermoso: EDITORIAL SÍNTESIS, S.A. Pág 172.
[5] GUERRA, A., 2019. «Diecisiete», en busca de un perro llamado Oveja. La Vanguardia, 18 Octubre.
[6] VOGLER, C., 2002. El viaje del escritor. Las estructuras míticas para escritores, guionistas, dramaturgos y novelistas. 2ª edición ed. Madrid: MAN NON TROPPO. Pág 114.
[7] VOGLER, C., op. cit. Pág 118.
[8] MCKEE, R., 1997. Story, Substance, Structure, Style and the Principles of Screenwriting.. 1ª edición ed. Nueva York: ReganBooks. Pág 181.
[9] COHAN, S. & HARK, I. R., 1997. The Road Movie Book. 1ª edición ed. Nueva York: Routledge. Pág 1.