Los problemas mentales de la sociedad de hoy: 3) Partidos versus sociedad

Hace unos días se debatió en el seno del PSOE si apoyar o no una alianza con Na-Bai en Navarra.
Cuando el secretario de organización del PSOE sugirió al PSOE de Navarra que no lo hiciera, las  «bases» del PSOE en Navarra se cabrearon. Las «bases» querían esa alianza.

¿Y que quería la ciudadanía navarra?

Uno de los problemas mentales de la sociedad de hoy es que grupos muy pequeños (¿cuanta gente forma la «base» del PSOE de Navarra?) asumen que sus deseos deben imponerse a toda la sociedad. En caso contrario se «cabrean».

De los resultados de las elecciones en España y en sus provincias desde hace 30 años se deduce que lo que la sociedad española quiere son pequeños cambios que vayan arreglando las pequeñas cosas que fallan a lo largo de unos gobiernos y otros: Cercanías de Renfe, apagones, Delphi’s y similares, etc, pero que la sociedad española no quiere grandes cambios.

Hay grupúsculos que si los quieren. Solo como ejemplo, sin haberlo elegido como significativo, ésto de Navarra. Hay una serie de personas de «base» que les gustaría otro tipo de gobierno en esa Comunidad. ¿Deben esas personas llevar a cabo sus deseos a pesar de que el resto de la sociedad no los asume?

La democracia no es la puesta en marcha de las ideas de los partidos, ni mucho menos de las ideas de los cabecillas de los partidos. Ni siquiera es la puesta en marcha de los programas ofertados por los partidos en las elecciones, programas que la gran mayoría de la sociedad no solo desconoce, sino que pasa de ellos. La democracia es el encargo de la sociedad a unas personas (que caen mejor o peor a unos y otros) para que gestionen la vida diaria de los miembros de esa sociedad: Para que proporcionen energía razonable, hospitales, escuelas, infraestructuras y un ambiente en el que esa sociedad desarrolle -tranquilamente-, sin sobresaltos, sin injerencias,  sus aspiraciones y su vida.

Es un fallo mental el querer sugerir a la sociedad que vaya por unos caminos que solo quieren las «bases» de los partidos, o los funcionarios de los mismos.

Debemos cambiar esto cuanto antes, bajo el riesgo de un nuevo feudalismo, antiguamente de los aristócratas de sangre, hoy de los aristócratas partidistas. Triste evolución desde la Revolución Francesa volver al sistema del derecho de pernada.

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