El curioso »capitalismo» español

Va uno estos días por el Metro de Madrid y ve montañas de anuncios que estimulan a las personas en general a contratar a otras en paro. Se supone que aquellos que pueden contratar, los dueños o altos ejecutivos de empresas viajan en Metro, lo cual no puede estar más lejos de la realidad. De hecho, y que yo sepa, quizás el 0.001% de estas personas ha cogido el metro alguna vez, quizás, solo quizás, cuando eran estudiantes.

Los gobiernos españoles lanzan campañas una y otra vez para animar a las personas a convertirse en »emprendedores»: Es decir a poner su dinero para desarrollar sus ideas, sabiendo que de cada diez intentos, fracasan 9.

Hace unas semanas me acerqué a una gran empresa con una idea novedosa, que correspondía a su campo. La empresa declara beneficios anuales, incluso en 2012, de miles de millones de euros.  La idea les gustó. Su propuesta fué: »Usted pone  el dinero, desarrolla su idea, y nosotros le ayudamos a venderla. Nosotros no ponemos ni un euro para realizar ese desarrollo».

Empresas gigantescas, que han hecho su dinero partiendo de monopolios estatales, emplean sus reservas de capital para comprar y vender otras empresas, pero todavía estamos esperando que estas empresas contraten a los prestigiosos diseñadores españoles, a los magníficos ingenieros que salen de nuestras escuelas para fabricar productos que se vendan como churros en nuestro país y en otros.

El capitalismo es utilizar el capital acumulado para producir productos que al venderse lo hagan aumentar.  Hoy día las empresas »capitalistas» son esencialmente jugadoras de casinos: Viven de la ruleta que es la bolsa, comprando y vendiendo sin producir gran cosa, o son abuelitas que meten su capital en bonos de las deudas estatales, donde no produce ni un producto vendible.

El problema real de la sociedad »capitalista» es que no lo es.

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