Necesidad de visión sintética de la ciencia

Leía ayer una entrevista a Fabiola Gianotti, gestora de uno de los equipos de miles de robots humanos que han analizado las trazas de los productos resultantes de las colisiones entre protones en el LHC del CERN, que han llevado a esa institución a anunciar que se ha detectado una partícula que puede ser el higgs.

Leyéndola me queda la impresión de que esta Sra. es otro de esos robots humanos, que convencidos de su propia importancia como maquinaria, no se hacen las preguntas básicas de la ciencia y del conocimiento: Como se integra lo que han visto en lo que conocemos de la naturaleza. Edward Wilson describe el comportamiento de las hormigas en sus muchos libros. Al no existir ninguna casta en los hormigueros que sintetice las acciones y el conocimiento de sus miembros, desde las centinelas hasta la reina, el ciego sistema no hace otra cosa mas que reproducirse igual a sí mismo desde hace millones de años.

Estoy leyendo estos días »Spent», de Geoffrey Miller, un trabajo sobre psicología y marketing. En las primeras páginas se cuenta como el autor, en sus primeras etapas de investigador, se encontró con el desafío,  en el University College de Londres, de hacer que psicólogos y  economistas de la rama de la teoría de juegos trabajasen juntos. Según cuenta, fue frustrante, porque los psicólogos se interesaban por las personas reales y los economistas teóricos  solo se ocupaban de teoremas en un mundo imaginario sin contacto con la realidad.

Los comentarios que recibo aquí y en el blog de El Mundo son muchos de ellos quejas (salvajes) porque me meto en campos que no son el mío propio, por ejemplo, la oreja izquierda del caniche, y exigen que no trate nunca de la oreja derecha, que es dominio de otros robots.

Los alumnos (¡¡¡ de Master, de Doctorado !!! ) rechazan de plano la formación para desarrollar pensamientos originales, y solo quieren que se les familiarice con técnicas ya probadas o programas de ordenador (como Excel, por ejemplo) desarrollados por otros.

Persiguiendo cada uno el monopolio de su conocimiento para mejor venderlo sin saber como funciona realmente el sistema económico y social, nos hemos convertido en robots y proletarios, mientras que los directivos de la empresa (gestores sociales, alias políticos, o CEOs de empresas privadas), carentes de la visión de conjunto (por ejemplo, el CEO de Telefónica es un abogado)  no saben como llevar esas empresas a cumplir sus objetivos.

Se ha, incluso, prostituido la ciencia de tal manera, que sus practicantes rechazan de plano el conocimiento general,  retirando el título de ‘científico’ a quien lo ejercita.

Sin embargo, la ciencia, como mero herbario linneano, como mera colección de historia a la Humboldt, carece de mucho significado, porque carece de objetivo y se convierte, como una buena parte de la ciencia económica de hoy, y de la vida social en general, en un juego, sin más meta que pasar el tiempo.

Muchas investigaciones (por ejemplo, la del higgs, según la Dra. Gianotti) tienen como »justifiación» que la tecnología que se desarrolla en el CERN luego sirve como scanner para mirar el interior del cuerpo de las personas. Muchos resultados de bioquímica se justifican con la vaga indicación de que »serviran para diseñar mejores medicamentos», pero ni unos ni otros explican para que necesitamos mirar mejor el interior del cuerpo humano ni por qué necesitamos mejores medicamentos.

Si es para conseguir que la especie humana se mantenga unos millones de años como se han mantenido las hormigas, es tirar el dinero, el esfuerzo y la inteligencia, abiertamente.  Curar una enfermedad solo abre camino al ataque de otras,  a la superpoblación gigantesca de un planeta con recursos escasos, y a disipar esos recursos para vivir 5 meses más (la mitad del gasto sanitario en los EEUU se realiza para conservar con vida a las personas en sus 5 meses últimos de vida) .

Nos falta una ciencia sintética que interrelacione entre sí todos los conocimientos que ya tenemos y que vamos adquiriendo, una ciencia de la interacción entre las ciencias analíticas, que permita un avance que hoy, particularmente, está frenado.

El higgs es una pieza de un modelo, no de la naturaleza, sino de los choques de partículas subprotónicas a altas energías, ¡¡ propuesto hace 60 años !! La mecánica cuántica ha tenido éxitos asombrosos (mediante aproximaciones que la convierten en semiclásica) en el diseño de nano-materiales pero, tras 80 años, es incapaz aún de explicar sus propias contradicciones, resolviéndolas con un acientífico »a nivel cuántico las cosas pasan de otra manera» como  cuando se decía en Salamanca, o en Bolonia »a nivel del cielo las leyes son distintas de lo que ocurre en la Tierra».

Se postulan místicas materia y energía obscuras, en un escapismo acientífico que rechaza replantearse las ecuaciones de la relatividad general.

El ADN se ha convertido en herramienta policial, pero nadie es capaz de explicar por qué si compartimos un noventa y mucho por ciento del ADN con los chimpancés, somos tan distintos a ellos, o por que dos hermanos reaccionan de manera diferente a estímulos sociales o incluso a las enfermedades.  Hemos lanzado sondas espaciales que han salido ya del sistema solar, pero nuestro conocimiento experimental de la corteza terrestre no alcanza a 20 kilómetros de profundidad, en un planeta que tiene 6371 km de radio medio.

En la ciencia económica nos dedicamos a la teoría de juegos, sin ser capaces ni de explicar las crisis, ni de predecirlas, ni de dar soluciones reales una vez que se han producido.

Nos falta una visión global y sistemática del mundo interactivo, desde las escalas subprotónicas a las intergalácticas, desde las interacciones entre átomos y moléculas a las interacciones humanas.

Hoy es posible conseguir ésto, puesto que el conocimiento de todo esta al alcance de pulsar una tecla en Internet.

Debemos desarrollar formación y cursos, simposia y reuniones en esta dirección.

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