Relatos Salvajes (Damián Szifrón, 2014)

Reseña de Cristina Rodríguez Cejas

Relatos Salvajes es una película, dirigida y escrita por el argentino Damián Szifrón, que se estrenó en Festival de Cannes en 2014. Producida por Kramer & Sigman Films  (Argentina) y El Deseo[1] (España), se trata de una recolección de seis intensos e impactantes cortos, cuya única conexión es el tema. Cada relato nos trasportará a una situación distinta, nos contará una problemática real de la vida dándonos una respuesta inesperada y  haciéndonos sentir el conflicto de cada personaje. La primera historia es coral, ya que la protagonizan los pasajeros de un avión, que tienen en común un nombre en su pasado, el nombre del piloto de ese vuelo. En la segunda, nos encontraremos a una joven y sensata camarera y a su compañera más veterana, la cocinera, sirviendo a un cliente muy especial. En el siguiente, viviremos un extremo enfrentamiento al volante por una carretera desértica y a este le seguirá uno de los más famosos, gracias a su protagonista, Ricardo Darín, y por la empatía que genera su personaje, un padre de familia que luchará por su dignidad frente a una empresa de gestión de multas. El quinto corto, narra cómo una familia de bien trata de cubrir y proteger a su hijo a toda costa y para finalizar, uno de los más cómicos y sorprendentes, una novia que descubre la infidelidad de su pareja en su propia boda.

A primera vista, parece que los relatos no tengan nada de especial, que no sean originales, el planteamiento y la situación nos pueden resultar totalmente cercanos y quizá creamos haberlos escuchado antes. El quid de la cuestión reside en lo que ocurre cuando nos olvidamos de todo lo demás y nos invade el primitivismo de hacer y luchar por nuestros propios intereses. El mismo Damián Szifrón hablaba de esto en una entrevista con El Tribuno: «La película toma situaciones conflictivas de la cotidianeidad, esas a las que yo mismo he estado expuesto y que como ciudadano común reprimimos tras medir el costo-beneficio de una acción, optando por ser menos impulsivo y no responder a las agresiones externas. Lo que hice fue trasladarlas al terreno de la ficción y dar rienda suelta a todo lo que se te cruza por la cabeza»[2]. Los personajes se sienten agredidos por otros personajes, el medio o la propia sociedad y son llevados a situaciones tan extremas que no hacen balanza y reaccionan de la manera más instintiva. Esto libera al espectador y, a la vez, le impacta.

Szifrón no podría habernos transmitido mejor esta idea que con el formato de una antología de cuentos. La universalidad, el ritmo, el impacto y la química con el espectador no podrían haberse conseguido de mejor manera. El propio director confiesa en varias entrevistas[3] la influencia que han tenido en él seriales televisivos como Alfred Hitchcock Presents (1955-62), serie presentada, pero no escrita por Hitchcock; o Cuentos Asombrosos[4] (1985-1987) de Steven Spielberg, así como la antología de cuentos Relatos Maestros que  estaban en la misma línea de misterio y suspense. Sin embargo, Szifrón también reconoce que escribió cada corto de Relatos Salvajes por separado y sin intención de reunirlos. Fue más tarde cuando descubrió la temática que los aglutinaba.

Este formato nos permite en dos horas conocer a personajes de distinta edad, con diferentes trabajos u ocupaciones y muy variados conflictos internos. Esto nos ayuda a identificar o comprender al menos, a alguno de los personajes. Eso hará posible que el espectador se introduzca de lleno en la historia y cuando tenga toda su atención en ella, la reacción del protagonista le sorprenderá. Por ejemplo, en el relato de Bombita, protagonizado por Ricardo Darín, no es muy difícil compartir la frustración del personaje. Le requisaron el coche injustamente y debe pagar multas, lo cual no es una novedad para cualquier espectador español o hispanoamericano. Por ello, estaremos pendientes de la desidia de nuestro protagonista y su problema nos llegará hasta que alcanza su clímax. En lugar de soportar y correr un tupido velo (ya estábamos recordando cómo nosotros lo hacemos), “Bombita” decide tomarse la justicia por su mano y resolver cómo puede el cúmulo de circunstancias en que se encuentra. Nosotros entonces aplaudimos, pero cuando aún estamos asimilando el final, aparece de golpe el siguiente relato y tenemos que volver a abrir nuestra mente.

Bajo la despechada mirada de Gustavo F. Gros, la explicación de estos cortes viene de la cobardía del director para llegar al verdadero extremo. Cuando encontramos la real crueldad humana, Szifrón no se arriesga y pretende pasar al siguiente tema. Sin embargo, podríamos pensar que podría ser una cuestión de agilidad y ritmo. Como bien dice Robert McKee, “En una historia bien contada, la progresión de escenas y secuencias acelera la medición. Al acercarnos a los clímax de los actos nos aprovechamos del ritmo y del tempo para acortar progresivamente las escenas a la vez que la actividad en ellas gana más y más rapidez”[5] a lo que incluye que “La repetición es enemiga del ritmo”. Relatos Salvajes utiliza el ritmo para mantener la película, como conjunto, en un nivel de energía alto. Continuamente se va renovando con cada historia, al ser las tramas más cortas que en un largometraje, cada escena es más intensa por la reducción y la necesidad de la fluidez en la narración. “El cortometraje procede de una manera más simplificada y es potencialmente más libre (…) el protagonista puede ser complejo, pero necesariamente se nos ha de revelar en la acción (…) no hay tiempo para el tipo de pausas, tan a menudo utilizadas en el largometraje, para la construcción y desarrollo del protagonista.[6]

En los largometrajes el tiempo se maneja de manera diferente, por lo que el corto ayuda a Szifrón a expresar lo que quería. El ritmo es un elemento fundamental en la cinta, está utilizado de tal forma que obliga al espectador a mantenerse despierto y dejarse impactar. Esas emociones en la audiencia se traducirán en dos factores imprescindibles de la película: el impacto y la tensión.

Por ello en este film se cuidan hasta las transiciones, entre un relato y otro no hay ningún nexo o título. Para Almodóvar, esto implica que funcionen como unidad: “todos tienen el mismo aliento, y por eso está bien que no haya carteles bautizando cada historia y separándolas (…) todas tienen la misma mala leche”[7]. Al final de cada historia, simplemente se hace un corte a negro que nos deja el tiempo justo para asimilar que lo que estábamos viendo terminó y mientras comenzamos a reflexionar sobre ello, aparece la siguiente.

Otra importante característica de la obra es el género, suele ser clasificada como comedia de humor negro y esto juega mucho a su favor, pero también en contra. Por un lado, los diálogos en clave de humor para tratar situaciones dramáticas o violentas, ayudan a la fluidez del conjunto de relatos y facilitan la complicidad con el espectador. Es curiosa la relación que tiene este aspecto de la película con Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994), en la que la violencia y el exceso son tratados con naturalidad, frescura y humor. La palabra es ironía, hay una “relación que mantienen lenguaje y muerte (carnicería o asesinato)…el efecto de parodia reside en un primer tiempo en la capacidad de los actores para jugar con las palabras, lo mismo sucede con las imágenes de violencia.”[8]. En las dos cintas podemos encontrar el juego de la ironía con la violencia, lo que nos lleva al tratamiento del bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto; cuando se trata la ironía, se maneja un valor que no es positivo, ni negativo, sino que oscila entre ambos.

““Pero este cóctel de cine negro“hilarante, surreal e impactante” no se limita a ser un mero pastiche de películas de género sino que, como señala Geoffrey O´Brien[9], no es ni un nuevo cine negro ni una parodia de éste, tan sólo “un paseo guiado por un parque temático infernal decorado con detritus culturales””[10] recoge Paco Gisbert en su análisis de Pulp Fiction. Parece también hablar de Relatos Salvajes, con permiso de Tarantino, aunque se debería sustituir el término “detritus culturales” por “detritus sociales”, ya que esta última se utiliza un mundo más real. Aunque sea realidad aumentada y exagerada, los conflictos de los personajes se muestran como los frutos de lo más cruel de la sociedad. Mientras, en Pulp Fiction el mundo creado parte de la cultura televisiva norteamericana y es verosímil, pero aceptando algunos códigos como que se practique la violencia a plena luz del día en la calle o que durante toda la cinta, la presencia de la policía, en una ciudad como Los Ángeles, sea prácticamente nula. Ambas películas no son realistas, pero sí verosímiles; se acepta un código, distinto para cada film, y tiene que ver principalmente con la cultura de los países de procedencia.

Es crucial recordar que la estructura de ambos filmes también es similar. La cinta de Tarantino está fragmentada en historias cortas relacionadas entre sí por los personajes y las tramas que se entrecruzan. Ambas tienen un formato que funciona como un collage capaz de dar agilidad y que es ideal para el tipo de escenas que nos muestran. La violencia, tratada de forma irónica en las dos cintas, ayuda a la fragmentación, ya que tiene tanta fuerza que compone una unidad en sí misma y queda asilada del resto. Sin embargo, hay una diferencia fundamental entre las dos películas y es que en Pulp Fiction nos enseña la vida de un grupo de mafiosos que enreda sus asuntos en una ciudad determinada. Mientras que en Relatos Salvajes hay una gran diversidad de personajes y situaciones, lo que le da universalidad. Esto nos hace ver la violencia de otra manera, ya que la estamos presenciando en la cotidianeidad.

Precisamente, la cinta ha generado polémica en algunas ocasiones por el tratamiento de la violencia. A veces, esta es la protagonista y algunos abogan que se nos está mostrando cómo fundamento de la naturaleza humana. “La impresión de que no se puede escapar a la violencia no es sino más fuerte: cuando la violencia estalla es más intensa que nunca porque uno se da cuenta de que el juego no valía la pena. Y que no hay nada, estrictamente nada a lo que agarrarse”[11]. Pero en Relatos Salvajes sí que tenemos a lo que agarrarnos, porque en estas historias encontramos el salvajismo justificado. El protagonista siente placer ante la respuesta a la agresión y el espectador con él. Nos sentimos atraídos porque alberga aquello que nosotros reprimimos. No obstante, no es extraño encontrarnos con opiniones que tachan de gratuito y  negativo tanto exceso, un ejemplo podría ser Macho dominante, el relato más brutal de todos. Por un lado, Cholakian argumenta que “La película retrata algunas formas de violencia de las que son parte sujetos de clase media alta y esencialmente de grandes ciudades (…), vistos exclusivamente desde el punto de vista de un sujeto urbano cargado con los preconceptos propios de su sector social”[12]. Sin embargo, Martín Appiolaza defiende la cinta, “Un mérito de la película es que no tiene bajada de línea ni tampoco muchas concesiones. (…) cuenta cómo se ejercen distintos tipos de violencia más estructurales y desencadenan otras formas de violencia directa. (…) Cuenta sobre las formas de violencia del poder y de los poderosos. Salí del cine con la idea de que la violencia es una consecuencia, pero el tema de la película es la desigualdad que despierta reacciones violentas.(…) La película juega con esa contradicción: los argentinos nos quejamos de la violencia, pero todo el tiempo estamos ejerciendo violencia, reproduciendo violencia, festejando la violencia”[13].

Lo que está claro es que difícilmente podemos mostrarnos indiferentes ante una antología como Relatos Salvajes, dado que nos enseña aquello que estamos acostumbrados a vivir, pero con un final alternativo, con una solución que nosotros en nuestra cotidianeidad no nos llegamos a plantear. Todo esto, se presenta en una estructura que hace que el ritmo no descienda y no perdamos nuestra atención, en la que el impacto nos golpea hasta darnos cuenta de la universalidad de la cinta. Damián Szifrón acertó aprovechando las características del cortometraje para transmitirnos su idea, haciendo funcionar  cada relato de forma independiente y, a la vez, como conjunto.

 

BIBLIOGRAFÍA:

COOPER, Pat y DANCYGER, Ken. El guión de cortometraje. IORTV. Madrid, 2002.

GISBERT, Paco. Guía para  ver y analizar Pulp Fiction. Ed: Octaedro. Barcelona, 2002.

MCKEE, Robert: El guión. Story. Ed: Albaminus. Barcelona, 2013 (1997).

MONGUIN, Oliver. Violencia y cine contemporáneo. Ensayo sobre ética e imagen. Ed. Paidós. Buenos Aires, 1997.

URBANCZYK, M., Hernández, Y. F. Diciembre de 2012. Narrativas de violencia y miedo en los cortometrajes universitarios. Palabra Clave 15 (3), 594-618.

 

WEBGRAFÍA:

http://www.eltribuno.info/relatos-salvajes-seis-historias-que-transitan-la-cordura-la-total-locura-n433090 (última consulta 25/4/2015. 18:06)

http://www.lacapital.com.ar/escenario/Relatos-salvajes-el-fenomeno-que-invita-al-debate-social-20140907-0004.html (última consulta 25/04/2015. 18:20)

https://www.youtube.com/watch?v=3rNEtODMSAQ (última consulta 27/04/2015. 17:00)

 

https://www.youtube.com/watch?v=ELrgFRbqAZo (última consulta 27/04/2015. 17:30)

http://www.hacerselacritica.com/una-pelicula-de-mierda-algunas-consideraciones-sobre-relatos-salvajes-de-damian-szifron-por-gustavo-f-gros/ (última consulta 15/05/2015. 12:15)

http://es.wikipedia.org/wiki/Cuentos_asombrosos (última consulta 15/05/2015. 12:40)

 

Cristina Rodríguez Cejas, 2015



[1] Productora española fundada en 1985 por los hermanos Pedro Almodóvar y Agustín Almodóvar.

[2] Marita Simón (10 agosto/2014) “Relatos salvajes”, seis historias que transitan desde la cordura a la total locura. Entrevista a Damián Szifrón. El Tribuno.

[3] Rueda de prensa Festival de San Sebastián en septiembre de 2014 y Entrevista  de Hugo Zapata para la televisión argentina en agosto de 2014.

[4] Cuentos Asombrosos (Amazing Stories) es una serie televisiva dirigida por Steven entre el 1985 y 1987 de la NBC.

[5] MCKEE, ROBERT: El guión. Story. Albaminus. Barcelona:2013. pág. 353.

[6] COOPER, PAT y DANCYGER, KEN. El guión de cortometraje. IORTV. Madrid, 2002. Pág 13.

 

[7] ALMODÓVAR, Pedro. Rueda de prensa Festival de San Sebastián en septiembre de 2014.

[8] MORGAN, Olivier Violencia y cine contemporáneo. Ensayo sobre ética e imagen. Paidós. Buenos Aires: 1997. Pág 43.

[9] Geoffrey O´Brien: Famoso crítico y poeta neoyorquino. Pulp Fantastic. Quentin Tarantino´s Pulp Fiction. Filmmaker Magazine.

[10] GISBERT, PACO. Guía para  ver y analizar Pulp Fiction. Octaedro. Barcelona: 2002. Pág 78.

[11] MORGAN, Olivier Violencia y cine contemporáneo. Ensayo sobre ética e imagen. Paidós. Buenos Aires: 1997. Pág 43.

[12] CHOLAKIAN, Daniel. Relatos Salvajes, el fenómeno que invita al debate social. La Capital.

[13] APPIOLAZA, Martín. Relatos Salvajes, el fenómeno que invita al debate social. La Capital.

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Un comentario

  1. Este filme es de esas historias que vale la pena ver por el reparto con el que cuenta, uno de los personajes que más me gustó fue el que realizó Leonardo Sbaraglia a quien por cierto vemos en la actual serie O hipnotizador, hizo en este filme un personaje que destacará siempre en el cine argentino.

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