40) Pensamiento científico y pensamiento crítico.

Dale un pez y comerá un día; enséñale a pescar y comerá siempre. (Foto: Embarcación llamada Caballito de totora, en Huanchaco, Perú. CC BY-NC-SA 3.0)

 

Ya traté en una entrada anterior algunas de las diferencias entre divulgar y difundir la ciencia. Déjame volver a ello, pues llevo varias entradas argumentando contra la pseudociencia sin incidir en lo que tenemos que hacer mejor los investigadores. A día de hoy bastantes científicos hemos bajado de nuestra torre de marfil. Y cada vez es más fácil convencer a mis colegas para que expliquen su trabajo a nivel divulgativo. Pero quizás eso no sea suficiente.

En la entrada arriba mencionada contaba cómo, en mi caso, había evolucionado desde difundir, entendido como contar lo que hacemos en los laboratorios, hasta divulgar, que puede ser parecido, pero poniéndose en la piel del oyente. Pero hay que ir un paso más allá. No vale con suministrar el conocimiento e incrementar la cultura científica de la sociedad: lo realmente crucial es incrementar el pensamiento científico y el pensamiento crítico.

Estamos en el mundo de la posverdad*, palabra que no me gusta nada pero cuyo uso se ha generalizado para describir la manipulación y el engaño sistemático bajo el que vivimos: la verdad parece haber dejado de ser lo importante. Y no creamos que se aplica simplemente al campo de la política. En muchos de los ejemplos que he comentado sobre pseudociencia y pseudoterapia también se echa mano de las posverdades. Y viceversa, el pensamiento científico y el pensamiento crítico no solo pueden servir para distinguir lo que es ciencia de lo que no lo es, sino también para incrementar la calidad de nuestra democracia. Déjame acabar esta entrada con citas de unos colegas a este respecto:

“La cultura científica hace mejores ciudadanos y aumenta el nivel de exigencia sobre nuestros políticos” (Javier Polavieja y Javier Lorenzo Rodríguez, Departamento de Ciencias Sociales de la UC3M, Madrid).

“Tenemos un problema […]: un nivel global insuficiente de cultura científica que se manifiesta en un exceso de menosprecio del rigor y la precisión […] y, consecuentemente, en un predominio de opiniones no fundamentadas, sobre las que se llegan a tomar decisiones en todos los ámbitos de lo público” (Xavier Vidal Grau, exrector de la Universidad Rovira i Virgili, Tarragona).

* Circunstancias en las que los hechos objetivos influyen menos a la hora de modelar la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal.

 

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