El capítulo III, artículo 11, punto 4, apartado «d»…

El sábado 27 de mayo de este año aparecía en el BOE, página 19947, la aprobación de la nueva Ley 14/2006 sobre Técnicas de Reproducción humana asistida. Una ley polémica, para algunos sectores de la sociedad, que plantea los mecanismos posibles de utilización de los embriones sobrantes en las clínicas de reproducción asistida. Se cuestiona la naturaleza como individuo, o no, del preembrión y su conveniente uso en investigación. Sin embargo, hay una opción que refleja la ley que no ha levantado mayores ampollas, ni siquiera en la iglesia: el 4º supuesto del artículo 11.4… ¿Por qué?

 

En el Capítulo III de la Ley 14/2006 se habla de «la crioconservación y otras técnicas coadyuvantes de las de reproducción asistida». En su Artículo 11 se especifica la «crioconservación de gametos y preembriones», es decir, cómo guardar aquellos embriones que se han producido en un proceso de reproducción asistida y que han podido sobrar… En su punto 4, el artículo 11 va mucho más allá y trata sobre «los diferentes destinos posibles que podrán darse a los preembriones crioconservados, así como, en los casos que proceda, al semen, ovocitos y tejido ovárico crioconservados». Este es uno de los puntos más polémicos de la ley, regulándose el futuro de esos embriones supernumerarios y abriendo la posibilidad del uso de preembriones en ciencia, como demandamos la mayoría de los investigadores. Concretamente, las 3 primeras opciones para los preembriones sobrantes son:

a) Su utilización por la propia mujer o su cónyuge. Creo que la lógica de este punto cae por su propio peso. La pareja puede volver a utilizar su propio material para una nueva implantación…

b) Su donación a otras parejas con fines reproductivos. De esta forma, otras personas podrán beneficiarse de esos preembriones constituidos con éxito.

c) La donación con fines de investigación. Aquí es donde se produce el choque de trenes entre los diferentes sectores sociales y políticos. El PP, en su ley del 2003, negaba esta posibilidad (a los embriones obtenidos tras ese año), la iglesia arremete contra lo que le parece un ataque frontal a la dignidad del ser humano (aunque ninguna ley haya definido todavía al preembrión como ser humano…) y otros grupos ven solamente un oportunismo político y afán lucrativo de algunos… Sin embargo, para la mayoría de los científicos implicados en proyectos sobre terapias humanas, la investigación con esto embriones sobrantes es fundamental. Solo en su estudio conoceremos las bases moleculares de muchos procesos de división, diferenciación y, por supuesto, degeneración y desregulación celular…

Sin embargo, y por encima de esta polémica, existe una 4ª opción, que contempla la ley, que ha pasado desapercibida, y que personalmente me parece bastante preocupante:

d) El cese de la conservación de los preembriones sin otra utilización. Es decir, descongelarlos y destruirlos. Curioso, ¿no? Pero, lo que es más curioso todavía es el hecho de que no haya sido la opción más criticada, más discutida, más polémica…

Al parecer, los mismos sectores que desaprueban ver células embrionarias humanas en platas de petri siendo investigadas para posibles futuras terapias regenerativas, no ven inconvenientes morales en la simple destrucción de esos mismos embriones… Marcelo Palacios, Presidente de la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI), también se mostró preocupado por este 4º supuesto, según sus declaraciones en el Congreso Internacional sobre Células Madre que organizó el SIBI recientemente en Gijón…

Una vez que en la balanza de la ética internacional ha pesado más el sufrimiento de los seres humanos (constatados como tales) que la posible dignidad del preembrión (esfera de células indiferenciadas de hasta 14 días postcoito), no parece muy sensato que la ley asuma como destino último de este valioso material sobrante su simple destrucción, sin más…

JAL (CBM; UAM-CSIC)

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4 comentarios

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