Cerebros partidistas…

«Es imposible hablar de genes que “determinan” cualquier aspecto complejo de la forma de pensar o de actuar del ser humano.» Steven Rose 

 

¿Para qué leer la propaganda electoral o escuchar debates políticos? Es perder el tiempo. No se puede uno resistir a los designios de su córtex cingulado. Él es quien decide. O por lo menos eso dicen unos investigadores en Nature Neuroscience. Y si lo dice Nature Neuroscience tiene que ser verdad. ¿O no?

 

 

Hace poco tiempo un buen amigo me decía convencido que “eso del determinismo biológico” ya no existía. Dulce ignorancia. Hoy el determinismo biológico está tan vivo como hace más de cien años cuando Sir Francis Galton fundó las bases ideológicas de la eugenesia. En su libro Hereditary Genius, Galton trazó los árboles genealógicos de científicos, jueces, intelectuales y otras personalidades de su época, y tras observar que los padres y abuelos tendían a ser también científicos, jueces, e intelectuales concluyó que la genialidad era hereditaria. Según sus estudios, las personas más inteligentes eran los varones de las clases altas victorianas (qué casualidad), y los menos -lo estaréis adivinando- las razas no blancas. Después de más de un siglo desde Galton, el Presidente de la República Francesa, Nicolas Sarzozy, afirmaba –sin mayor aportación de pruebas- hace pocos meses en una entrevista concedida a la revista Philosophie que se nace pederasta y que el suicidio tiene también una causa genética.

 

Pues bien, acaba de aparecer otra perla del determinismo biológico: ser liberal o conservador -de izquierdas o de derechas- depende de cómo nos funcione el córtex cingulado anterior. En el último número de Nature Neuroscience, aparece una comunicación breve de David Amodio, investigador de la Universidad de Nueva York, en la que mediante el uso de Potenciales Evocadosevent-related potentials– pretende justificar que ser liberal o de izquierdas está relacionado con una mayor actividad en la parte anterior del córtex cingulado. Su trabajo partió de la idea de que liberales y conservadores tienen estilos cognitivos distintos: los conservadores son más estructurados y consistentes en sus juicios ante la toma de decisiones, y los liberales muestran mayor tolerancia a la ambigüedad y la complejidad, y tienen mayor apertura ante nuevas experiencias. Estos estilos cognitivos, según Amodio, se trasmiten, por supuesto, a través de los genes. Para comprobar esta hipótesis, midieron la actividad neuronal de 43 voluntarios que se habían declarado liberales o conservadores y observaron que su actividad neuronal era diferente en situaciones de conflicto. Se les pidió que pulsaran una tecla cuando observasen la letra “M” en la pantalla de un ordenador y se abstuviesen de hacerlo cuando viesen una “W”. Mientras, medían la actividad del córtex cingulado anterior (el área vinculada al control de conflictos) mediante electroencefalografía. Las personas que se habían declarado liberales demostraron una mayor actividad neuronal y cometieron menos fallos que los conservadores cuando veían una W. Más allá del valor que queramos dar a la prueba, quedaría por aclarar si hay mayor actividad en el córtex cingulado por ser de izquierdas o, por el contrario, se es de izquierdas por tener mayor actividad en el córtex cingulado.

 

Puestos a elucubrar, sería interesante también plantearse una cuestión que toca de lleno el campo de la dinámica de poblaciones: por qué las personas con menos actividad en el córtex cingulado tienden a agruparse –por ejemplo- en determinados barrios. Se me ocurre un título para un artículo: “Migratory movements of individuals with low anterior cingulate activity towards the Barrio de Salamanca” o este otro “High anterior cingulate activity in individuals from El Pozo del Tío Raimundo”. Las modificaciones en la arquitectura y actividad cerebral de ciertos individuos que ayer eran de izquierdas y hoy de derechas, o viceversa, también serían dignas de estudio. ¿A qué se deberá el descenso o aumento en la actividad de su córtex cingulado? Además, en algunos casos el pobre córtex cingulado debe volverse loco: en cierta emisora de radio llaman rojo a un alcalde de un partido de derechas al que todos conocemos. En estos casos, ¿Qué hace el córtex cingulado: se activa a ratos, ahora sí, ahora no?

 

Es obvio que cada uno puede investigar lo que considere oportuno –menos obvio si se trata de dinero público-. También, que las revistas de prestigio, pueden publicar lo que crean conveniente –aunque, por otro lado, es triste ver la cantidad de trabajos serios, interesantes y útiles para la sociedad que merecen menos atención por parte de los editores–. El problema consiste –en mi opinión– en que el periodismo científico divulgue las cosas de manera desacertada debido a un desconocimiento de cómo funciona el mundo de la investigación. Haciendo un repaso por la hemeroteca se comprueba la falta –en general– de enfoques escépticos o al menos mínimamente críticos. En referencia a este experimento, se han podido leer en la prensa cosas como estas: «Se podría hablar, por lo tanto, de dos tipos de cerebro, uno de derechas y otro de izquierdas, que reaccionan de forma distinta a un mismo estímulo» «Marcar una u otra opción en una papeleta de votación no es sólo cosa de preferencias o militancias políticas; ¡también depende de cómo interactúan nuestras neuronas!» «Estudios científicos revelaron que la orientación política está vinculada con la forma en la que el cerebro procesa los datos que recibe» «Detectan que existen cerebros “de derecha” y “de izquierda”» Estas interpretaciones mecanicistas recuerdan a lo que decía el científico y filósofo francés Pierre Cabanis cuando sostenía que la conciencia depende, ante todo, de las funciones fisiológicas del hombre, de la actividad de sus órganos internos, y que el cerebro «segrega» orgánicamente el pensamiento de modo análogo a como el hígado segrega la bilis. En el fondo es el mismo enfoque, sólo que más sofisticado. Otra periodista escribía ayer: «Déjame ver tu cerebro… y te diré quién eres. Te diré, en concreto, a quién votas». Según la periodista, esa es la opinión de “los neurocientíficos” ¿De todos los neurocientíficos? Daría la impresión de que no hay ninguno que piense lo contrario: no creo que sea esa la forma más acertada de escribir un artículo de divulgación científica. El periodista científico debería ser capaz de examinar los puntos débiles, las inconsistencias, los interrogantes que surgen cuando se está investigando algo tan extraordinariamente complejo como la conciencia humana, y no ser simplemente una correa de transmisión que no aporta análisis alguno.

 

Probablemente, este experimento no haya demostrado nada. Normalmente, un experimento publicado en una comunicación breve de una sola figura, no suele demostrar grandes cosas. Hace falta un cuerpo de evidencias sólido, coherente y reproducible para atreverse a decir que algo substancial ha sido demostrado. El problema es que habría que rascar un poco en las características técnicas del experimento así como en la interpretación de los resultados, para estar en condiciones de enfrentar críticamente una noticia como esa, y para eso, es evidente que los periodistas científicos –en general– no están preparados. Dean Hamer también había “demostrado” en Nature Genetics –según dijeron muchos medios de comunicación– que se había encontrado el “gen de la homosexualidad”. Tan demostrado estaba que otro grupo de investigación publicó al poco tiempo en la revista Science lo contrario de lo que aseguraba Hamer.

Por tanto, la cuestión fundamental se asienta en la interpretación última. Hoy hay infinidad de evidencias de que la arquitectura cerebral está íntimamente ligada al proceso de desarrollo –sobre todo temprano- y a las experiencias vividas. Es paradigmático el experimento de los gatos: si al nacer se les tapan los ojos y se les impide ver durante un tiempo determinado, se quedan ciegos. Aunque sus estructuras oculares están en perfectas condiciones, sus conexiones cerebrales no se han desarrollado a tiempo y son irrecuperables. Porque no son sus genes, sino la experiencia, lo que debe diseñar sus circuitos neuronales. Decir que uno es de izquierdas o de derechas en función de cómo sus genes hayan diseñado su cerebro es por tanto una conclusión inconsistente, más aún cuando desde el campo de la neurobiología se está haciendo cada vez más hincapié en la necesidad de considerar al cerebro como un todo, como una red de interconexiones que constituye un sistema complejo. ¿Y qué hay más complejo que el cerebro?

Raquel Bello-Morales (UAM)

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6 comentarios

  1. Raquel, te felicito sinceramente por tu post. Me parece que efectivamente con este tipo de cosas salen a relucir grandes problemas sobre la cultura cientifica que creo que muchos tenemos en mente, pero no todos, desgraciadamente.

    Espero que en un futuro proximo las cosas cambien y tanto los "no-cientificos" como los "cientificos" (estos no tienen excusa ninguna) sean un poco mas rigurosos en sus declaraciones.

    Gracias por el post,

    Eva

  2. Cito a Raquel:
    "Porque no son sus genes, sino la experiencia, lo que debe diseñar sus circuitos neuronales. Decir que uno es de izquierdas o de derechas en función de cómo sus genes hayan diseñado su cerebro es por tanto una conclusión inconsistente, más aún cuando desde el campo de la neurobiología se está haciendo cada vez más hincapié en la necesidad de considerar al cerebro como un todo".

    No crees que estas cometiendo exactamente el mismo error del que acusas a los analistas cientificos?. Me parece que extrapolar el desarrollo del cortex visual, o lo que sea que esta afectado en estos gatos, a cualquier otro proceso cognitivo, es mucho extrapolar. Puesto que nacemos con un cerebro que al menos incluye cierta informacion (el instinto de mamar y el control de todos los movimientos necesarios para hacerlo, por ejemplo), no es descabellado pensar que cierta informacion genetica esta codificada en el cerebro antes de que ninguna experiencia lo transforme. Si esa informacion es meramente del tipo que describo arriba, o tambien tiene influencia en procesos de pensamiento mas elaborados, es algo que desconozco. Pero, de nuevo, puesto que no nacemos con una hoja en blanco, sino con un cerebro diferente en cada persona, es razonable suponer que la misma experiencia pueda tener efectos diferentes en diferentes cerebros, y que ciertos cerebros tengan ciertas tendencias, que despues puedan ser moduladas por la experiencia. Y creo, sin ser un experto en el tema, que existen suficientes estudios que demuestran que efectivamente, ciertas tendencias, o comportamientos, o capacidades tienen una impronta genetica.
    Y con esto no quiero decir que este de acuerdo con el articulo. Como dices, siempre se tiende a exagerar las conclusiones y mas los periodistas que se dedican a la divulgacion tienen que vender periodicos. Titulares del tipo: "Descubierta una correlacion estadisticamente significativa entre la actividad del cortex cingulado y el numero de errores cometidos en un test modelo del tipo "go/no-go", no son ciertamente los que llevan a las masas a hacer cola delante del kiosco. Y creo de verdad que se puede llegar a un termino medio, especialmente si las noticias fueran redactadas por personas con formacion cientifica, y no por periodistas, que en muchos casos a duras penas pueden distinguir una celula de un balon de futbol.
    De todos modos, aunque los autores mencionan ciertos analisis realizados en niños que parecen apuntar a componentes geneticos, en sus conclusiones ni mencionan, ni pueden mencionar, ningun componente genetico. Ellos analizan a voluntarios adultos que llegan al test con historias vitales diferentes y que libre y anonimamente se declaran liberales o conservadores. Si las diferencias observadas son geneticas o adquiridas es una cuestion que se escapa al analisis.

  3. Estimado David:

    En primer lugar, muchísimas gracias por tu respuesta. En cuanto a tu comentario, dices que no se puede extrapolar el experimento de los gatos a otros procesos cognitivos. ¿Por qué no? ¿Dónde están las evidencias que dicen que el córtex visual es muy sensible a la experiencia pero el resto del cerebro no? Supongo que has oído hablar de los casos de los niños lobo. Criados al margen de la sociedad, carecen prácticamente de atributos intelectuales. Tras ser encontrados, algunos de ellos, no pudieron ni siquiera adquirir el lenguaje. Porque el cerebro tiene sus “ventanas de oportunidad”. Claro que tenemos cierta “información” en el cerebro: tú pones el ejemplo del instinto de mamar. Pero el instinto de mamar no es lo que nos hace humanos. También las hormigas tienen información grabada, y las aves, y los cocodrilos. Pero yo de lo que hablo es de la personalidad, de la inteligencia, de la “moral”. ¿Eso está en grabado en el cerebro antes de nacer? Mi opinión es que no, y mientras no se demuestre tal cosa, yo seguiré tendiendo a pensar que no. Y tenderé a pensar que no, entre otras cosas, porque si bien tu dices que hay suficientes estudios que demuestran que efectivamente, ciertas tendencias, o comportamientos, o capacidades tienen una impronta genética, también hay muchos estudios de sugieren otra cosa. El neurobiólogo Wolf Singer, director del Instituto Max Planck para la Investigación del Cerebro, piensa que «… la connotación superior de conciencia, ser consciente de uno mismo como persona libre, responsable, etcétera, es consecuencia del entorno cultural […] El genoma no está nunca solo, sino dentro de un entorno que le dice qué tiene que hacer. El genoma actúa por el diálogo que se produce con su entorno, no existe un genoma aislado. Lo mismo podemos decir del desarrollo del cerebro, que desde el nacimiento hasta la pubertad establece nuevas conexiones, de manera que la arquitectura se va formando durante esa época, pero con la influencia del entorno.». Te planteo un ejercicio mental: pongamos que hay dos familias. Una de ellas, desestructurada, el padre violento, la madre alcohólica, en una zona marginal, casi en la miseria. La otra familia, educada, el padre científico, la madre escritora, un hogar con un ambiente de cariño y respeto. Las dos parejas tienen un hijo, y en el hospital los confunden y los intercambian ¿Cómo crees que serían los niños pasados veinte años? La literatura y el cine se han hecho esta pregunta muchas veces (recordemos a Oliver Twist, que fue retratado por Dickens como poseedor de un “algo” que evidenciaba su procedencia). Yo creo –por supuesto es una opinión, porque tal experimento es irrealizable- que serían exactamente iguales que si fueran hijos biológicos. Creo que habría muchas probabilidades de que el de la primera familia fuera fracaso escolar, o estuviera rondando la delincuencia, o fuera un maltratador, o un alcohólico, y el segundo posiblemente sería una persona desarrollada intelectualmente e integrada socialmente. Obviamente, esto es –repito- un ejercicio mental, y es una simplificación, porque hay multitud de factores que podrían alterar estas probabilidades, pero lo que quiero expresar es que lo que hace diferente a una persona no es lo que hay en sus genes ni lo que hay grabado en su cerebro antes de nacer, sino fundamentalmente, lo que se graba desde que empieza a vivir.

  4. Verdaderamente estos "científicos" no tinen misericordia con el personal (por cierto, ¿donde está la sede cerebral de la misericordia?) Nos someten a tales tundas psicológicas que no logramos recuperar la posición erguida y perecemos atragantados de bulimia informativa. Lo que cuentas parece más bien una broma: basta que que un señor con bata blanca, que sabe manejar una maquinita con electrodos, saque unos oscilogramas en una pantalla para que se considere un trabajo científico. Vaya por delante que un profano como yo no está en condiciones de saber si el resultado de los estudios de Amedio, perdón, Amodio, constituyen una "representación adecuada" del hecho que pretenden describir. En principio y a ojo de buen cubero me parecen ridículos por la simple razón de que confunde y mezcla campos distintos de saber,que son eterogéneos: ser de izquierdas o de derechas es una simple convención histórico-política cuyo estudio corresponde a la sociología; el estudio del cerebro es evidentemente otra cosa y requiere una altísima especialización científica. Hacer ideología de unas hipotéticas observaciones de laboratorio es sencillamente hacer trampas. Lo mas llamativo del pensamiento reaccionario es que a pesar de su determinismo biológico no olvida el crear y mantener sus think tank y controlar férreamente la distribución de la información; es como si nó se fiaran del determinismo biológico. En este sentido me recuerdan a la Iglesia católica española, que aún teniendo a Dios de su parte quieren redactar el código penal. Por si acaso. Un saludo.
    titoarroyo

  5. He vuelto a leer la disquisición entre Raquel y David y me parece mas interesante aún que el primer dia. Ignoro cual será el ESTILO COGNITIVO de David ni a qué molino pretende conducir su agua con afirmaciones como esta: "Puesto que nacemos con un cerebro que al menos incluye cierta información…no es descabellado pensar que cierta información genética esta codificada en el cerebro antes de que ninguna experiencia la transforme…y puesto que no nacemos como una hoja en blanco (vaya)…sino CON UN CEREBRO DIFERENTE EN CADA PERSONA, es razonable suponer que la misma experiencia pueda tener efectos diferentes en diferentes cerebros y que ciertos cerebros <tengan ciertas tendencias> que despues puedan ser moduladas por la experiencia" ¿No se dará cuenta David que lo que sugiere es lo mismo que afirma Amodio? Esa <información genética codificada en el cerebro> es una forma muy rutilante para decir lo que la gente entiende como aptitudes; el niño va aprendiendo a hablar porque nace con la capacidad para hacerlo (innatismo) pero unos aprenden aleman y otros frances (experiencia) Lo mismo puede decirse de la diferentes percepciones sensoriales: nacemos con unas capacidades in phantasma que tienen que madurar en contraste con lo real(experiencia). Esas capacidades innatas tienen que ver con el proceso evolutivo de la especie y no obedecen a caprichos ni gustos, sino que tienen que ver con la percepción adecuada de lo real. En percibir lo real adecuadamente es precisamente en lo que nos va la vida. "la capacidad de nuestros sentidos nos indica que no estamos hechos para conocerlo todo o cualquier cosa, sino sólo aquello que concuerda con nuestra escala ontológica…si queremos ir más allá de nuestro marco evolutivo necesitamos prótesis (tecnología) (Savater) Para percibir que no existen dos seres humanos iguales basta el ojo del buen cubero; á estos efectos el código genético es una tautología. A mí lo que me llama la atención es la predilección que sienten algunos por énfatizar esa parte previa del código genético como determinante exclusivo de la conducta futura. Estoy seguro de que Manuel Pizarro estará encantado con el descubrimiento de Amodio: él estaba genéticamente condicionado para el pelotazo de ENDESA. E ir en contra de los genes es locura, naturalmente. El determinismo como ideología de clase es un asunto que aburre. Y no es que haya periodistas científicos mal informados. Lo que hay es empresas periodísticas interesadas en difundir determinadas ideas y para eso contratan a los profesionales que mejor les sirven. Tambien a los neoconservadores, última versión del pensamiento de la derecha, les va la vida en que la población crea ciertas cosas y no otras, por ejemplo la explicación pseudocientífica del "Diseño inteligente". ¿Y que decir de la historia del <cambio climático> ? Las multinacionales involucradas han financiado informes "científicos" que cuestionaban el cambio climático. Es decir, que la "ciencia", la cultura, la información difunden las ideas que "interesan" a quien manda, como bien sabía Alicia, y están plenamente integradas en la lucha ideológica. No obstante existen personas interesadas y comprometidas con la verdad a secas; en el campo de la ciencia y en el campo de las ciencias morales, y gracias a ellas podemos ir adecuando nuestros conocimientos a lo real y evitar que nuestras percepciones sean plenamente fantasmagóricas.
    titoarroyo

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