La Biología en la pantalla… o preparar una muestra de microscopio con una probeta de dos litros (III)

Terminaba mi anterior entrega diciendo que hay escenas bastante habituales en las que, como quien no quiere la cosa, se mete una patada a la realidad científica y los productores se quedan tan anchos. Vamos a ver unos ejemplos. Unos cuantos, hay muchos más. Estos son los que me vienen a la cabeza a bote pronto, pero seguro que los lectores podríais añadir infinidad de ellos. Y perdonad que no cite los títulos pero es que son situaciones más o menos recurrentes que se presentan como cosa hecha, se adoptan en cualquier producción como algo consensuado, se da por hecho que son situaciones comodín y, por supuesto, presentarlas así es tan lógico como ponerle una pajarita a un científico —y cara de panoli, a no ser que se trate de un joven prometedor, claro, porque entonces es superguay y megaenrollao; y apenas pisa el laboratorio pero cuando lo hace le da un repaso al de la pajarita, que no se entera de nada…

 

En series supuestamente serias aparece un laboratorio y ves al doctor de turno tecleando (¿el nombre de? ¿la pinta que tiene?) un compuesto desconocido y observando inmediatamente en pantalla su estructura tridimensional (dando vueltas), sus interacciones con el ADN y cómo se expandirá por el planeta si no le meten pronto un pepinazo nuclear a la corriente de El Niño; o mirando imágenes de microscopía electrónica de barrido en movimiento y a todo color, o simplemente echando la muestra a un microscopio con una probeta de dos litros. Esto último, que da el título a esta serie de entradas, no es de ciencia ficción. Salía en la miniserie que hicieron hace unos años sobre la vida de Severo Ochoa, y además creo recordar que en esa u otra escena similar nuestro gran Nobel se levantaba muy excitado del microscopio diciendo que estaba cerca de descifrar el código genético… Si no era eso exactamente era algo equivalente; desde luego se trataba de un hallazgo que, según sugería la escena, se logró efectuar mirando ácidos nucleicos por el microscopio óptico. Y esa miniserie estaba avalada por todo lo que tiene siglas en este país.

 

Siguiendo con las producciones habituales, es más que frecuente que llamen hidroclórico al clorhídrico —bueno, esto es barrabasada de los traductores—, gen a la proteína y bacteria al virus, o que identifiquen un nuevo tipo de organismo endosimbionte intracelular (sic) y luego vaya y salga una ameba en la imagen del microscopio. Incluso he visto cómo llamaban bacteria a un rotífero, aunque eso no es habitual. Y eso cuando no muestran una supuesta bacteria que exhibe, orgullosa, casi diríase impúdica, su enorme núcleo con sus hinchados y abundantes pares de cromosomas metafásicos. Se está cayendo en lo mismo que con la Física, y no siempre es ciencia ficción, pero nadie dice ni pío ni en los blogs, ni en los foros ni en las listas de distribución. Eso sí, a veces deberíamos alzar nuestras voces al cielo y exigir venganza, o rasgarnos las vestiduras, o algo que implique un estado de indignación extrema. De todas formas voy a dejar de enumerar estas escenas (seguid vosotros) y me voy a centrar en una película como ejemplo que me parece particularmente bochornoso.

 

 

Se trata de Planeta Rojo (2000), producción cinematográfica en la que una misión viaja a Marte con el objeto de ver qué ha ocurrido con las algas que se habían sembrado varios años antes para terraformar el planeta. Después de muchas peripecias, en esta película, alabada por los expertos debido a lo logrado de los efectos especiales con el incendio en ausencia de gravedad y al cuidado con que habían tratado los aspectos técnicos aeroespaciales, los supervivientes descubren la Gran Verdad: el planeta rojo ya tiene una atmósfera completamente respirable y las algas han formado unas praderas en lugares apartados, donde multitud de cucarachas enormes (inmensas, creedme) se alimentan de ellas. Al ver aquello, rápidamente el científico de la misión deduce lo que está ocurriendo y se lo cuenta al resto. Resulta que (¡hop!) las que emiten el oxígeno son las cucarachotas, a las que inmediatamente otorga el rango taxonómico de nemátodos (y olé). Por si estáis demasiado alucinados, recapitulemos para enfatizar la burrada: una cucaracha —que no se parece en nada a un nematodo— devora algas, respira y como consecuencia emite oxígeno. El mundo redox al revés. Por favor, no le deis muchas vueltas. No intentéis buscar la posibilidad lógica. No existe. Podemos concluir que, aunque sea una superproducción de Hollywood con Val Kilmer, Carrie-Anne Moss et al., se han gastado todo el presupuesto para asesoramiento científico en cuidar cuestiones técnicas aeroespaciales, y punto. Iba a decir que luego algún guionista aguililla debió mirar en la Wikipedia a ver qué clase de bicho se comía las algas, pero no, la peli es de 2000. Debió de mirar en la enciclopedia de su casa y la entrada pertinente no traía fotos. Ni datos. Ni la descripción de nematodo como gusano. Era una enciclopedia muy justita, no cabe la menor duda.

 

Todo eso y más pasa con la Biología en el cine y la TV. No es de extrañar, toda la ficción, incluso la “realista”, es muy mentirosa y tramposa con la ciencia. Un tipo pega un tiro a otro y todo el retroceso que siente es un leve movimiento del arma en su mano. Sin embargo, el que recibe el disparo se ve lanzado hacia atrás, contra la pared. ¿Y la tercera Ley de Newton? Sí, no sólo se atropella a la Biología, pero a la Física a veces se la tiene en cuenta;  de vez en cuando se produce una película o serie que intenta respetar los asuntos de esta disciplina científica, aunque sea un poquito, yo qué sé, por ejemplo generando gravedad artificial a base de hacer rotar una estructura toroidal en una estación espacial. ¿Por qué no dedican alguna vez algún esfuerzo similar a la Biología?

 

Al final solo nos queda una opción: tomárnoslo como fantasía envolvente, sabiendo que es mentira pero disfrutando de ello, aceptando que un clon adulto se forma en un par de meses en un tanque de líquido nutritivo de igual modo que habitualmente somos capaces de “creer”, sin ningún problema, que el coyote puede caminar por el aire antes de darse cuenta de que se le ha terminado el suelo bajo los pies. Pero siempre, incluso en los casos más pretendidamente realistas —éstos son los más tramposos, ya que juegan con ventaja para lograr la “suspensión de la incredulidad”—, hay que tener muy en cuenta que se trata de ficción. Nunca se trata de divulgar, convencer o colaborar con la ciencia. Para eso están los blogs de ciencia, los documentales y el Scientific American. Lo que pretende la ficción es entretener y vender libros, entradas de cine y videojuegos (y cocacola, y…). Es tan fácil como distinguir entre ficción y realidad, ¿o es que si vemos Buscando a Nemo llegamos a creer que los peces hablan “balleno”? No, no creo que la profesora Salas y el astronauta Aldrin tengan razón, aunque sí sería de agradecer que cuando las cosas no pretendieran ser fantásticas, sino basadas en la realidad, se hicieran un poco mejor. En las novelas sí se lo curran.

 

Para terminar, dos breves notas finales: 1) que me perdonen los investigadores que usan pajarita, no tengo nada contra ellos pero reconocerán que no son tantos como se pretende en el cine; y 2) no he comentado aquí la película Proyecto DOS (España, 2008) porque aún no la he visto, pero creo que es jugosa: va de un bioquímico que es investigador del CSIC y…

 

Federico G. Witt

Bioquímico. Administrador de Portal de Ciencia Ficción

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5 comentarios

  1. Hola, Ana. Pues no la he visto aún. A ver si la sacan en DVD porque no la vi en el cine que frecuento. Y si no sale en DVD habrá que ver si la echan en la tele. Lo que sí he leído son las críticas y, ciñéndose exclusivamente a lo artístico, argumento, puesta en escena, etc., dicen que es bastante mala.

    Pero eso a mí no me dice gran cosa. Si la veo y tiene algo reseñable, ya os comentaré.

  2. Gracias, Federico

    A mí más que la parte técnica de la película, me interesaría saber opiniones sobre el argumento de la misma. Una película española, que usa un tema cientifico actual, pero sobre todo una controversia que se ha lanzado al debate público, como es la posibilidad de clonar seres humanos. ¿Sigue esta película la estela de otras grandes producciones norteamericanas, como La Isla?. ¿Por qué la investigación con células madres sólo aparece reflejada en el cine con la posiblidad de hacer clones humanos, en lugar de regenerar tejidos y salvar vidas? ¿Conocéis alguna película de ciencia ficción donde un parapléjico comience a andar gracias a una técnica de este tipo?

  3. Hola de nuevo, Ana. perdona por tardar tanto en contestar, no había leído el comentario.

    No, ahora mismo no recuerdo películas donde narren lo que dices (series creo que sí, aunque todo muy enterrado entre sucesos mucho más emocionantes), y es una pena, pero es que lo que ocurre con el cine y la televisión es que se busca siempre entretener. Da mucho más juego un ejército de clones que van a usurpar los puestos de las presidencias de EEUU, Francia, el vaticano y la ONU que una historia donde se consigue que alguien se cure de un alzheimer (a no ser que luego la terapia le confiera poderes extraordinarios).

    Es una cuestión de audiencia. El problema es que luego la gente sólo se fija en eso, pero qué le vamos a hacer.

    También les está ocurriendo lo mismo a los físicos con el LHC. Una historia que narre que al fin consiguen que choquen dos partículas y se entienda de qué está constituida la materia oscura… no sé si vendería. Sí que lo hará si como consecuencia de los choques se produce materia extraña (stranglets de esos) y se corre el peligro de que se destruyan el mundo, el sistema solar y la parte más próxima de la galaxia. Pero eso nos pasa a todos, al menos a mí. Buscamos que nos diviertan, más que aprender ciencia. El problema está en que en ocasiones no sólo no aprendemos sino que nos embrutecemos con errores que se podrían evitar sin que por ello, por hacerlo más o menos bien, sin errores, la historia perdiera emotividad o capacidad de entretenimiento y diversión.

    A mí las historias que más me gustan son las que te dejan esa sensación de "sí, ya sé que es ficción, pero, ¿podría ocurrir?". Y si no, prefiero pasar directamente a la fantasía (que me encanta) antes de que me den una explicación como la de Planeta Rojo (o las que dan en Deep Blue Sea, que ya es directamente una película cómica que no hay que perderse).

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