La falsa soberbia de la nueva didáctica

He recibido la siguiente información de un cierto Master en Docencia:

…….Tiene como propósito dotar al profesorado de las competencias docentes que faciliten la transformación, indagación, innovación y mejora de la práctica docente en Educación Superior.

En la universidad, que debería ser el faro de la ciencia de cualquier país, hemos perdido el norte, el sur y hasta la brújula. En la universidad, como en los colegios, enseñamos, no hacemos otra cosa ni tenemos otra responsabilidad. Enseñar un camino es mostrar hacia donde va, que dificultades tiene y cómo se pueden superar esas dificultades, pero mostrar no obliga a nadie a seguir las instrucciones. Los seres humnos somos libres de hacer o de dejar de hacer.  No somos animales de doma, ni esclavos que deben realizar trabajos fijos.  La enseñanza no es, ni puede ser jamás -formación-. Esto le corresponde a los padres, cuando los hijos son pequeños, y a las propias personas cuando se hacen adultas (18 años en España).

Deberíamos cambiar la redación a esta otra (en mayúsculas para permitir la distinción entre una y otra):

…TIENE COMO OBJETIVO TRATAR DE ENSEÑAR AL PROFESORADO LAS DISCIPLINAS Y TÉCNICAS QUE LE PERMITAN, SI QUIERE, INTENTAR LA TRANSFORMACION Y MEJORA DE LAS PRÁCTICAS DOCENTES MEDIANTE LA INVESTIGACIÓN Y EL DESARROLLO DE IDEAS INNOVADORAS.

No podemos –dotar– de nada mediante la enseñanza. Podemos exhibir ciertos principios, ciertos conocimientos, de forma que si un estudiante quiere y trabaja, podría aprender parte de ellos, pero es totalmente pretencioso e irreal pensar que vamos a –-dotar— a nadie de nada. Las dotes las daban los padres ricos a sus hijas.

Y competencias: las personas se hacen competentes en ciertas actividades el desarrollar su actividad profesional: competencia se define en el diccionario de la RAE como: pericia e idoneidad para hacer algo. ¿Podemos en la universidad impartir pericia e idoneidad? ¿No es esto es algo que se adquiere a lo largo de unos ciertos años de vida profesional?

Quizás sería bueno que volviesemos humildemente a lo que es la universidad y la enseñanza en general: a enseñar, para que el que quiera, libremente, trate de aprender, y sería bueno dejarnos del esquema gremial de las academias de resolución de ejercicios, del esquema del gremio de zapateros, o carniceros,  que ejercita a las personas en adquirir pericia pero no sabiduría, ciencia.

No necesitamos oficales artesanos. Necesitamos personas libres que sean capaces de desarrollar ideas nuevas. Para las ideas ya antiguas tenemos unos tres mil millones de personas en otras partes del mundo que lo hacen por un décimo del precio que demandamos nosotros.

 

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