El peligro de una parte de la física actual
Hoy he leído un resumen de una Tesis doctoral presentada en Amsterdam en 2009, no hace mucho, sobre monopolos magnéticos y algo que el doctorando (me imagino que doctor hoy) denomina »dyones».
Me ha llamado la atención una línea: » …. para un físico teórico es sencillísimo cambiar la leyes de Maxwell e introducir cargas magnéticas… y los físicos experimentales no pueden falsar esta afrmación ».
Dejando aparte la realidad de que el magnetismo es un efecto relativista que desaparece si nos movemos a la misma velocidad de las cargas eléctricas que lo crean, la línea en cuestión me preocupa.
Hace unos 600 años, los doctores de la Universidad de Salamanca perdían su tiempo debatiendo el sexo de los ángeles y cuantos de estos caben en la punta de un alfiler.
Ideas, las que gusten. La mente humana crea pegasos, centauros, minotauros, sirenas, harpías, demonios, ángeles y dioses. Podemos imaginar coches voladores, y mares que se abren aunque tengan cinco mil metros de profundidad. Podemos escribir, sin problema, 2+2=5, o al número que nos apetezca, podemos afirmar: »Digo la verdad si digo que miento», y todo lo que queramos. En el mundo de la imaginación, todo es posible virtualmente.
Galileo, entre 1600 y 1642, corrigió ese exceso de posibilidades, lo redujo a la realidad y creó la ciencia. La realidad no deriva de la mente humana. Está constreñida, entre las innumerables posibilidades, a lo que podemos medir, en laboratorios independientes, en experimentos controlados y repetidos. Si repetimos el experimento muchas veces, 2 manzanas y 2 peras son 4 frutas, y nunca 5 o 3.
Por más que lo hemos intentado, no hemos podido abrir el océano en dos paredes verticales de agua, y no hemos encontrado nunca sirenas en el mar.
Como dice el ya doctor (no se realmente como le han podido dar el título) , un físico teórico puede introducir cargas magnéticas en sus modelos, como puede introducir ángeles, pero de momento no se han encontrado y hoy debemos decir que no los hay.
En 1900 se inició, por David Hilbert y sus discípulos, el camino inverso al de Galileo, el rechazo a la ciencia. La matemática no tiene problema alguno (aparte de que como demostró Gödel es una creación arbitraria que no puede probar su propia realidad) en trabajar con espacios de miles de dimensiones, basta con decir: » i=1, 1.000.000 », es lo mismo que escribir 2+2 = 5. Derivado de las ideas de Hilbert, la no-ciencia actual publica lo que estima oportuno, porque no se toma la molestia de verificarlo, o falsarlo en el laboratorio. De hecho, en el bachillerato ya en física no se enseña el movimiento angular y se deja la termodinámica para la asignatura de química, y en las facultades de físicas ya casi no se hacen prácticas de laboratorio. Los buenos laboratorios son hoy día caros, y los »físicos teóricos» del calibre (gauge) del doctor que estoy mencionando no los necesitan, como se dice en la línea que abre este post. De hecho no los quieren porquue sin laboratorios todo lo que se publica puede ser real, y el revisor no tiene argumentos para rechazar millones de artículos de ángeles y sirenas.
Matemáticas sin laboratorios son como la teología de Salamanca: Hueras. Pero son peligrosas, pues, si todo es posible, nada es real, y toda la estructura social occidental colapsa, y nos quedamos en que: »En la Meca ha habido un accidente y han muerto 800 personas: Sera porque dios lo ha querido».
La cultura occidental, la única que ha intentado liberar al ser humano del determinismo religioso, está basada en buscar la realidad. Si volvemos al esquema de Matrix, a los mundos virtuales, caemos de nuevo en la esclavitud tribal del determinismo forzado por el capricho de los jefes de la tribu.
Caveat!