LLEGAMOS AL FINAL DE ESTA SERIE: Un fuerte y virtual aplauso a médicos/as, enfermeros/as, personal sanitario, en general, fuerzas de seguridad del estado y todos, TODOS, los profesionales que siguen a pie de calle, a pie del cañón, para que nosotros dejemos de hacer el indio y nos quedemos en casa con responsabilidad… Os paso un nuevo artículo publicado el pasado 2 de junio en El Cultural:
En algún momento tenía que echarse el telón sobre este diario de la cuarentena “coronapandémica” y, tras estar toda España inmersa en la desescalada –esperemos no tener que volver a una des-desescalada-, considero que este puede ser un buen momento. Buen momento para echar la vista atrás –ya parece un siglo y otro universo paralelo- y ver de dónde partíamos a finales del 2019, dónde estamos ahora y, probablemente, dónde estaremos a final de año. Según algunos indicios –unos atletas supuestamente infectados durante unas competiciones deportivas en la ciudad china de Wuhan-, puede que en octubre del año pasado –o antes-, un nuevo agente infeccioso vírico perteneciente a la familia Coronaviridae estuviera circulando por la provincia asiática de Hubei. Sea como fuere, el 11-12 de enero del presente año la Organización Mundial de la Salud, OMS, empezó a recibir información más detallada de la Comisión Nacional de Salud sobre un nuevo brote epidémico encendido desde un mercado húmedo -pescados y mariscos- de Wuhan, mercado que ya había sido cerrado preventivamente el 1 de enero. El 12 de enero China informa de la secuencia genética del agente infeccioso, un betacoronavirus parecido, pero lo suficientemente distinto, al virus del SARS que 20 años atrás provocó una epidemia que puso en alerta a todos los centros de vigilancia epidemiológica mundiales causando cerca de 1000 muertos. A partir de aquí, la tormenta de información –contrastada o no; desinteresada o no- se sucede vertiginosamente, provocando una singularidad en la historia de la humanidad no solo en cuanto a las consecuencias sociales que el virus ha generado, sino también en la forma de comunicación en un mundo globalizado y tecnológicamente conectado en tiempo real…
El SARS del 2003 –o si lo prefieren, SARS-CoV-1-, era un virus 10 veces más letal que el actual SARS-CoV-2 o virus de la COVID-19 (enfermedad por coronavirus del 2019, no coronavirus del 19 de diciembre). Se transmitía entre humanos principalmente tras manifestarse los síntomas provocando un Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS en inglés). Era un virus respiratorio con cerca de un 10% de letalidad. En aquel momento, toda la humanidad contuvo la respiración esperando que la pandemia no se hiciera global. Curiosamente, tras producir casos aislados en varias decenas de países, a finales del verano del 2003, el virus, como vino, se fue. Me pregunto qué hubiera pasado si, víctimas de un temor legítimo, la OMS decreta la pandemia global y todos los países hubieran decidido decretar cuarentena estricta con confinamiento mundial obligado.

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