La pervivencia de la tribu, y el daño que causa

Una institución madrileña ha decidido, en estas navidades, pagar a SUS empleados con el dinero que debe a sus proveedores.  La idea es clara: Hay que defender a la tribu frente a los de fuera.

En la sabana, hace 30000 años, las tribus de homo sapiens defendían sus pozos hasta la muerte frente a otras tribus que los querían conseguir.

El pensamiento es muy dañino cuando es pensamiento implícito, cuando son ideas que se mueven en el trasfondo de la mente sin salir a la superficie, y sin, por ello, poder ser criticadas.

En otros lugares el dominio de la razón ha avanzado unos milímetros en la evolución humana, pero en España los pensamientos subyacentes siguen dominando a la razón a pesar de que vivimos en el siglo XXI: Las luchas tribales del ’36 se reproducen, ahora incruentamente, en el 2011. Lo ‘mío’ y los ‘otros’.

No somos los únicos. El lugar de máximo dominio tribal es el Levante, quizás porque es aún hoy lo más parecido a la sabana de hace 30000 años. El Levante es el reino de la tribu: Yo soy judío, yo soy palestino, iraquí, suní, shiita, sirio, libanés, turco, kurdo, persa, ……..

La idea de la tribu es una idea de dominio genético. Somos, en general, los hospederos de nuestros genes, que nos utilizan para sus intereses especiales, en particular, para su supervivencia, aun a pesar del daño que para cada uno de nosotros suponga esa supervivencia.

Hay otra forma de actuar, que no defiende la supervivencia de cada gen individual, sino el desarrollo de la cultura  y de la sociedad. Esa forma se llama -razón- y su método es la ciencia -racional-.

Es un esquema que ve que compartiendo el pozo del desierto se puede conseguir excavar otros tres de manera que en vez de 1 pozo para cada tribu logramos tener 4 para dos tribus, es decir, dos para cada una de ellas. Esto no lo pueden ver los genes, que se aferran a la supervivencia individual, de cada uno de ellos, sin tomar en cuanta la supervivencia de los demás. Pero lo puede ver la razón.

Si en el Levante todos colaborasen con todos, se harían ricos todos, en vez de vivir unos como ricos (con pobres en su sociedad) muriendo por no compartir sus recursos, otros en la extrema pobreza sin aceptar a los demás como seres humanos semejantes a ellos.

Y en esta España nuestra, arrebatando unas migajas para 4  privilegiados, en vez de compartir riquezas para todos.

Hay mentiras, grandes mentiras y teorías económicas. La realidad no es que haya que repartir la miseria, como dicen los textos de economía. La realidad es que podemos generar riqueza suficiente para todos. Pero para eso hay que rechazar el esquema tribal enunciado por Smith y mantenido desde entonces por sus escuelas.

NO se trata de repartir recursos escasos. Se trata de, mediante la cooperación, hacer que los recursos escasos dejen de serlo.  El recurso esencial para la vida es la energía. Tras 200 años de abundancia no trabajada, sino encontrada gratis, se empieza a hacer escasa de nuevo. Pero tenemos toda la energía que queramos, si queremos compartir los esfuerzos para conseguirla. O tendremos toda la escasez que deseemos siempre que lo que decidamos sea repartir un recurso que mantenemos escaso.

La única solución que tenemos en este momento de nuestra historia es abrir las fronteras, rechazar de plano el concepto de tribu (español, peruano, paraguayo, subsahariano, …..)  y colaborar todos en hacer de la energía un recurso abundante.

Gastamos, anualmente, 140 billones (españoles) de kilowatios hora (kwh) de energía.  La potencia útil que recibimos del sol es de 0.1 kw/m2. Esto equivale a 105800 billones de kwh, es decir,  755 veces lo que hoy gastamos, mucho de ello en disipación absolutamente superflua.

La única forma de acceder a toda esa energía es eliminando las fronteras, reliquias tribales de ideas de hace 30000 años, de los conceptos de oasis en medio de las sabanas desérticas. Hoy tenemos recursos no escasos, sino extraordinariamente abundantes.

Podemos cambiar la definición de economía como la ciencia que permite la distribución óptima de recursos abundantes a lo largo de miles de años.

Es la única solución cuando nos jugamos nuestra supervivencia, no como individuos, sino como sociedad.

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