11) La montaña rusa (por Flora de Pablo).

Montaña rusa. Frecuentemente nos hemos sentido así durante nuestra aventura emprendedora.

Como ya te he comentado en una entrada previa, el camino que lleva de nuestras investigaciones básicas al desarrollo de un posible tratamiento aplicable en clínica se ha hecho con la contribución de muchas personas. Y creo que darles entrada para que expliquen sus percepciones y sus motivaciones puede ayudar a que tengas una perspectiva más amplia. Así que hoy te dejo con Flora de Pablo. 

Flora de Pablo y Enrique J. de la Rosa durante la recogida de un premio de Retina Navarra a su empresa.

Hoy soy una invitada a este blog. Ya te han contado que hace muchos años, tras terminar mi Tesis doctoral y el MIR, hice las maletas y aterricé en Bethesda, en EE.UU. Quería aprender a investigar de verdad allí, en los Institutos Nacionales de la Salud, donde se hacían las terapias experimentales más novedosas. Entonces no sabía lo que significaba la investigación traslacional, aunque sí entendía que la investigación podía beneficiar a la práctica clínica.

En España, es muy infrecuente que los investigadores en biomedicina hagan el camino de “la bancada del laboratorio a la cama del paciente” (from bench to bed de los anglosajones), salvo alguna excepción fruto de casualidades individuales o de la insistencia de los gestores de política científica. En mi caso, hice el camino inverso: de médico asistencial especialmente interesada en mejorar el tratamiento de mujeres diabéticas embarazadas, para que tuvieran un bebé sano, a estudiar los orígenes de la insulina como hormona, más allá de la generada por el páncreas de vertebrados.

Más de 25 años después, ya en el Centro de Investigaciones Biológicas y trabajando con embriones de pollo y de ratón, Enrique J. de la Rosa me empujó a hacer la vuelta completa del camino. Inicialmente me pareció difícil volver a pensar en la insulina (y en su molécula precursora, la proinsulina) como una herramienta terapéutica. Pero acepté el reto de explorar si la proinsulina podía retrasar la muerte de los fotorreceptores de la retina, y me subí con él a lo que ha sido un pequeño viaje en la “montaña rusa” de la transferencia: pasar de una observación básica al posible desarrollo de un fármaco.

El viaje, ya de varios años, ha tenido subidas empinadas, muy estimulantes, como obtener nuestra primera patente o fundar la pequeña empresa que nos permitiría avanzar en ese desarrollo aplicado. Ha tenido fuertes bajadas, también, cuando el escepticismo del entorno o las dificultades para obtener el dinero necesario para continuar investigando nos han hecho pensar: ¡nos daremos la torta! ¿Tendremos un suave aterrizaje a pesar de todo? ¿Lograremos un tratamiento para la retinosis pigmentaria? Aún no lo sabemos.

Puedo contar, sin embargo, algunas ventajas de haber subido a la montaña rusa. Ha sido hasta ahora un viaje en grata compañía. No creo que en el entorno académico pueda lanzarse nadie a emprender de forma individual. Me ha permitido ver “más allá” un paisaje que no habría vislumbrado si me hubiera quedado tranquilamente sentada en el laboratorio.

¿Desventajas? ¡También! Alguna publicación científica menos habré producido, al estar ocupada con un tema tan nuevo para mí. Y he pasado algún rato con un “agujero en el estómago” ¡al darme cuenta de que no llevo el control de la máquina!

 

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