14) Más y más preguntas (II).

Dibujo realizado en 1901 por Santiago Ramón y Cajal donde se presenta con detalle la estructura celular de la retina. Sus trabajos sobre la estructura celular del sistema nervioso le valieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1906. El original se encuentra depositado en el Instituto Cajal del CSIC.

Como ya te he contado en entradas anteriores, el posible desarrollo de un tratamiento para la retinosis pigmentaria se basa en preguntas sobre funciones desconocidas de la insulina. Pero también en intentar entender cómo se forma, durante el desarrollo embrionario, una estructura celular tan compleja como la de la retina. Aunque la histología de la retina ya había sido descrita por Santiago Ramón y Cajal a principios del siglo XX, a finales del siglo XX no estaba caracterizado aún cómo se regulaba el proceso de formación de la retina. Y aún hoy quedan muchas preguntas por contestar.

El proceso mediante el cual se generan los diferentes tipos de células que constituyen la retina, o cualquier parte del sistema nervioso, se denomina neurogénesis. Y, si bien se sabía que durante la neurogénesis tienen lugar fases secuenciales de proliferación celular y de diferenciación celular, cuando empezamos nuestro trabajo no estaba aún definida de manera precisa la regulación de dichos procesos. Cuando me incorporé al grupo de Flora de Pablo, en 1992, pusimos en común nuestras preguntas científicas y empezamos a estudiar los efectos de la insulina en el desarrollo de la retina. Pronto descubrimos que un tratamiento con insulina estimulaba a las células de la retina: tanto en su proliferación como en su diferenciación a neuronas. Dicha observación resultaba inquietante, pues es bien conocido que proliferación y diferenciación son mutuamente excluyentes en la generación de las neuronas. Nos cuestionamos el significado de nuestras propias observaciones y así encontramos que un tercer proceso celular, hasta entonces poco caracterizado, las podía explicar. La insulina estaba inhibiendo una fase de muerte neural temprana que afectaba tanto a las células proliferativas como a las neuronas recién diferenciadas. Por eso, al tratar la retina con insulina, observábamos más células de los dos tipos: porque se morían menos de ambas. Además, fuimos capaces de caracterizar que el efecto de la insulina era fisiológico. La retina embrionaria producía insulina; más exactamente, producía su precursor, la proinsulina, que, al contrario que en el páncreas, permanecía sin procesar. El estudio del proceso de muerte neural temprana y de su regulación por proinsulina nos permitió redefinir el escenario del desarrollo temprano de la retina: había que caracterizar no solo la regulación de la proliferación y de la diferenciación, sino también la de la muerte celular programada, si nos queríamos hacer una idea más exacta del desarrollo de la retina. Y en ello seguimos trabajando, además de en el proyecto de desarrollo de un posible tratamiento para la ceguera.

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