7) ¿De dónde surge el conocimiento?

¡Esta rana se merece un Nobel! (Dibujo de Clara de la Rosa del Val). Los experimentos básicos de John Gurdon en Biología Celular y del Desarrollo han acabado siendo esenciales para el posible futuro de la Medicina regenerativa. ¡Quién lo iba a decir hace 50 años!

Cada empresa y cada producto son distintos. Seguro que se te ocurren ejemplos en los que el principal factor del éxito es el diseño, o el precio (bajo o alto, que ambos pueden ser), o una agresiva (o imaginativa) campaña publicitaria. Pero si hablamos de empresas de base tecnológica, ¡con algo habrá que hacer esa base! Con conocimiento científico y tecnológico.

Esta necesidad de conocimiento es más acuciante en el caso del desarrollo de un medicamento. Las empresas farmacéuticas no tendrán opción de intentar convencer de las bondades de su medicina a los médicos o a los potenciales consumidores si antes una agencia gubernamental reguladora (EMA, FDA) no aprueba el producto y autoriza su comercialización. Esa aprobación depende de datos científicos sobre su seguridad y eficacia. Ya he tratado anteriormente los ensayos clínicos y sus requerimientos.

Pero no es siempre evidente de dónde puede surgir ese conocimiento. En el campo de la biomedicina hay numerosos ejemplos de cómo estudios científicos básicos de excelente calidad pero dudosa o nula utilidad en el momento de su realización acaban marcando el camino para importantes avances terapéuticos. Un ejemplo muy ilustrativo ocurrió a principio de los años 60 del pasado siglo. Un británico, biólogo del desarrollo, trabajaba con ranas y sapos como sistema modelo. En un experimento trasplantó el núcleo de una célula de un renacuajo a un óvulo de la misma especie, al que previamente había inactivado su núcleo. A partir de dicho óvulo se formó otro renacuajo, demostrando que en el núcleo de las células adultas se mantiene toda la información necesaria para formar un individuo. Quizás no te sonara este experimento, pero seguro que sí te suena la oveja Dolly, un experimento similar que se realizó unos 35 años más tarde. O quizás sí te sonaba, pues a dicho biólogo, John Gurdon, le concedieron el Premio Nobel de Medicina o Fisiología 2012 (junto con Shinya Yamanaka), al reconocer que sus trabajos, además de responder a una importante cuestión biológica, sentaron las bases del prometedor campo de la Medicina regenerativa.

Hay otro ejemplo que te contaré en la próxima entrada, pues es el que conecta con nuestra línea de investigación. Pero quiero finalizar hoy reconociendo otra cosa que he aprendido “al bajar de mi torre de marfil”. No siempre es nítida la percepción social de cómo el trabajo en los laboratorios de investigación básica repercute en la lucha contra la enfermedad. También sobre eso, como sobre la transferencia del conocimiento, los investigadores tenemos una responsabilidad y debemos asumir un papel activo.

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