Crisis y nuevos paradigmas mentales

Las crisis son tremendas ocasiones de sufrimiento humano. Las peores crisis han sido siempre las guerras y revoluciones. El ser humano puede aprender a cambiar sin destruir, pero hasta ahora no lo ha hecho.

Para sobrevivir en el mundo, en un mundo de energía disponible siempre escasa y demasiados competidores por la misma, los seres humanos aprenden una serie de estrategias, que se compendian en enseñanzas regladas, desde las normas de ortografía a las cuatro reglas aritméticas al modelo estándar de la física teórica.

Aprender es trabajoso. Exige repetición para cerrar los circuitos de memoria y un esfuerzo contra la evidencia de los sentidos. Una vez aprendido algo es muy difícil aprender lo contrario, pues los circuitos neuronales, una vez conectados no pueden desconectarse, aunque si añadir cualquier otro numero de conexiones adicionales. Es posible aprender una cosa y la contraria simultáneamente, pero su manejo exige un esfuerzo consciente que lleva siempre al cansancio mental.

El desarrollo de cualquier sistema en el tiempo es siempre un flujo, de energía, de conocimientos, de emociones. Los flujos están siempre controlados por las condiciones en sus contornos, por sus orillas. Los flujos mentales se mueven dentro de las fronteras que las sociedades imponen con sus enseñanzas entre los tres y los veintitantos años de edad. Luego el cerebro trata de responder a cualquier cuestión que se le presenta, a cualquier problema, con las ideas, métodos y estrategias asimilados dentro de esas fronteras.

Pero las fronteras, como las orillas de los ríos, cambian con la propia acción del cerebro, o del conjunto social de los cerebros.  Al actuar con lo que hemos aprendido cambiamos las reglas del juego. Pero seguimos jugando con las reglas antiguas.

Muchos jóvenes piden aprender las reglas viejas. Luego ven que con esas reglas sus conocimientos valen en el mercado nuevo lo que las de una persona que no ha recibido enseñanza.

Hoy estamos en un mundo muy distinto del mundo del siglo XX, en el que aprendimos nuestras estrategias.

Los modelos mentales que utilizamos tienen el filo romo como hachas que han golpeado la piedra en vez de la madera. Las sierras con las que queremos cortar los árboles tienen los dientes doblados.

Los modelos económicos no funcionan. Ni subidas/bajadas de impuestos, ni inyecciones de fondos, ni ….., dan el menor resultado. Las mejores mentes del siglo XX han creado modelos que son inútiles para el siglo XXI.

Llevamos 60 años de investigación en la fusión nuclear, habiéndose dedicado a ella los mejores científicos del siglo XX y habiendo dedicado a ello miles de millones de euros. Y estamos donde estábamos hace 60 años. Exactamente lo mismo pasa con los experimentos de física de altas energías. Incluso si en el LHC se descubre el bosón de Higgs, lo único que se habrá conseguido con ello es comprobar un modelo matemático que no añade nada a nuestro conocimiento del funcionamiento del mundo a escalas de influencia sobre las acciones  humanas que es lo que, finalmente, nos interesa.

Hay crisis en la física. En el maravilloso campo de la genética, con miles de millones invertidos, las células vegetales siguen capturando un 1% de la energía que reciben. En el campo de la catálisis, seguimos sin saber como hacer lo más sencillo del mundo: Romper una molécula de agua de forma eficiente y rápida.

Y lentamente, pero como una apisonadora, estamos agotando los recursos del planeta, y cambiando su clima.

Hablamos mucho de que hay que cambiar los paradigmas mentales dentro de los cuales nos movemos.  Constantemente. En congresos semanales. En los medios de comunicación.

Pero cuando buscamos algún otro paradigma, encontramos que los paradigmas »nuevos» son los viejos habiéndoles dado la vuelta a su forro.

Hay, sin embargo paradigmas nuevos. Algunos los cuento, claro, muy por encima, en estos posts. Y, claro, son rechazados porque los que los leen se mueven dentro de las fronteras antiguas. Otros los discutimos en el Master de Clima, Energía y Riesgo Ambiental de la UAH, de donde los alumnos salen con ojos nuevos para un mundo nuevo.

Podemos salir adelante. Pero tenemos que hacer dos cosas: Reconocer que nuestros modos mentales se han quedado obsoletos, y buscar nuevas formas de pensar.

¿Lo hacemos?

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