Cultura científica y empresa: ni amigos ni residentes en…

El pasado mes de diciembre de 2011 vio la luz administrativa la nueva Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. Si nos abstraemos de la triste realidad actual, la Ley impondría a las administraciones públicas el deber de fomentar las actividades conducentes a la mejora de la cultura científica. Concretamente, el artículo 38 especifica la necesidad de reconocer la actividad de investigadores en materia de educación, formación y divulgación científica, proponiéndose incluir estas actividades como eje transversal en todo el sistema educativo...

El pasado mes de diciembre de 2011 vio la luz administrativa la nueva Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. Si nos abstraemos de la triste realidad actual, la Ley impondría a las administraciones públicas el deber de fomentar las actividades conducentes a la mejora de la cultura científica. Concretamente, el artículo 38 especifica la necesidad de reconocer la actividad de investigadores en materia de educación, formación y divulgación científica, proponiéndose incluir estas actividades como eje transversal en todo el sistema educativo. Ahora, y aunque la desaparición de los conceptos «ciencia» o «investigación» del título de cualquier ministerio me dejan algo preocupado, habrá que esperar a ver el recorrido político y social que el nuevo Gobierno hace de la Ley de la Ciencia y, por supuesto, su artículo 38. En este sentido, será especialmente valioso ver la seriedad con la que la Empresa se toma la cultura científica en un país donde sigue funcionando en la memoria colectiva aquellas palabras irónicas de Unamuno, ¡que inventen ellos!

El presente artículo fue publicado en el número de febrero de la revista Viceversa. UEx & Empresa.

Abundando en la idea sobre la sensación que los españoles tienen de la posición que ocupa nuestro país en productividad científica y su comunicación social, la quinta encuesta de percepción social de la ciencia y la tecnología (2010), llevada a cabo por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, lo deja claro: el 62.3% de los encuestados opinan que España está retrasada en cuanto a nuestra posición en Europa sobre profesiones científicas y tecnológicas. Esto, ¿a dónde nos lleva? Pues, de entrada, a una debilitada apuesta por la cultura científica en todos los sectores: académico, científico y, por supuesto, empresarial. Si no ponemos en valor el motor que puede hacer salir de la crisis a un país -según apuntó el anterior ministro de educación, Ángel Gabilondo-, esto es, la investigación y su difusión, no debemos exigir que los empresarios, parte inherente de la sociedad, lo hagan. Solo apoyando, valorando y, ¿por qué no? evaluando a los productores de ciencia, innovación y tecnología se conseguirá la base sólida que dará confianza al tejido empresarial en su apuesta por el sector. Sufrimos casi del «ratio» inverso con respecto a inversión privada:pública en investigación, en comparación con EE.UU. –en torno al 70:30, respectivamente, para la superpotencia, según tengo entendido-. Oficinas de transferencia de resultados de investigación (OTRI) e iniciativas como el CIADE –Centro de Iniciativas Emprendedoras-, activa en la Universidad Autónoma de Madrid, pasan casi desapercibidas en la mayoría de las universidades españolas. Poco sigue siendo el apoyo económico al pequeño emprendedor con base científica o tecnológica; aunque la recién horneada Reforma Laboral –que se tramitará como proyecto de ley en el Congreso- anunciada al alimón por la Ministra de la Presidencia y Portavoz del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría y la titular de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, hace mención directa a una nueva incentivación de las Pymes y pequeñas empresas. No tengo muy claro dónde incluir, en este contexto, a las Spin-off nacidas de proyectos universitarios.

Para terminar, querría hacerlo con un sentimiento, más que presentimiento, optimista. Sinceramente creo que algo empieza a moverse en la percepción de la difusión, divulgación y/o comunicación social de la ciencia, al menos entre los agentes directos; los investigadores. Puedo asegurar que cada vez somos más los científicos convencidos de la necesidad de la traslación de los resultados de poyatas a la Sociedad –con mayúsculas; siempre con Mayúsculas-. Esto, y la seria consideración del famoso artículo 38 de la Ley de la Ciencia por parte  del Gobierno, incidirán en el aumento de la cultura científica de calidad. Requisito, sine qua non, para que, a su vez, los empresarios vean un paisaje de valor en sus planes de inversión –e inmersión- en dicho sector. Tiempo al tiempo… ¿o no?

José Antonio López Guerrero

Nota: CARTA ABIERTA POR LA CIENCIA EN ESPAÑA

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